Analizamos 41 fórmulas para bebés en busca de plomo y arsénico

Aunque algunas fórmulas contenían niveles preocupantes, existen opciones más seguras. Tras ver nuestros resultados, la Administración de Alimentos y Medicamentos se ha comprometido a tomar nuevas medidas.
By Lauren Kirchner
Consumer Reports analizó recientemente 41 tipos de fórmulas en polvo para detectar diversas sustancias químicas tóxicas, como arsénico, plomo, BPA, acrilamida y PFAS. Analizamos fórmulas establecidas como Enfamil y Similac, nuevas marcas como Bobbie, marcas populares y marcas importadas.
Algunos resultados fueron preocupantes: aproximadamente la mitad de las muestras analizadas contenían niveles potencialmente dañinos de al menos un contaminante. Pero también fue tranquilizador comprobar que la otra mitad de las muestras presentó niveles bajos o nulos de sustancias químicas preocupantes, lo que demuestra que hay muchas buenas opciones en el mercado.
El 18 de marzo, un día después de que Consumer Reports compartiera los resultados de sus pruebas con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), la agencia anunció una nueva iniciativa para reforzar su supervisión de la industria de las fórmulas, que incluye un aumento de las pruebas para detectar metales pesados y otros contaminantes.
“Es muy alentador ver a la FDA emitir este anuncio inmediatamente después de que Consumer Reports compartiera sus hallazgos sobre contaminantes en las fórmulas infantiles”, dijo Brian Ronholm, jefe de política alimentaria de Consumer Reports. “Estamos deseando ver los detalles de cómo planean llevar a cabo el plan y esperamos que la FDA cuente con los recursos y el personal adecuados para cumplir sus promesas”.
Por qué es importante una fórmula segura
Kathryn Caves, de Denver, no tenía intención de alimentar a su recién nacida con leche de fórmula. Pero cuando su hija nació prematuramente, la lactancia resultó más difícil de lo que esperaba. Caves empezó a darle leche de fórmula en el hospital mientras trabajaba para aumentar su producción de leche materna, y siguió complementándola durante toda la infancia de su hija.
“Mucha gente confía en las fórmulas, incluso gente como yo que nunca tuvo intención de utilizarlas, pero acabó confiando en ellas”, dice Caves. “Es lo que hay que hacer. Confías en que va a ser seguro”.
Shayla Hunter, de Harrisburg, Pensilvania, sabía de antemano que compraría leche de fórmula porque su hijo nació por gestación subrogada. “Investigué un poco antes de que naciera sobre los distintos ingredientes y las distintas compañías de leche de fórmula y las afirmaciones que hacían”, dice Hunter. “Lo único que quieres es asegurarte de que tu hijo se alimenta y recibe lo que necesita, pero es muy importante que la leche de fórmula esté limpia para su desarrollo”.
Todos los padres quieren alimentar a sus bebés de forma nutritiva y segura. Para los millones de padres que recurren a la leche de fórmula (porque no pueden dar el pecho, porque deciden no hacerlo o porque complementan la leche materna con leche de fórmula), la leche de fórmula es una fuente crucial de nutrición durante los primeros e importantes meses de vida de sus bebés. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, aproximadamente uno de cada cinco recién nacidos en Estados Unidos empieza a alimentarse exclusivamente con leche de fórmula. A los seis meses, tres de cada cuatro bebés consumen esa leche como parte de su dieta.
Pero a pesar de ser uno de los alimentos más estrictamente regulados del mercado, la fórmula infantil no está necesariamente a salvo de los efectos de la contaminación ambiental en sus ingredientes o de la contaminación a través del proceso de fabricación. Las lagunas en los procedimientos de seguridad de la industria de la fórmula para bebés quedaron al descubierto durante la escasez de leche de fórmula de 2022, provocada por una bacteria mortal detectada en una planta de fabricación. Los recortes de personal y presupuesto en la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) a principios de este año pueden agravar el problema y debilitar aún más la supervisión de la producción de leche de fórmula en Estados Unidos.
¿Y qué pasa con los metales pesados que las pruebas de Consumer Reports han encontrado en alimentos infantiles y jugos de fruta? ¿Qué pasa con las PFAS que las pruebas de CR han encontrado en la leche de vaca y en los envases de alimentos? ¿Cómo mantienen la industria de la leche de fórmula infantil y la FDA estas sustancias perfluoroalquiladas y poliflluoroalquiladas (PFAS), también conocidas como “sustancias químicas para siempre”, y otras toxinas fuera de este alimento tan esencial?
