Contracciones cerebrales: qué son y cómo se relacionan con el sueño profundo
Investigación revela que el sueño de ondas lentas y REM está vinculado con un menor volumen cerebral en áreas clave para el Alzheimer

Productos con lavanda que ayudan a relajar los músculos para relajar el cuerpo y tener un sueño profundo. Crédito: Shutterstock
Un estudio reciente ha revelado hallazgos significativos sobre la relación entre los patrones de sueño y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, proporcionando nuevas perspectivas sobre cómo la calidad del sueño podría influir en la salud cerebral a largo plazo.
La investigación, publicada en el Journal of Clinical Sleep Medicine, ha encontrado que una menor cantidad de tiempo pasado en etapas específicas del sueño, como el sueño de ondas lentas y el sueño de movimientos oculares rápidos (REM), se asocia con volúmenes cerebrales reducidos en áreas del cerebro que son vulnerables al deterioro en la enfermedad de Alzheimer.

El estudio fue realizado por un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de Yale, encabezado por Gawon Cho, doctor en salud pública y actualmente asociado postdoctoral en la institución. En él participaron 270 personas, con una edad promedio de 61 años, que fueron analizadas durante un período que osciló entre los 13 y 17 años.
De estos participantes, el 53% eran mujeres. A lo largo del estudio, los investigadores utilizaron técnicas avanzadas de neuroimagen para medir el volumen cerebral de los participantes, en combinación con la polisomnografía, una herramienta que les permitió evaluar la arquitectura del sueño de los sujetos.
El hallazgo más relevante de la investigación es que los individuos que pasaban menos tiempo en las etapas de sueño profundo (sueño de ondas lentas) y en el sueño REM presentaban volúmenes más pequeños en áreas cerebrales cruciales, particularmente en la región parietal inferior.
Esta zona del cerebro es conocida por ser una de las primeras en sufrir cambios estructurales en el Alzheimer, lo que indica que la alteración en los patrones de sueño podría contribuir de manera significativa a los primeros signos de la enfermedad.
Factores que influyen
Los investigadores ajustaron los resultados tomando en cuenta una variedad de factores que podrían influir en la salud cerebral, tales como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la hipertensión y enfermedades cardíacas coronarias, con el fin de minimizar cualquier posible sesgo en los datos.

A pesar de estos ajustes, los resultados sugieren que la neuroactividad reducida durante el sueño podría estar vinculada con una mayor atrofia cerebral, lo que, en última instancia, aumentaría el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer, la causa más común de demencia, afecta actualmente a más de 6,7 millones de personas mayores de 65 años solo en los Estados Unidos, según la Asociación de Alzheimer.
Este número se espera que se duplique para el año 2060, lo que subraya la urgencia de encontrar formas de prevenir, retrasar o incluso curar la enfermedad. En este contexto, los hallazgos del estudio son especialmente significativos, ya que abren la puerta a nuevas oportunidades para la intervención.
La investigación proporciona un valioso paso adelante en la comprensión de los mecanismos subyacentes de la enfermedad de Alzheimer y sugiere que mejorar la calidad del sueño podría tener un impacto directo en la prevención de la atrofia cerebral y el deterioro cognitivo.
A medida que los estudios continúan, los investigadores esperan que estos nuevos conocimientos conduzcan a estrategias más efectivas para el manejo de la salud cerebral a largo plazo, ofreciendo esperanza a quienes están en riesgo de desarrollar esta devastadora enfermedad.
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