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Hijos de narcos asesinados y cuya muerte desató guerras entre cárteles

En el pasado había "códigos" entre narcotraficantes, como no meterse con la familia, pero con el tiempo estos se rompieron y la violencia aumentó

Violencia en México

Muchos de estos crímenes derivaron en crueles venganzas. Crédito: Ramon Espinosa | AP

En el mundo del crimen organizado las ”reglas” se han ido disolviendo. Respetar a mujeres y niños, no meterse con la familia ni con civiles eran parte de los “códigos” que las primeras generaciones de narcotraficantes guardaban.

Sin embargo, actualmente la violencia no distingue lazos familiares, y la realidad ha demostrado que entre los narcos no hay espacio para reglas.

Los asesinatos de hijos y familia directa de líderes de cárteles mexicanos dan cuenta de esto. Las traiciones entre grupos criminales se remontan a más de 30 años atrás.

La familia de “El Güero”

La ruptura de los códigos del narcotráfico en México se remonta a finales de los años ochenta y se relaciona no sólo al asesinato y tortura del agente especial Enrique Kiki Camarena, sino también a una violenta y entonces poderosa organización: el Cártel de Tijuana.

Los Arellano Félix cruzaron cualquier tipo de límite o código establecido cuando, en su afán de desestabilizar a sus contrincantes, fijaron su objetivo en la familia de Héctor El “Güero” Palma. En 1989 un sicario le envió una hielera que contenía la cabeza de su esposa y una grabación donde le mostraron cómo sus dos pequeños hijos eran lanzados desde lo alto de del Puente de la Concordia, en Venezuela.

Rafael Clavel, sicario contratado por los hermanos Arellano Félix, habría engañando a la esposa de “El Güero” Palma, Guadalupe Laija, al enamorarla y convencerla de irse con él y sus dos hijos a Sudamérica.

El duelo por la pérdida de su familia provocó la furia del capo, quien, junto a sus socios, desataron una cacería en contra de los líderes del Cártel de Tijuana, pero también de la familia de Clavel, al que tiempo después asesinaron en prisión.

Haber traspasado la norma de no tocar a las familias en el caso del Güero Palma fue tan solo el inicio de una serie de actos brutales cometidos por los Arellano Félix que terminaron por reconfigurar el hampa del país para siempre, según detalla el diario Milenio.

El hijo de “El Chapo”

En 2008, mientras el Cártel de Sinaloa se encumbraba a pasos agigantados a la cúpula del narcotráfico en México, una serie de acusaciones y traiciones con el Cártel de los Beltrán Leyva desató una sanguinaria disputa de la que ya no hubo vuelta atrás.

Uno de los casos más emblemáticos ocurrió hace 17 años en Culiacán, Sinaloa, cuando Édgar Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue asesinado a balazos frente a un centro comercial. Un grupo armado abrió fuego contra él y sus primos. Aunque nunca se esclareció quién ordenó el ataque, versiones apuntan a los Beltrán Leyva.

En 2008, la detención de Alfredo “El Mochomo” Beltrán Leyva rompió la alianza conocida como “La Federación”. Cegado por el coraje, Arturo, líder del cártel, acusó a “El Chapo” de haber traicionado a su hermano para obtener beneficios carcelarios para el joven Iván Archivaldo Guzmán Salazar, quien, dos meses más tarde, fue liberado tras pasar alrededor de tres años recluido en el Penal de El Altiplano.

Fue en ese contexto que ocurrió el asesinato de Édgar Guzmán López, el cual se convirtió en símbolo de que ni siquiera los hijos de los capos estaban a salvo.

Guzmán López murió en un centro comercial en Culiacán en compañía de sus primos César Ariel Loera y Arturo Meza Cázares cuando fueron atacados por un grupo de pistoleros no identificados.

Algunas versiones señalan que fue el mismo Arturo Beltrán Leyva quien ordenó el asesinato de Édgar Guzmán como represalia por la detención de “El Mochomo”, sin embargo, también circula la teoría de que fue el hijo de “El Mayo”, Vicente Zambada Niebla, quien dio la orden de ejecutar el ataque tras recibir información falsa de que gente de los Beltrán Leyva se encontraría en dicho estacionamiento aquella noche.

Sinaloa, más traiciones y venganzas

En 2015, la violencia volvió a golpear al Cártel de Sinaloa. En la ciudad de Culiacán un ataque armado dejó tres personas muertas. Una de ellas fue identificada como José Vicente Zambada Reyes, sobrino de “El Mayo” Zambada e hijo de Jesús Reynaldo Zambada García, alias “El Rey”.

El joven fue atacado a balazos mientras circulaba a bordo de una camioneta junto con sus escoltas. Su asesinato ocurrió mientras su padre cooperaba con las autoridades estadounidenses tras ser extraditado.

Una de las versiones señala que su muerte fue represalia por esa colaboración; otra apunta al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que en ese entonces ganaba terreno en el país, de acuerdo con InSight Crime.

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