Por eso CR decidió analizar decenas de las fórmulas para bebés más populares del mercado en busca de arsénico, plomo, BPA, acrilamida y otras toxinas.
Todos los contaminantes que encontramos en nuestras pruebas son, por desgracia, comunes en nuestro suministro de alimentos y en el medio ambiente, muchos se han encontrado también en estudios sobre la leche materna. Pero igual de importante es el hecho de que muchos de los resultados de nuestras pruebas con leche de fórmula infantil demuestran no solo que existen alternativas más seguras, sino también que es posible producir leche de fórmula infantil que no contenga contaminantes ni sustancias químicas preocupantes.
“Queremos que estos resultados ayuden a los padres”, afirma la doctora Sana Mujahid, madre y directora de investigación de pruebas de seguridad alimentaria de CR. “Si apenas estás comenzando a usar fórmula, existen muchas opciones más seguras de marcas importantes como Enfamil y Similac, y de marcas más pequeñas como Bobbie. Si ya le estás dando a tu hijo una de las fórmulas de nuestra lista con niveles comparativamente más algos de contaminantes, hay varias medidas que puedes tomar.”
Estos son los resultados de nuestras pruebas y la posible procedencia de estas toxinas.
Lo que encontramos en nuestras pruebas
Arsénico
El problema: El arsénico es un metal pesado de origen natural y cancerígeno para el ser humano. Se origina en la corteza terrestre, pero puede contaminar las aguas subterráneas, así como el suelo y los alimentos que crecen en él. La contaminación por arsénico también puede deberse a procesos industriales como la fracturación hidráulica y la fabricación de pesticidas.
La Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades ha clasificado el arsénico como la sustancia más tóxica del medio ambiente, y la forma más tóxica de arsénico se conoce como arsénico inorgánico, un conocido carcinógeno para personas de todas las edades. Las pruebas realizadas por Consumer Reports en el pasado han encontrado niveles elevados de arsénico inorgánico en jugos de fruta, alimentos infantiles y agua embotellada.
“El arsénico en niveles altos, por supuesto, es un veneno”, dice el doctor Mark R. Corkins, profesor de pediatría en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee en Memphis. “Con el tiempo, aumenta el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer. Así que, a largo plazo, el arsénico es una gran preocupación”.
Los resultados: Las pruebas de CR sobre la leche de fórmula infantil constaron de dos pasos. En una primera prueba se midió el arsénico total y en una segunda prueba se extrajo el arsénico inorgánico, el más tóxico.
Nuestras pruebas encontraron el nivel más alto de arsénico inorgánico en EleCare Hypoallergenic, de Abbott Nutrition, con 19.7 partes por billón (ppb), y el segundo más alto en Similac Alimentum, también de Abbott, con 15.1 ppb. Abbott dijo a CR en un comunicado de prensa que la empresa estaba preocupada por nuestra metodología y que los metales pesados existen en el medio ambiente y que estas sustancias “pueden estar presentes en cantidades mínimas en los productos alimenticios, incluyendo todas las marcas de fórmula infantil e incluso la leche materna”. No hay límites establecidos para el arsénico en la leche de fórmula, pero a modo de comparación, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) limita el arsénico en el agua potable municipal a 10 ppb; la FDA tiene el mismo límite para el agua embotellada.
También calculamos un “cociente de peligrosidad”, es decir, el nivel por debajo del cual no cabe esperar efectos adversos para la salud, suponiendo que un bebé de 3 meses de tamaño medio ingiera una cantidad media al día. Puedes consultar la metodología de nuestras pruebas aquí. Aunque la mayoría de las fórmulas que analizamos estaban por debajo de nuestro cociente de peligrosidad para el arsénico, en total, ocho de las 41 fórmulas superaban el límite y dos más estaban muy cerca de él.
Lo que dicen los expertos: “Debo decir que es una situación bastante escandalosa”, declaró el doctor David Carpenter, director del Instituto de Salud y Medio Ambiente de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany, cuando conoció los resultados de las pruebas de CR. Tanto él como Corkins especularon con la posibilidad de que el origen del arsénico en la fórmula infantil fuera el agua potable contaminada que se utilizó durante el proceso de fabricación antes de deshidratarla para envasarla, aunque no es posible saberlo con certeza.
Si el arsénico procede del agua utilizada en el proceso de fabricación, puede filtrarse o eliminarse de otro modo. Si, por el contrario, los metales pesados se introducen a través de otro ingrediente, como una fuente de proteína, no hay forma fácil de extraerlos; el fabricante tiene que buscar otros ingredientes que no estén contaminados.
