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Volvo asegura que el motor a combustión tiene fecha límite

Aunque la transición no será uniforme en todos los mercados, Volvo insiste en que el futuro será eléctrico y sin marcha atrás

2024 V60 Polestar Engineered

2024 V60 Polestar Engineered. Crédito: Volvo. Crédito: Cortesía

Durante más de un siglo, el motor a gasolina ha sido el corazón de la industria automotriz. Sin embargo, las nuevas reglas de sostenibilidad, las exigencias de los gobiernos y los cambios de hábito en los consumidores están acelerando el fin de una era.

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En ese escenario, Volvo se perfila como una de las marcas que más claramente apuesta por dejar atrás la combustión.

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La compañía sueca no se limita a lanzar modelos eléctricos: también ha trazado un horizonte en el que los motores a gasolina y diésel quedarán fuera de su portafolio. Según sus directivos, la fecha límite está mucho más cerca de lo que muchos fabricantes todavía se atreven a admitir.

Volvo y su estrategia hacia lo eléctrico

En 2023, Volvo produjo su último vehículo con motor diésel, un paso simbólico que marcó el cierre de una etapa. Hoy su catálogo apenas conserva unos pocos híbridos e híbridos enchufables, mientras crece la oferta de eléctricos puros.

La decisión no es improvisada: desde hace más de una década la marca ha venido transformando su estrategia de producto para convertirse en un referente en movilidad sostenible.

El respaldo de Geely, su empresa matriz, ha sido clave para sostener este camino. No obstante, la realidad del mercado ha obligado a Volvo a mantener temporalmente opciones híbridas. Las ventas globales de eléctricos aún no alcanzan los niveles esperados, y esa ralentización ha puesto a prueba la paciencia de los fabricantes.

Fabricación del Volvo EX30
Fabricación del Volvo EX30. Crédito: Volvo.
Crédito: Cortesía

Una fecha límite para la gasolina

La visión de la compañía quedó clara en boca de Håkan Samuelsson, entonces director ejecutivo, quien en entrevista con Bloomberg aseguró: “los motores a combustión pudieran morir dentro de 10 años”.

Para el directivo, el destino de la industria ya está definido: “la industria de los automóviles será eléctrica y no hay vuelta atrás”.

Samuelsson reconoció que la transición no será homogénea en todos los mercados. En regiones con poca infraestructura de recarga el cambio será más lento, pero en los principales centros económicos del mundo el dominio eléctrico es inevitable.

Competencia global y liderazgo chino

Otro punto clave para Volvo es la irrupción de los fabricantes chinos en el escenario internacional. Samuelsson advirtió que “las principales empresas que dominarán el mercado de autos eléctricos, serán chinas”, lo que presiona a las tradicionales marcas europeas, japonesas, surcoreanas y norteamericanas a acelerar sus inversiones en electrificación.

El panorama obliga a una carrera tecnológica en la que no bastará con tener vehículos eléctricos en el catálogo: será necesario ofrecer autonomía competitiva, tiempos de recarga cortos y precios que se ajusten al bolsillo de los consumidores.

El contraste con otros fabricantes

Mientras Volvo pone fecha de caducidad a los motores de combustión, otros gigantes de la industria mantienen una postura más cauta. Mercedes-Benz, por ejemplo, desarrolla nuevos motores V8 a gasolina con sistemas híbridos, convencida de que la demanda seguirá vigente por varios años más.

BMW, por su parte, ha declarado en repetidas ocasiones que planea mantener la producción de motores de combustión hasta al menos 2035.

En Estados Unidos la situación no es diferente. Marcas como Ford, Chevrolet, Ram y Dodge han tenido que recalibrar sus planes eléctricos, retrasando lanzamientos y priorizando modelos a gasolina para sostener su rentabilidad.

Fue presentado el Volvo XC70
Fue presentado el Volvo XC70. Crédito: Volvo.
Crédito: Cortesía

Eso sí, tanto Ford como Chevrolet han presentado estrategias para producir vehículos eléctricos más accesibles en los próximos años, sin abandonar por completo sus gamas tradicionales.

El dilema de la transición

La industria automotriz atraviesa un dilema histórico: mantener los motores de combustión asegura ingresos en el corto plazo, pero prolongar demasiado la dependencia de la gasolina puede dejar rezagadas a las marcas frente a competidores más agresivos en el terreno eléctrico. Volvo ha decidido arriesgarse, consciente de que el futuro pertenece a quienes lideren la transición.

La pregunta que queda en el aire es si los consumidores están listos para un mundo sin gasolina.

La infraestructura de carga, los costos de producción y la autonomía de las baterías son factores que todavía plantean desafíos. Sin embargo, Volvo insiste en que su hoja de ruta no tiene retorno: cada vez menos gasolina y cada vez más electricidad.

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