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De indocumentado a empresario y filántropo: la historia de Jaime Lucero de Fuerza Migrante

En entrevista, el empresario Jaime Lucero comparte su historia, desde que llegó a EE.UU. sin papeles hasta crear una empresa y ayudar a otros migrantes

Jaime Lucero concedió la entrevista en su oficina en Nueva Jersey.

Jaime Lucero concedió la entrevista en su oficina en Nueva Jersey. Crédito: Jesús García | Impremedia

Sin más que la ropa que vestía, Jaime Lucero, Don Jaime, como se refieren a él sus colaboradores, llegó a Estados Unidos desde Puebla, México, en 1975, sin papeles, convirtiendo ese anhelo en una historia de éxito empresarial y de filantropía con la organización Fuerza Migrante.

Este año, Don Jaime cumple 50 años de haber llegado este país en busca del Sueño Americano, algo que ha alcanzado personal, profesional y filantrópicamente, pero esos logros no lo colocan en una zona de confort, sino de nuevos retos.

“Tenemos que educar a nuestra gente, que hay que presentar esas pequeñas batallas que al final hacen los cambios”, dice convencido sobre la importancia del activismo comunitario, de ir a votar, de lograr la ciudadanía cuando se tiene la oportunidad tras obtener la Green Card.

La entrevista ocurrió en la oficina de Don Jaime, donde una pared está llena de reconocimientos por su labor con la comunidad migrante, no solamente mexicana, sino en general, una labor que inició en Nueva York, pero se extendió a la zona triestatal y ahora a nivel binacional con la organización Fuerza Migrante.

En este momento, cuando usted mira hacia atrás cuando llegó a Estados Unidos hace 50 años, ¿cuál es el primer pensamiento que se le viene a la mente?

“El primer pensamiento es decir que hay mucho por hacer todavía, que estamos al inicio de un camino que, no todavía andado.”

El primer trabajo de Don Jaime fue como lavaplatos en un restaurante en Queens, Nueva York.
Crédito: Fuerza Migrante | Cortesía

Voy a insistir en esta pregunta, usted se ve hace 50 años siendo muy joven, llegando como indocumentado a este país, ¿cómo ve a ese joven ahora?

“Siento que el proceso que llevamos es transmitir eso […] de que podemos llegar en las condiciones que llegamos, sin documentos, con escasos recursos, casi sin preparación y es lo que queremos proyectar que es un proceso donde nosotros, si hay la voluntad política, por ejemplo, que hubo en el 86 de la reforma migratoria que hubo, pues esos son los frutos de que somos personas que podemos hacer las cosas bien y echar mano de toda nuestra capacidad de salir adelante.”

¿Cuál fue la fecha exactamente que usted llegó usted a EE.UU.?

“Septiembre 15 de 1975.”

¿Qué traía usted en su maleta, si es que traía una maleta, qué cargaba consigo?

“No traíamos maleta, solo lo que traíamos puesto.”

¿Cuál fue el camino que tomó cuando llego a EE.UU., dónde llegó y hacia dónde se dirigió?

“Llegamos a EE.UU., aquí en Nueva York, al cruzar el río pasamos por Denver, Colorado y de ahí nos pusieron en un avión y llegamos al [aeropuerto] Kennedy.”

Cuándo dice usted llegamos, ¿venía usted con alguien de su familia?

“Venía un primo conmigo, un primo que vive en Queens ahora.”

¿Cuál fue su primer trabajo?

“Mi primer trabajo fue en un restaurante, un restaurante de pescados y mariscos en Queens, ahí fue mi primer trabajo lavando platos.”

¿Y después que hizo?

“Pues solo acostumbrarte, hacerte fuerte en lo que estás haciendo. A mí me pareció tan fuerte el trabajo, que juraba que nada más iba a durar dos o tres día ahí, pero te preguntas: ¿a qué viniste?, ¿a encontrar un trabajo que te acomode?, si no sabes hacer nada, ¿qué más?, entonces fue mi único trabajo que tuve desde el principio, de ahí me independice.”