“No hay excusa para que haya arsénico en los alimentos o fórmulas para bebés”, dice Carpenter. “Absolutamente ninguna. La industria debería hacer todo lo posible para asegurarse de que no está ahí”.
Plomo
El problema: Otro metal pesado de la categoría de los naturales, pero todavía tóxico es el plomo. Aunque el plomo es conocido por dañar el desarrollo infantil a través de la exposición a la pintura y las tuberías viejas, también puede contaminar los alimentos a través de la tierra en la que se cultivan o a través del agua utilizada para el riego. Los efectos neurológicos del plomo en los bebés y niños expuestos pueden ser profundos.
Mientras que la exposición al arsénico presenta un riesgo más preocupante a largo plazo, el plomo tiene implicaciones inmediatas más graves, afirma Corkins. La exposición al plomo se ha relacionado con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, problemas de conducta y disminución del cociente intelectual. “Por la forma en la que afecta al desarrollo cerebral, cuando hablamos de niños, a corto plazo me preocupa más el plomo”.
Sin embargo, dada su presencia en el medio ambiente, es difícil conseguir que el agua o los alimentos estén realmente libres de plomo. Por eso el plan de vigilancia de la FDA se llama Closer to Zero [Más cerca de cero]. Sus pautas para los fabricantes de alimentos para bebés y niños pequeños son mantener el plomo por debajo de 10 o 20 ppb, según los ingredientes, pero las pautas de Closer to Zero no incluyen la leche de fórmula infantil. La EPA solo toma medidas si se detecta que un suministro público de agua contiene más de 15 ppb de plomo, aunque su “objetivo no aplicable” es de 0 ppb.
Los resultados: Como esperábamos, las pruebas de CR encontraron plomo en casi todas las fórmulas. Los niveles de plomo oscilaban entre el 1.2 ppb y 4.2 ppb, por debajo del objetivo Closer to Zero de la FDA, pero los expertos de CR creen que esos niveles son demasiado altos. Prefieren utilizar el Nivel de Dosis Máxima Admisible (MADL por sus siglas en inglés), más conservador, establecido por la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California, porque es la norma disponible que ofrece más protección. En 18 de las fórmulas que probamos, la ingesta de plomo para un bebé promedio de tres meses se situaría entre el 50% y el 100% del límite MADL más conservador.
Esto es importante porque la leche de fórmula no es la única fuente potencial de exposición al plomo para la mayoría de los bebés. También están el polvo y la tierra del hogar, por ejemplo, u otros alimentos para bebés de más de seis meses que comen tanto leche de fórmula como sólidos. CR analizó la leche de fórmula en polvo en su forma seca, pero mezclarla con agua del grifo que contenga plomo también aumentaría el nivel de exposición diaria.
Lo que dicen los expertos: “Es prácticamente imposible llegar a cero con el plomo”, dice el doctor Steven Abrams, profesor de pediatría en Dell Medical School de la Universidad de Texas en Austin. “Dicho esto, cuanto más bajo, mejor”.
“Sabemos que no hay un nivel seguro de exposición al plomo”, afirma Hannah Gardener, profesora del departamento de neurología de la Universidad de Miami que ha investigado la contaminación por metales pesados en las fórmulas infantiles. “Obviamente, los bebés necesitan comer. Así que tiene que haber muchas opciones de alimentos y fórmulas en el extremo más bajo de la gama de contaminación. Los fabricantes tienen que hacer muchas cosas para proteger a los consumidores, como realizar pruebas rigurosas y repetidas de sus productos y revelar los niveles de contaminación a los consumidores”
CR analizó las 41 fórmula en polvo para bebés más populares del mercado en busca de metales pesados, BPA, PFAS y otras sustancias químicas.
Photo: Consumer Reports
PFAS
El problema: CR también analizó todas las fórmulas en busca de PFAS. A veces denominadas “sustancias químicas para siempre”, las PFAS son contaminantes fabricados por el hombre que están tan presentes en el medio ambiente como son de larga duración en nuestro organismo. Parece que cada día salen a la luz nuevas investigaciones sobre el daño potencial que causan en la inmunidad, la fertilidad y la longevidad humanas a medida que las PFAS a las que estamos expuestos se acumulan en nuestra sangre.
Los resultados: A los científicos de CR no les sorprendió encontrar al menos algunas de las decenas de miles de compuestos PFAS en casi todas las fórmulas que analizamos. Sin embargo, muchos de los compuestos presentes son menos conocidos que los llamados compuestos heredados, cuyos riesgos para la salud son bien conocidos, y para los que la EPA ha establecido límites en el agua potable. El único de estos compuestos más antiguos que encontramos en las fórmulas fue el PFOS, y lo hallamos en varios productos de fórmula.
