Jornalero es deportado por error en menos de 24 horas: reingresó con un monitor de tobillo
Jaime Galván Sánchez contaba con más de 20 años de residencia en EE. UU. al momento de su detención

El futuro legal de Jaime sigue en el aire. Crédito: Julia Demaree Nikhinson | AP
El caso de Jaime Galván Sánchez, un jornalero con más de dos décadas viviendo en Estados Unidos, ha generado indignación en la comunidad migrante tras conocerse que fue deportado a México por error y obligado a reingresar con un monitor de tobillo. La confusión se produjo en Texas y dejó en evidencia fallas en los protocolos migratorios.
Según reporta The Texas Tribune, Galván fue detenido en su trabajo y, sin recibir un proceso adecuado, enviado a México.
Menos de 24 horas después, las autoridades reconocieron la equivocación y permitieron su retorno, aunque bajo estrictas condiciones que complican su vida diaria.

El error que lo cambió todo
La detención de Galván se dio mientras el padre de familia se encontraba manejando un tractor, el cual bloqueaba una calle. Cuando un oficial le pidió identificarse, Jaime no pudo hacerlo, ocasionando su arresto.
En cuestión de horas, se transformó en una deportación acelerada. La Patrulla Fronteriza lo escoltó hasta México, a la ciudad fronteriza de Reynosa, ignorando que contaba con residencia legal en proceso. Desde el inicio del proceso, su hija, Geovanna, se convirtió en su principal apoyo y el de su familia, hablando con diversas autoridades.
Tras admitir el error, le permitieron reingresar el 31 de enero. Sin embargo, le fue colocado un monitor de tobillo, lo que le impedía trabajar hasta que se resuelva su caso.
Lo anterior ocasionó estrés financiero en su familia debido a que fungía como el sostén del hogar. De igual manera, esto generó un miedo generalizado entre su esposa e hijos, quienes decidieron “encerrarse” en su hogar por temor a ser detenidos tras lo sucedido con Jaime.

El futuro legal de Jaime
Tras su regreso a Estados Unidos, Jaime comenzó a presentarse puntualmente a las citas con funcionarios de inmigración, acompañado siempre por su familia. En marzo, pensó que recuperaría algo de libertad cuando le retiraron el monitor de tobillo, reemplazándolo por una aplicación en su teléfono para registrarse semanalmente. Sin embargo, esa ligera calma se vio opacada por la advertencia de que podría ser detenido en cualquier momento.
El temor no era infundado. En una de sus visitas posteriores, Jaime volvió a salir del edificio del DHS con el monitor colocado, siguiendo lo que funcionarios describieron como una “nueva regulación”. Ese mismo día, varios de los presentes fueron detenidos y otros, como él, recibieron el dispositivo, símbolo de control y recordatorio constante de que su situación sigue en manos de las autoridades.
A pesar de la presión y la incertidumbre, Jaime consiguió avances importantes: obtuvo su autorización de trabajo y su número de Seguro Social, lo que le abre la puerta para retomar su empleo y estabilizar la economía familiar. No obstante, su camino legal aún es incierto, ya que busca ajustar su estatus sin salir del país, evitando el riesgo de quedar atrapado en México si su solicitud fuera rechazada.
La carga emocional es evidente. Su familia, especialmente su hijo menor, ha necesitado apoyo psicológico para sobrellevar el proceso, mientras su hija mayor mantiene la esperanza y la fortaleza para que Jaime pueda, finalmente, vivir sin la sombra constante de la detención.
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