Jaime Lucero ha recibido varios reconocimientos por su labor empresarial y como filántropo.
Crédito: Fuerza Migrante | Cortesía

Vamos a quedarnos un poquito en esta primera etapa que es importante que la gente entienda, porque muchas veces la gente olvida de dónde viene y quiere borrar esa historia, pero yo he notado en algunas entrevistas, incluso anteriormente cuando hemos platicado con usted, que eso es algo que a usted, digamos, lo hace más fuerte de algún modo, ¿no?, recordar de dónde viene, dónde estuvo y cómo logro avanzar. ¿Cuántos años duró en ese trabajo?

“Seis años, seis años.”

Usted señala que se independizó, seis años después de eso. ¿Cómo le vino esa idea de crear un negocio?

“Para mí fue una señal, porque ya en seis años ya era el encargado de hacer compras en el restaurante y manejar un camión, ese camión era donde transportábamos los insumos del mercado de vegetales y mariscos y andaba fallando mucho e insistí en que se cambiara esa unidad por algo mejor y al fin me oyeron y se compró otro camión, pero al ver ese camión te viene a la mente que cumple un ciclo, estaba a la venta, nadie lo había comprado, porque pues era un camión viejo y sin mucha seguridad y de ahí vino la idea: ‘Bueno si yo tomo el camión, salgo del restaurante y veo que hay más allá, que más hay fuera de aquí’, y ese fue lo que me hizo tener esa decisión, ganaba bien, no me puedo quejar, había avanzado mucho […], pero había que hacer eso, porque yo me preguntaba: ‘Bueno, después de seis años, ¿vine a trabajar en un restaurante?’, y ahí fue una decisión difícil, porque pues era trabajar por tu cuenta, eras dueño y comisionista de ese camión y fue un trance bastante difícil, pero para mí esa fue la señal de que hay que hacer el cambio, dejar la zona de confort y ver que más allá, que más te puede ofrecer el hecho de haber migrado”.

Ahora, compra el camión, ¿tenía ya un plan?

“Había un conocido que a veces pasaba por el restaurante y me platicó de la posibilidad de que yo tuviera un trabajo en una compañía en esas condiciones, el trabajo era de carga o sea cambiar mercancías de punto A al punto B, daban el 60% y la compañía cobraba el 40% de lo que pudiera cobrarse y ese era a comisión, pero tú te encargabas de todo del camión, entonces tenías que asegurarte que tuviera todo en regla.”

La labor de Jaime Lucero con organizaciones como Fuerza Migrante, lo ha llevado a dar ponencias en universidades como la de Harvard.
Crédito: Fuerza Migrante | Cortesía

En ese momento seguía usted siendo indocumentado.

“Sí, sí.”

Y luego vino una reforma en el 86 con el presidente Ronald Reagan, empujada mucho también por los demócratas en el Congreso, y usted se benefició con eso.

“Sí.”

¿Qué sintió cuando supo que tener esa posibilidad de regularizar su situación en EE.UU.?

“Bueno, te entusiasmas y piensas que es el momento de que empieza otra etapa, que es una nueva oportunidad de ser una persona que puede desarrollar aún más sus capacidades que trae.”

Cuéntenos un poco, en términos generales, ¿cómo fue el proceso de regularización?

“[Fue] conseguir una abogada en este caso y ella nos fue guiando a través de todo eso, papeles de pagos de impuestos, de todo lo que requieren en ese momento.”

¿Fue complicado, lo sintió complicado?

“No realmente, o sea, no, lo que pedían era lo que todo mundo deberíamos de tener.”

Cuando dice usted lo que pidieron es lo que deberíamos de tener, ¿a qué se refiere exactamente?