Estos resultados no se incluyen en la gráfica siguiente porque solo analizamos una muestra de cada tipo de fórmula, lo que no es una prueba lo bastante sólida como para decir cuáles productos tienen PFOS y cuáles no. Pero CR cree que es un tema que merece un análisis más detallado.
Lo que dicen los expertos: “No creo que los padres puedan elegir la forma de evitar las PFAS en la dieta de sus hijos; es más bien una mentalidad cercana a cero la que tenemos que empezar a adoptar en lo que respecta a las PFAS en los alimentos”, afirma Courtney Carignan, epidemióloga del medio ambiente de la Universidad Estatal de Michigan, en East Lansing. Sin embargo, según Carignan, una buena medida que pueden tomar los padres preocupados por las PFAS es analizar y filtrar el agua potable que utilizan para mezclar la leche de fórmula en polvo.
Otras sustancias químicas preocupantes
El problema: También analizamos la presencia de bisfenol A (BPA) y acrilamida, otras dos sustancias químicas conocidas por ser perjudiciales para la salud de los bebés. El BPA es una sustancia química de origen humano que se utiliza para hacer más resistentes los plásticos, y las investigaciones han demostrado su tendencia a filtrarse del plástico a los alimentos, así como su propensión a interferir en el funcionamiento normal de las hormonas. El uso de BPA está prohibido en biberones y envases de fórmula infantil; según los expertos, cualquier resto de BPA encontrado en las fórmulas podría proceder de un envase de plástico utilizado para contener uno de sus ingredientes.
Puede ser que la acrilamida no sea tan conocida como las anteriores; es lo que se denomina un “contaminante de proceso”, el subproducto de una reacción química que se produce durante el proceso de fabricación. La FDA ya ha advertido a los consumidores sobre la presencia de acrilamida en alimentos ricos en carbohidratos que se cocinan a altas temperaturas, como las patatas fritas y asadas y los cereales. Decidimos analizar su presencia en la leche de fórmula porque, aunque la FDA aún no ha fijado límites para la acrilamida en los alimentos, la EPA la ha clasificado como probable carcinógeno.
Los resultados: Nuestras pruebas detectaron BPA y acrilamida en una sola fórmula: Nutramigen de Enfamil, una alternativa a la leche de vaca recomendada habitualmente para bebés sensibles a las proteínas lácteas. Mead Johnson, fabricante de la fórmula, rebatió el hallazgo de CR, afirmando que “contradice cientos de resultados de varios años de pruebas realizadas tanto en materias primas como en productos acabados por expertos en seguridad alimentaria de Mead Johnson en el marco de un programa de seguridad alimentaria específicamente adaptado a la fórmula infantil”. Las otras 40 fórmulas analizadas no contenían BPA ni acrilamida. Y aunque los fabricantes suelen sustituir el BPA por compuestos similares, como el BPS o el BPF, que pueden plantear los mismos problemas de salud, no los encontramos en ninguna fórmula.
Lo que dicen los expertos: Los resultados de las pruebas de CR muestran una gran mejora en el sector. Los expertos con los que hablamos se alegraron de saber que solo una fórmula contenía BPA, y dijeron que si hubiéramos hecho esta misma prueba hace 10 años, probablemente habríamos encontrado muchas más. Aun así, el BPA es nocivo en pequeñas cantidades, por lo que sigue siendo preocupante detectarlo en un alimento destinado a los recién nacidos.
“El BPA tiene actividades similares a las hormonas, lo que significa que no se necesita mucho para ejercer una influencia muy poderosa”, dice la doctora Patricia Hunt, profesora de la Escuela de Biociencias Moleculares de la Universidad Estatal de Washington en Pullman. “Los efectos del BPA en el desarrollo son preocupantes, porque el cerebro y el cuerpo de los bebés aún están en desarrollo, y hay muchos sistemas de órganos diferentes que pueden verse afectados”.
Buenas noticias de las pruebas de CR
También analizamos todas las fórmulas en busca de otros dos metales pesados: cadmio y mercurio, cada uno de los cuales conlleva sus propios riesgos para la salud. No se detectó mercurio en ninguna de las fórmulas, y el cadmio se encontró en niveles tan bajos que los expertos de CR no lo consideran preocupante.
