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Inmigrante mexicano se despide entre lágrimas de sus hijos, tras vivir 30 años en California

Fue un hombre que se dedicó a proteger a su familia, también trabajó para ayudar y apoyar a su comunidad

Operativo de ICE La presencia de ICE se ha

La presencia de ICE se ha intensificado en todo el país desde el primer día de la administración Trump. Crédito: LM Otero | AP

Francisco Duarte, un migrante mexicano conocido por vender paletas en las calles de San Diego, regresó a México junto a su esposa tras perder su caso de inmigración y recibir una orden de salida. Antes de dejar su “sueño americano”, lamentó separarse de sus hijos y de todo lo que construyó con esfuerzo en California. “Vean llorar a un hombre que se va”, dijo al despedirse frente a las cámaras.

Tras más de 30 años viviendo en Estados Unidos, Duarte expresó su tristeza por abandonar la vida que había formado. Durante esas tres décadas trabajó, cuidó de su familia y contribuyó a su comunidad, pero nunca logró regularizar su estatus legal. Su retorno marca el final de un capítulo que dejó huellas profundas en su familia y vecinos.

El 23 de octubre, Duarte y su esposa salieron de su hogar en San Diego rumbo a la frontera. Transportaban en una camioneta sus pertenencias acumuladas durante décadas. Frente a las cámaras de Telemundo, expresó con voz quebrada: “Se van muchos recuerdos, toda una vida aquí”. Luego, se entregaron ante agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

Un adiós marcado por la lucha y la esperanza

“No me da vergüenza decir: ‘Vean llorar a un hombre que se va triste porque no le dieron oportunidad en este país’”, afirmó Duarte. Recordó que siempre mantuvo una vida tranquila y trabajó arduamente, pero no pudo regularizar su estatus migratorio. A pesar del dolor, mostró gratitud por los logros alcanzados para su familia en California.

El calvario de Duarte comenzó en 2017, cuando fue detenido por Migración. Pasó siete meses en un centro de detención antes de salir bajo la representación de sus abogados. Durante años, luchó en diversas audiencias, siempre con la esperanza de un resultado favorable. “Nos dieron una salida para México, me pusieron un grillete y tuve 30 días para apelar la decisión del juez”, relató.

Duarte se mostró agradecido por la educación de sus hijos: uno graduado de la Universidad de Stanford, otro estudiando allí y una hija en la Universidad de Los Ángeles. Aun así, priorizó la salud de su familia y la propia, decidiendo abandonar Estados Unidos temporalmente pese a las oportunidades que el país le brindó.

El reencuentro con sus raíces en México

El 24 de octubre, Duarte se entregó a los agentes del ICE en la garita de San Ysidro. Comparó la vida en ambos países: “Aquí está el progreso, está la civilización”, dijo señalando Estados Unidos, y luego hacia México expresó: “Allá está el cariño. El amor. Allá está nuestra familia”. Por ahora se establecerá en Tijuana, donde ya encontró vivienda para alquilar.

A pesar del dolor, Duarte afirmó sentirse aliviado y libre en su país natal. “Aquí soy libre. Puedo expresarme, puedo caminar tranquilo sin que nadie me moleste”, aseguró. Reveló que llevará consigo su carrito de paletas como recuerdo de los años trabajados en California, mientras espera que sus hijos, ciudadanos estadounidenses, puedan visitarlo con frecuencia en México.

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