“Lo primero que van a ver es si pagas impuestos, el punto de partida, que no tengas récord criminal, eso es algo que pienso que, aquél que viene a trabajar, pues debe de tener [un récord limpio].”

Que se porten bien, como les dicen.

“Sí.”

Oiga, pero ahorita mucha gente está en temor por un nuevo acuerdo que podría haber entre la agencia migratoria y la Oficina de Impuestos Internos para revelar la información de los indocumentados que pagan impuestos, y hay mucha gente que he entrevistado que siente que ha traicionado a esos inmigrantes por recomendarles pagar impuestos, ¿qué piensa usted sobre eso?

“Es en lo que se van a basar, o sea, es una contradicción, pero yo pienso que eso se va a basar en el buen carácter de la persona, que cumples con lo que tienes, si no pues también es una gran arma para decir: ‘No pagaste impuestos, no cumpliste tus obligaciones y no vas a ser considerado’.”

Ahora, usted recibe el beneficio, ¿recibe primero una Green card o que fue lo que recibió?

“Sí, ese es el proceso, una Green Card, luego, después de cinco años te puedes volver ciudadano.”

¿Estaba ya usted casado, tenía alguna relación en ese momento?

“Sí.”

¿Su esposa era estadounidense o se regularizó también a través de ese proceso?

“No, ella se regularizó más tarde, ya como ciudadano la pedí y se hizo [ciudadana].”

Y eso les dio mayor certeza y usted ya estaba en el camino de iniciar una nueva empresa, vino como casi todo junto, de algún modo, para su vida una transformación completa. ¿Cuál fue el primer gran negocio, digamos que usted diga, este fue el parteaguas de esto que yo inicié comprando este camión?

“Después de alrededor de cuatro años de no verla llegar por ningún lado, por las dificultades, ya se empezó hacer una clientela base, la cual me permitió adquirir más unidades, más gente trabajando; y de ahí, pues gracias a Dios todo se va relacionando con el empeño que pongas en hacer tu negocio, las cosas, cómo organizas, cómo eres eficiente para lo que nos toca hacer.”

¿Cómo surge el nombre de la empresa?

“Al principio, cuando éramos camiones transportistas, era Azteca Enterprise. En 1992 ya se cambia a Golden & Silver, que ya es lo que trae la segunda etapa, que es recibir mercancías de varios países de Asía y ser una empresa de logística, a esa empresa se le llama Golden & Silver, que da la idea de que vendes oro y plata, pero eso era lo que mi madre hacía, para ayudarme en ese trance. Esos cuatros años que no la vimos llegar, ella muchas veces invirtió su dinero, nos ayudaba […] a pagar los gastos más urgentes, gasolina, etcétera, etcétera, entonces en honor a eso pues le pusimos Golden & Silver.”

¿En donde se instaló inicialmente, en New Jersey con esta nueva empresa o estaba todavía en Nueva York?

“Mira, en la etapa de transportista teníamos un espacio para estacionar camiones y todo y oficinas en el Lower East side, en Manhattan, era una zona de guerra entonces bastante complicado el asunto.”

Ahora muy moderno y ‘fancy’.

“Sí, allí empezamos y después en 1992 requerimos más espacio para almacenar cosas, siempre fue en la industria del vestido, entonces es cuando nosotros cambiamos a New Jersey, que es más cómodo, más fácil de llevar a cabo todo eso, y en ese entonces empezamos a rentar otras warehouses, espacios de almacenamiento.”

Jaime Lucero y Fuerza Migrante lograron una alianza con el Instituto del Caucus Hispano del Congreso.
Crédito: Fuerza Migrante | Cortesía

Usted crece, evoluciona personal, familiar, económicamente y hay un momento en el que siente que tiene que retornarle algo a la comunidad de algún modo. Es la forma en la que yo lo expreso, quizás no fue pensar en retornar, pero que usted quería hacer o contribuir con su comunidad, ¿cómo surge esa idea de empezar hacer algo?