Las pruebas también incluían un análisis del contenido de potasio de cada fórmula. Se trataba de una comprobación del contenido nutricional de la fórmula, no de su posible contaminación. En 2024, la FDA emitió advertencias sobre ciertas fórmulas porque tenían niveles excesivos de potasio, lo que puede ser peligroso. La buena noticia es que ninguno de los niveles de potasio medidos en las pruebas de CR superaba el límite máximo establecido por la FDA. Algunas de las fórmulas estaban por debajo del límite inferior, pero no eran tan bajas como para ser preocupantes.
Y aquí está la mejor noticia para los padres: Aparte de los resultados más preocupantes sobre el arsénico, el plomo, el BPA y la acrilamida, nuestras pruebas descubrieron que todavía hay muchas opciones más seguras de fórmulas infantiles ampliamente disponibles en el mercado.
Para determinar el riesgo potencial planteado por las fórmulas infantiles en las pruebas de CR, utilizamos límites de exposición diaria basados en la salud y reconocidos internacionalmente para el plomo, el arsénico inorgánico, el cadmio, el mercurio, el BPA y la acrilamida. Nuestros resultados indican qué productos tenían niveles comparativamente más altos, y no son evaluaciones de si un producto supera una norma legal. Utilizamos estos niveles porque no existen límites federales para los contaminantes en las fórmulas para bebés, y los científicos de CR creen que estos niveles son los que más protegen y están disponibles. Lee la metodología completa (PDF) y consulta los resultados completos de las pruebas (PDF).
Las empresas de fórmulas infantiles responden
Analizamos 41 tipos de leche de fórmula, fabricados por 14 empresas, pero el mercado estadounidense está casi totalmente dominado por un puñado de fabricantes de leche de fórmula. Aproximadamente la mitad de las fórmulas que se compran en Estados Unidos se adquieren a través del Programa Especial de Nutrición Complementaria para Mujeres, Bebés y Niños (WIC), y casi todas ellas las fabrican solo dos empresas: Abbott y Mead Johnson. Abbott fabrica Similac y EleCare, mientras que Mead Johnson fabrica Enfamil y PurAmino.
Así que lo que hacen estas dos empresas tiene una enorme repercusión en el mercado de las fórmulas infantiles en su conjunto: basta con ver el efecto dominó que tuvo el cierre de una planta de Abbott en 2022 en el suministro de fórmulas para bebés en todo el país.
Una tercera empresa, Perrigo, es responsable de la fabricación de muchas marcas conocidas de las tiendas, como Kirkland Signature de Costco, Member’s Mark de Sam’s Club, Up&Up de Target y Parent’s Choice de Walmart, así como Dr. Brown’s.
En conjunto, las fórmulas fabricadas por estas tres empresas (Abbott, Mead Johnson y Perrigo) representan el 79% del mercado estadounidense, según estimaciones de 2022.
CR envió preguntas a todas las empresas sobre los tipos de contaminantes que analizan en sus ingredientes y productos, sus umbrales de contaminantes permitidos, y lo que las empresas pensaban que podrían ser las fuentes de cualquiera de los contaminantes que encontramos en nuestras pruebas. También nos pusimos en contacto con las empresas que producían fórmulas en las que no encontramos contaminantes, para tratar de averiguar qué estaban haciendo bien.
Abbott Nutrition, fabricante de Similac y EleCare, y Mead Johnson, fabricante de Enfamil, enviaron respuestas detalladas a los resultados y preguntas de CR. Estas empresas, que dominan el mercado de las leches de fórmula, tienen productos que aparecen en todas las categorías, desde las “Mejores opciones” hasta las “Peores opciones”. Ambas empresas rebatieron los resultados de CR y subrayaron que nunca añaden intencionalmente metales pesados o sustancias químicas a sus productos. También afirmaron que la presencia mínima de metales pesados en los alimentos no es un problema exclusivo de las fórmulas infantiles.
“Abbott cuenta con un proceso de calidad de varios pasos para los metales pesados con el fin de garantizar que los niveles satisfagan todos los requisitos reglamentarios pertinentes en todos los países en los que trabajamos”, escribió el doctor Hakim Bouzamondo, vicepresidente de Abbott Nutrition, añadiendo que no estaba de acuerdo con que CR utilizara las métricas extra conservadoras de California para evaluar el riesgo.
Un portavoz de Mead Johnson describió los “estrictos protocolos de prueba” de la empresa y escribió que la compañía está “comprometida a proporcionar los más altos niveles de calidad y seguridad para todos nuestros productos de fórmula infantil, como lo demuestra el hecho de que los padres y pediatras han confiado en nuestros productos nutricionales infantiles durante casi 120 años”.
