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Los Dodgers no lograron este título con dinero, sino carácter

El manager Dave Roberts puso un pie en el Salón de la Fama de Cooperstown al conducir a los Dodgers a la meta contra inesperada adversidad

Dave Roberts, manager de los Dodgers, saluda a los aficionados durante el desfile de campeonato por el centro de Los Ángeles el 3 de noviembre de 2025.

Dave Roberts, manager de los Dodgers, saluda a los aficionados durante el desfile de campeonato por el centro de Los Ángeles el 3 de noviembre de 2025. Crédito: Jae C. Hong | AP

Cuando los Dodgers se preparaban para la temporada 2025, La Opinión le preguntó a Dave Roberts cuál era el compromiso suyo y de su equipo para los aficionados. El manager respondió en un tono divertido y con un poco de pavoneo: “Prepárense para campeonatos back to back.

El siempre optimista Roberts sabía que contaba con un equipo muy capaz de volver a lograr la meta del llamado campeonato mundial. Pero tal vez no se imaginaba que para lograrlo y cumplir con su jocosa promesa de marzo, él, su staff y sus jugadores iban a tener que superar tanta adversidad, esforzarse al límite y saber sufrir.

Los Dodgers no hicieron quedar mal a su manager. Levantaron el trofeo de la Serie Mundial el sábado en Toronto tras una gran victoria y festejaron con sus leales aficionados este lunes en Los Ángeles, primero en un desfile por el centro de la ciudad que muchos de los peloteros calificaron como “épico” y una hora después en un estadio lleno de aficionados y de emociones.  

Por supuesto ha habido muchos equipos poderosos que siendo favoritos han conseguido coronas consecutivas del béisbol. Y es normal que muchos aficionados fuera del sur de California pudieran menospreciar la nueva conquista de los Dodgers bajo la idea de que eran “el mejor equipo” en cuanto a talento.

Pero juzgar el título de los Dodgers bajo esa idea simplista de que eran el equipo más talentoso o, peor aún, de que “compraron este campeonato”, resultaría bastante miope.

Los Dodgers tuvieron que batallar contra la adversidad y sobreponerse con carácter. Ellos merecen recibir crédito.

Las altas expectativas de estos “súper Dodgers” se toparon con una dura realidad durante la temporada regular: no eran del todo “súper”. Los contratos súper millonarios no ganan los partidos. Para poder estar en la pelea se iba a necesitar de muchos jugadores que inicialmente ni siquiera estaban contemplados.

Freddie Freeman recibe el tiro de Mookie Betts para poner fuera a Alejandro Kirk en el doble play que selló el campeonato de los Dodgers en la Serie Mundial. Los Ángeles se negó a morir y ganó en 11 innings.
Freddie Freeman recibe el tiro de Mookie Betts para poner fuera a Alejandro Kirk en el doble play que selló el campeonato de los Dodgers en la Serie Mundial. Los Ángeles se negó a morir y ganó en 11 innings.
Crédito: Ashley Landis | AP

Más adversidad de la esperada

Las lesiones devastaron al equipo de Roberts, que en muchos días del verano no tenía disponible a ninguno de sus pitchers abridores con excepción de Yoshinobu Yamamoto. Tres de sus cuatro principales fichajes no resultaron. De hecho Tanner Scott, Kirky Yates y Michael Conforto no estuvieron en los playoffs. El bullpen, por cierto, fue un desastre por meses.

En cuanto al bateo, las hazañas diarias de Shohei Ohtani maquillaban hasta cierto punto la inconsistencia de los Dodgers. Los jonrones no llegaban con facilidad y este equipo nunca se caracterizó por fabricar carreras.

Llegados los playoffs, los Dodgers siguieron sufriendo para anotar carreras, pero con sus ases finalmente sanos y con un relevista improvisado (Roki Sasaki) que resolvió un talón de Aquiles, ellos dejaron fuera a equipos que estaban en mejor forma y que tenían ventaja de localía (Philadelphia y Milwaukee).

Y luego llegó la Serie Mundial, donde realmente fueron puestos a prueba. Toronto bateó mejor (75 hits contra 53) y tuvo mejor efectividad de sus pitchers (3.21 contra 3.95). Los Blue Jays se adueñaron del “momentum” al ganar dos de tres partidos en Dodger Stadium.

Los Dodgers ganaron el título porque nunca se rindieron y porque a la hora de la verdad sus jugadores -estrellas y no estrellas- hicieron el trabajo como equipo y con mucho corazón. Ganaron porque ellos ya sabían lo que se requiere para ser el último equipo en quedar de pie. Y ganaron porque su líder, Dave Roberts, aplicó toda su experiencia e instinto adquiridos a través de años de éxitos y también de fracasos.

La obra maestra de Dave Roberts

Objeto de constantes críticas cuando las cosas no marchan bien, Roberts ahora tiene tres campeonatos como manager de los Dodgers y ha confirmado que es uno de los mejores pilotos. El hombre de 53 años ha puesto un pie en Cooperstown.

El año pasado manejó a su equipo con relevistas -muchos de ellos- para vencer a los Yankees en la Serie Mundial al no contar con una rotación. Ahora lo hizo con sus abridores -cuatro de ellos lanzaron en el juego 7- porque es lo que tenía. 

Además, él mismo explicó el sábado en Toronto que dirigió esta serie más basado en las personas, en el “feeling”, y no en las estadísticas. Por eso apareció Miguel Rojas para los decisivos juegos 6 y 7, y por eso apareció Yamamoto con cero días de descanso, sin ninguna experiencia previa con él en una situación parecida.

Los Dodgers no ganaron por haber sido el equipo más caro o completo en la Serie Mundial. Se puede decir que Toronto fue mejor y que pudo haber ganado el juego 3, el 6 y obviamente el 7. En cada uno de esos partidos, los Dodgers se las tuvieron que arreglar de una manera poco convencional e inesperada para salir avante.

“Sí, tenemos un súper equipo y todo, pero qué trabajo nos costó”, resumió un agotado Freddie Freeman el lunes en Dodger Stadium.

Y cuando un equipo encara adversidad, cuando parece que todo está perdido pero se consigue seguir adelante, siempre se disfruta más. Se puede asegurar que pase lo que pase con los Dodgers, no habrá una conquista más dulce para ellos que la de 2025.

El primera base Freeman se quedó con la pelota del título luego de completar un doble play en el 11o. Inning del juego 7 en Toronto. Un rato después, se dirigió a la oficina de su manager en el Rogers Centre, lo esperó por 10 minutos y le entregó la histórica esférica.

“Tú mereces esto más que nadie”, le dijo Freeman a Roberts, el hombre que nunca dejó de creer y que al final cumplió con su palabra.

“Back to back, baby”.

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