“En 1978 se funda lo que es el club Azteca en Queens, fue tres años después de haber llegado, trabajaba en el restaurante, y la idea de crear algo para nosotros pues surge de ver tanta necesidad, la comunidad dispersa, buscamos algo […] que nos haga sentir que pertenecemos a algo, entonces se habilitó un sitio en la calle 106 en Northern Boulevard, que estaba abandonado el edificio y habría que, de verdad, hacer muchas, muchas reparaciones, se podía ver el cielo desde adentro […]. Entonces el reto era que, a cambio de un año sin renta, reparar el sitio; éramos como 25, entonces todos estábamos jóvenes, todavía éramos jóvenes trabajábamos en restaurantes básicamente, en algunas fábricas y eso, pero nos llamó la atención la idea de tener un lugar como ese.

“Entonces nos llevamos varios meses en hacerlo, nos parecía atractivo el trato que habíamos hecho y lo reparamos nosotros mismos, con ayuda de algunos que nos dieron su ayuda como para instalaciones eléctricas, instalaciones de agua, el drenaje, todo eso, era muy, muy envolvente y se logró ver un sitio que nos parecía un palacio, porque era grande, le cabía mucha gente, operamos por tres años.

“Se inauguró y mucha gente se acercó y hacíamos eventos para enseñar inglés y para hacer las cosas, esto no es que te sobra algo y lo des, sino [que] esa gente puso lo que realmente significativo, ponía tiempo, ponía su propio dinero, pusimos dinero de nuestra bolsa para comprar todo lo que era material de construcción, o sea, todo un esfuerzo que te da la idea de que si se puede hacer, no necesitas dinero, ni ser empresario, nunca se le ha dado a la comunidad lo que te sobra o lo que hay, no, es ver y hacer algo; eso es lo que siempre les digo, si te ven hacer algo, alguien más va a venir, y de esa manera nos hicimos de ese sitio.

“Operó por alrededor de tres años, pero todo era lírico, o sea los requisitos que quiere la Ciudad, pues nosotros no los sabíamos, no los hicimos, entonces las autoridades al ver que había mucha gente entrando y saliendo del lugar, pues decidieron inspeccionarlo por seguridad; […] entonces nos dijeron: ‘Mira, si quieres mantenerlo abierto, esta es la lista de cosas que vas a hacer’. Cuando nos la dieron eran como tres páginas de requisitos, pero tienen que hacerlo esta vez, tienen que hacerlo gente con licencia, electricistas todo lo que hay, bueno, lo cotizamos y todo, pero costaba $150,000 dólares en ese entonces.”

¡150 mil dólares de ese entonces! (Según amortization.org, el valor actual de $150,000 dólares a inicios de los años 1980 serían $617,2019 dolares).

“Sí, sí, era impensable que nosotros pudiéramos reunir con toda la buena voluntad y todo, es mucho dinero. Entonces nos cerraron el sitio y de ahí es donde tú te convences de que sí se puede hacer, si se puede lograr.

“La gente que participó nos dispersamos en el noreste, New Jersy, Connecticut, Nueva York, pero se les quedó esa enseñanza, entonces ahí surgen la mayoría de las organizaciones que ahora hay, unas existente todavía, otras ya no, pero formaron sus propias organizaciones y eso fue lo que conformó Casa Puebla Nueva York.”

¿Cuándo se funda se funda exactamente Casa Puebla?

“Como tal en 1998.”

¿Y cuál era el objetivo de Casa Puebla?

“Apoyo a la comunidad, todas las necesidades que nosotros vemos en la comunidad tratar de ayudar, lo que se pueda. […] Estuvo en Manhattan abierta, duró 40 años desde Club Azteca a Casa Puebla, esos fueron 40 años, ahorita serían 47, pero desde entonces casi todo se traslada hacia Fuerza Migrante, que es la siguiente etapa de una organización regional como era Casa Puebla Nueva York a decidir que, pues había que hacer otro esfuerzo todavía mayor para alcanzar a entender lo que está pasando en EE.UU.”
Luego viene esta decisión de invertir en México, en Puebla particularmente, ¿cómo surge esa idea, bajó qué concepto?