Perrigo, que fabrica la leche de fórmula Dr. Brown’s y muchas de las marcas más populares que analizamos, como Kirkland, Parent’s Choice, Member’s Mark y Up&Up, también nos dijo que examina sistemáticamente sus fórmulas en busca de metales pesados. “Estos compuestos y las PFAS también se encuentran en la leche materna”, escribió un portavoz. “Sus niveles en la fórmula infantil son insignificantes y muy por debajo de las regulaciones en Estados Unidos y en todo el mundo”.
La empresa matriz de Kabrita, una leche de fórmula a base de leche de cabra que incluimos en la categoría “Peores opciones” porque contenía arsénico y plomo en nuestras pruebas, dijo a CR que los niveles que encontramos están por debajo de los límites reglamentarios, y afirmó que es la única que publica en su sitio web los datos de sus pruebas de metales pesados para cada lata de leche de fórmula que vende.
ByHeart, cuya fórmula se incluyó en nuestra categoría de las “Mejores opciones”, nos dijo que “el objetivo de ByHeart es limitar [los metales pesados] a los niveles más bajos razonablemente alcanzables”, lo que se esfuerza por conseguir mediante pruebas constantes y una cuidadosa selección de proveedores.
Danone, el fabricante de la fórmula Neocate en nuestra categoría de las “Buenas opciones”, dijo que si bien la FDA aún no ha establecido los niveles de seguridad para los metales pesados en la fórmula para bebés, Danone se mantiene dentro de las pautas de la Unión Europea. Las otras dos fórmulas de Danone en nuestras pruebas, Happy Baby Organics y Aptamil, ya no están a la venta en Estados Unidos, pero entraron en el rango de las “Mejores opciones” según las pruebas.
Las fórmulas de Bobbie están todas en nuestra categoría de las “Mejores opciones”, incluida su marca Baby’s Only Organic. Remi Levoff, directora de comunicación de Bobbie, dijo a CR: “Nos enorgullecemos de estar obsesionados con las pruebas”, y añadió que “ni un solo lote sale de las instalaciones hasta que pasa por 2,000 puntos de control de calidad”.
A2, Bubs y los fabricantes de Earth’s Best, HiPP, Holle y Kendamil no respondieron a las peticiones de CR para hacer comentarios.
El hecho de que el consumo de toxinas sea hasta cierto punto una realidad no significa que los fabricantes de alimentos no puedan y no deban hacerlo mejor, afirman los expertos en seguridad alimentaria de CR, especialmente los fabricantes de un alimento tan crucial para la salud y el desarrollo como las fórmulas infantiles.
“Los fabricantes deberían estar analizando continuamente todas sus materias primas entrantes, sus procesos, sus envases y sus productos salientes en busca de contaminantes como estos”, dice el doctor James E. Rogers, director de investigación y pruebas de seguridad de productos y alimentos de Consumer Reports. “El hecho de que algunos niveles en nuestras pruebas sean más bajos que otros, y muchos sean indetectables, solo demuestra que es posible fabricar alimentos más seguros”.
¿Quién es responsable de la seguridad de las fórmulas para bebés?
Que las fórmulas para bebés estén reguladas es un fenómeno relativamente nuevo y el resultado directo del activismo de dos madres muy motivadas.
Carol Laskin y Lynne Pilot tuvieron bebés que enfermaron gravemente y tuvieron que ser hospitalizados en 1979 debido a una deficiencia de cloruro después de que una empresa de fórmulas para bebés cambiara discretamente sus ingredientes. Laskin recuerda cuando se enteró de que la leche de fórmula era el origen de los problemas médicos de su hijo y llamó a la FDA para alertarlos. Preguntó cuál era la normativa exacta sobre fórmulas infantiles. La respuesta le sorprendió: “No hay ninguna”. Las pautas que existían eran voluntarias, le dijeron.
“Les dije: ‘¿Cómo es posible que no se regulen las fórmulas para bebés? Es la única nutrición que reciben algunos niños durante sus primeros seis meses de vida, ¿cómo se puede justificar eso?’”, recuerda hoy Laskin. “Me contestaron: ’Llevamos años intentando que el Congreso nos dé ese poder’”.
“Les dije: ’Eso es una locura. Voy a cambiar eso. Voy a conseguirles ese poder’”. Laskin se ríe: “En ese momento, me colgaron porque pensaron que estaba loca”.
Laskin no tardó en comunicarse con Lynne Pilot, después de que sus hijos fueran vistos por el mismo especialista en riñón pediátrico; juntas trazaron un plan. Ambas, junto con sus familias, llamaron a la prensa y aparecieron en televisión para difundir su historia. Pidieron a otros padres con experiencias o preguntas similares que escribieran a un apartado postal de correo que habían creado; Laskin dice que recibieron 50,000 cartas. Presionaron incansablemente a los miembros del Congreso. Finalmente, sus esfuerzos tuvieron éxito. En 1980, se promulgó la Ley de Fórmulas Infantiles, que otorgaba a la FDA autoridad para garantizar que todas las fórmulas cumplieran con determinados requisitos nutricionales.
El presidente Jimmy Carter invitó a Lynne Pilot (centro) y Carol Laskin (derecha) al Despacho Oval para la firma de la Ley de Fórmulas Infantiles de 1980. Pilot lleva en brazos a su hijo Bradley; Benjamin, el hijo de Laskin, sostiene el teléfono del presidente
Photo: Courtesy of Carol Laskin
Laskin cree que algunas personas en su vida se sorprendieron al verla transformarse en activista. “Yo era una persona muy tímida”, dice. “Pero le hicieron daño a mi bebé. Y ni Lynne ni yo queríamos que otros padres tuvieran que pasar por lo mismo que nosotras”.
Las fórmulas para bebés siguen siendo hoy en día uno de los alimentos más regulados del mercado. Sin embargo, esa regulación sigue centrándose en los componentes nutricionales de las fórmulas y en la prevención de la contaminación bacteriana. Se presta menos atención a la posible contaminación de las fórmulas por las toxinas introducidas por sus materias primas.
Los contaminantes del medio ambiente representan un problema para todo nuestro suministro de alimentos, afirman los expertos de CR. Pero el problema es mucho más urgente en el caso de la leche de fórmula, dada la vulnerabilidad de los bebés que dependen de ella.
La FDA ha declarado que se toma muy en serio la seguridad de las fórmulas para bebés. Un portavoz de la FDA le dijo a CR que ha analizado las fórmulas infantiles en busca de contaminantes como parte del Estudio de la Dieta Total (TDS), un estudio de los alimentos a la venta en Estados Unidos, y que no se encontraron PFAS ni acrilamida en esas muestras, y solo niveles bajos o no detectables de plomo, arsénico total y cadmio.
Pero este estudio ha sido muy limitado: Solo hay seis muestras de leche de fórmula en los datos de la TDS desde 2018. En 2023, se inició una nueva encuesta centrada en las fórmulas para bebés; los datos aún no se han publicado. Y la campaña Closer to Zero de la agencia para reducir los metales pesados en los alimentos para niños no se aplica a la fórmula infantil.
Ante la falta de recursos y autoridad, la FDA ha tenido que confiar en la industria para realizar sus propias pruebas de sus productos. Pero los resultados de las pruebas de CR sugieren que este sistema de supervisión interna puede no estar a la altura del reto de mantener los contaminantes fuera de la leche de fórmula y otros alimentos.
“Existen niveles de acción para algunos de estos contaminantes, sobre todo para el plomo, así que si la FDA detecta niveles elevados, tomará medidas”, afirma Brian Ronholm, director de política alimentaria de CR. “Pero el problema es que se trata de una medida de reacción. No hay suficientes controles preventivos”.
La FDA lleva mucho tiempo limitada por la falta tanto de recursos como de autoridad para llevar a cabo toda la supervisión que tiene encomendada. En 2021, solo se dedicaron $4.7 millones (el 0.08% del presupuesto total de la dependencia) a la protección de las fórmulas para bebés, con solo 19 empleados de tiempo completo. El presupuesto y el personal aumentaron ligeramente tras la escasez de 2022, pero los recursos dedicados a mantener la seguridad de las fórmulas infantiles siguen siendo una pequeña fracción del presupuesto de la dependencia. Los recientes cambios en el programa de alimentos de la FDA este año, incluyendo repentinos recortes de personal y una congelación del gasto, significan que sus capacidades podrían reducirse aún más.
“Una dependencia con escasez de personal y de recursos podría poner en peligro que contemos con una fuerza de inspección bien formada para proteger nuestro sistema alimentario”, afirma Ronholm. “Uno pensaría que intentar proteger a los bebés debería ser la máxima prioridad en seguridad alimentaria”.
Cuando CR contactó inicialmente a la FDA (antes del anuncio del 18 de marzo), la respuesta de la agencia fue similar a la que Carol Laskin recibió en su llamada telefónica hace más de cuatro décadas.