“Mira la idea de Casa Puebla, Fuerza Migrante, todo es colaborar con los gobiernos, con las organizaciones, con los activistas, con todos es construir algo. En esa ocasión llegó a la presencia del presidente [Vicente] Fox y a través de sus representantes nos invitaron a formar parte de un programa que se llamaba Adopta a una Microrregión, se denominaba el Programa Padrino y me pareció buena idea; me pareció que era la oportunidad de hacer algo en ese sentido, ver por la gente que está allá tenga una opción de no venirse para acá. Entonces sí se aceptó el trato, fuimos, se instaló una maquiladora de ropa que estuvo en San Salvador, El Seco [Puebla]; en 2001 se inauguró, fue Vicente Fox a inaugurarla, mucha gente de EE.UU., o sea lo quisieron hacer como un ejemplo, para que la gente que pudiera hiciera esas inversiones allí, era un muy buen programa, pero no prosperó mucho.”

Jaime Lucero con dos miembros del grupo Los Trigres del Norte.
Crédito: Fuerza Migrante | Cortesía

¿Por qué cree que no prosperó?

“Ahí entra todos los males que tiene México, la corrupción principalmente. Nosotros operamos cuatro años, se crearon cuatro mil empleos, era fuerte en la inversión también, pero […]pienso que México tiene un gran reto en combatir, que es la corrupción en todos los niveles: te cortan la luz, porque los postes están en terrenos de alguien más, o sea inventan mil cosas. Al final nos decomisan telas que iban de California a maquiladoras y las detienen arbitrariamente y las decomisan, porque para ellos el Golden & Silver de Puebla era fantasma, o sea que no existía, [a pesar de la presencia del] presidente Fox y la prensa de muchos países del mundo que invitaron para ver ese intento de que los migrantes participáramos, estuvieran ahí, no vas a hacer una inversión tan grande sin cuidar aspectos fundamentales de eso, entonces nunca los pude sacar de esa idea.”

A pesar de toda la base, como dice usted del lanzamiento, tuvo usted que cerrar.

“No, sobrevivimos un poco más, pero hizo un daño central, o sea estás hablando de que un cliente de aquí que no recibe su mercancía a tiempo y en forma, pues pierdes la confianza, la confianza era en el gobierno y como empresario, o sea el presidente se comprometió ahí públicamente a apoyar todos los esfuerzos y ahí no había nada que hablara de algo irregular, sobrevivió otros dos años tal vez, pero ya muy mermado el proyecto, y eventualmente China adquirió más este, se unió a la Organización Mundial de Comercio y eso vino a dar una verdadera tragedia porque muchos negocios cerraron incluyendo nosotros.”

¿Cómo ve ahora a México y esta estrategia de geolocalización, bueno si se puede llamar de esa forma, hay esa oportunidad para México, usted con la experiencia que tiene transportando mercancías y esta conexión?

“Siempre va a ver oportunidades, siempre hay que mantener esa de idea de que vamos mejorando, queremos mejorar y vamos a hacer ese esfuerzo.”

Fuerza Migrante se ha convertido en una organización fundamental en EE.UU. para los migrantes mexicanos, ¿cuáles son los pilares de la organización?

“Poder económico y político a través de la educación [son] los tres pilares que nosotros podemos decir.”
Pero la educación es como el eje.

“Sí.”

Sin educación nada.

“La educación es esto [dice apuntando a nuestra conversación], intercambiar ideas, entendernos entre nosotros que es lo único que nos va a llevar adelante, la comunicación, educarnos de que podemos hacer las cosas por nosotros mismos, no necesitamos la ayuda de los gobiernos, porque de todas maneras nos han ignorado desde siempre, entonces tenemos que tener la conciencia de que hace falta que nosotros hagamos nuestra parte.”