“Bajo la ley actual, no existe un requisito expreso para que los fabricantes de fórmulas infantiles analicen los ingredientes o productos finales en busca de contaminantes químicos, como elementos tóxicos”, dijo un portavoz de la FDA a CR. “Tales pruebas ayudarían a evaluar los niveles de contaminantes en dichos alimentos, y la FDA ha solicitado previamente al Congreso un requisito expreso de que los fabricantes analicen los ingredientes de los alimentos y los productos finales para detectar contaminantes”.
Lo que los padres deben saber
Enterarse de que hay metales pesados, PFAS y otras toxinas en las fórmulas para bebés puede ser alarmante, y los expertos y defensores de CR creen que la industria y los organismos reguladores podrían hacer más para mantener la seguridad de las fórmulas. Pero la leche de fórmula aporta nutrientes vitales y es la mejor opción (de hecho, la única) para los padres que no pueden o no quieren amamantar.
Las pruebas de CR también revelaron que existen muchas opciones accesibles y menos caras para las familias que alimentan a sus hijos con leche de fórmula. Esto es importante porque encontrar la fórmula adecuada puede ser un proceso lento, y a veces costoso, de ensayo y error. Es posible que el bebé necesite una fórmula concreta para las alergias o el reflujo, o que simplemente no le guste el sabor de una fórmula y la rechace.
“Algo en lo que no había pensado, y que no creo que muchas madres primerizas piensen de antemano, es que por supuesto tú, como madre, eliges la leche de fórmula, pero también tienes que ver qué tolera tu bebé”, dice Hannah Stoppelman, empleada de CR y madre que pasó por varias muestras de leche de fórmula de su pediatra antes de encontrar una que su hija recién nacida pudiera comer y retener. “No puedes controlarlo todo”.
Con docenas de fórmulas infantiles en el mercado, es difícil saber cuál tomará tu bebé. Habla siempre con tu pediatra sobre lo que te preocupa.
Photo: Consumer Reports
Esto es lo que los padres pueden tener en cuenta sobre la información de nuestras pruebas.
Mantén los resultados de las pruebas en perspectiva. Los contaminantes ambientales están presentes en nuestro suministro de alimentos, y todos los contaminantes de nuestras pruebas (arsénico, plomo, BPA, acrilamida y PFAS) también se han detectado previamente en la leche materna, los alimentos y el agua.
Habla con tu pediatra. Si te preocupa alguno de los resultados aquí mencionados y crees que deberías cambiar la fórmula que le das a tu bebé, consulta primero con tu pediatra. A veces, cambiar de fórmula es fácil, pero algunos bebés podrían no tolerar experimentar con diferentes marcas.
Nunca intentes preparar tu propia fórmula ni ofrecer alimentos alternativos. Es peligroso desde el punto de vista nutricional, y si el objetivo es evitar los metales pesados u otros contaminantes, ten en cuenta que los ingredientes que uses para tu propia receta probablemente también los contengan.
Conseguir las concentraciones adecuadas de nutrientes, electrolitos y líquidos en la leche de fórmula es crucial, y prácticamente imposible de hacer uno mismo, dice la doctora Darria Long Gillespie, médico de urgencias certificada y profesora clínica adjunta en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee. También afirma que durante la escasez de leche de fórmula vio cómo llevaban a los bebés a la sala de emergencias con “niveles peligrosos de electrolitos o presión arterial baja, debido a la leche de fórmula aguada o casera”.
Usa agua limpia para mezclar con la fórmula en polvo. La EPA establece límites para los contaminantes del agua del grifo en la mayor parte del país, pero no en todas partes. Si bebes agua de un pozo, por ejemplo, esa agua no está regulada por la EPA. Por lo tanto, es recomendable analizar el agua de pozo para detectar metales pesados y PFAS antes de utilizarla. Puedes ponerte en contacto con las autoridades de salud locales si tienes dudas, y si te preocupan los contaminantes ambientales propios de tu zona, considera utilizar agua embotellada o invertir en un sistema de filtración.
Recuerda que no todo depende de ti. CR recomienda las “Mejores opciones” y señala opciones comparativamente más altas de contaminantes, basándose en pruebas realizadas en un determinado momento. Pero la presencia de contaminantes ambientales y químicos en las fórmulas infantiles no es un problema que los padres puedan necesariamente solucionar con dinero. “Me gustaría animar a la gente a dejar la responsabilidad de las familias en manos de los legisladores, la FDA y los fabricantes, para asegurarse de que los productos que existen, incluida el agua que se utiliza para mezclarlos, sean seguros”, como dice Abrams. “Simplemente que sean seguros”.
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