Y eso de algún modo obliga a los gobiernos a hacer su parte también, ¿no?

“Pues a veces, no siempre, pero tienes que estar convencido de hacerlo y nosotros tenemos que lograrlo; tenemos que dar nuestra batalla, entiendes, y en toda esta historia de la migración mexicana no se ha dado una batalla donde nosotros digamos, ganamos esto, hicimos esto, a pesar de que somos 40 millones de mexicanos [en EE.UU.], no aparecemos en ningún lado.”

Desaparecidos los mexicanos, mexicano-americanos, mexicanos migrantes en ambos lados de algún modo, ¿no?

“Así es, no puedes este ignorar los números también, somos el 20% de la fuerza electoral, pero somos el 2% de oficiales electos, algo que debe de despertar en nosotros esa, como le dijera, esa rebeldía no, ante esos números.”

Ir a votar es una rebeldía también, es una forma de rebelarse, ¿no?

“Así es, entonces eso es lo que tenemos que educar a nuestra gente que hay que presentar esas pequeñas batallas que al final hacen los cambios.”

Usted ha vivido muchos años en EE.UU. y ha enfrentado administraciones republicanas, demócratas; más moderadas, más extremistas, ¿qué le deja esta transición de gobierno en referencia a la labor que se hace para los inmigrantes?, ¿qué siente que estas administraciones, sin importar el partido, dejan realmente para los inmigrantes?, ¿se han preocupado realmente o se preocupan a veces solamente en el discurso?

“Se preocupan cuando hay elecciones, pero después ven que no tenemos esa unidad para votar en bloque [todos los latinos], por ejemplo y les da lo mismo; […] no hemos enseñado ese poder político que debemos tener.”

O sea, hay un problema también con la participación cívica de los propios inmigrantes que pueden votar, de no acudir a las urnas y de mandar el mensaje…

“La apatía, cuando llega un presidente como el actual [Donald Trump] a todos nos pone a correr para ver qué podemos hacer y eso, pero el trabajo es sostenido desde el principio, siempre tratar de construir, en reforzar esas organizaciones, hacer que la gente vaya a las urnas a votar, que se hagan ciudadanos.

“La primera vez que el presidente Trump llegó a la presidencia, nadie le concedía muchas oportunidades, pero llegó, entonces según los datos había 15 millones de mexicanos que no se hacían ciudadanos, gente con su Green Card y ya, ahí es donde hace falta esa educación que decimos, que se concienticen cuáles son sus prioridades.”

Volviendo a la misma pregunta, pero con referencia a México, debido a la conexión que usted tiene con México, con las administraciones que ha habido, ha habido transición del PRI, del PAN, ahora de Morena, ¿cómo siente en el tema migratorio que lo ha tratado, cual sería como su evaluación en general?

“Es muy poco el interés. El gobierno mexicano, por ejemplo, pues habla de las remesas y los grandes héroes de la migración, pero no se dan cuenta el costo humano que tiene esto de la separación de familias, o sea la separación de familias desafortunadamente empieza con el gobierno mexicano, no con Trump ni sus políticas anti inmigrantes, empieza allá, es donde dejamos nuestras familias, donde sientes esa necesidad de hacer cambios tan drásticos como eso y a las dos o tres semanas ya estás mandando remesas, o sea, ¿cuál es el interés?”.

Un último mensaje para los jóvenes mexicanos o de ascendencia mexicana en los EE.UU., las familias mexicanas, ¿qué les diría?

“Pues que tengan la consistencia de hacer algo todos los días diferente para mejorar sus condiciones, aprender, educarse para poder aspirar a algo mejor; […] que participen en lo que puedan en beneficio de la comunidad, especialmente ir a votar y hacer cosas que nos eleven el nivel.”

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