Ford admitió un “golpe de realidad” con Tesla y China
Jim Farley reconoció que Tesla y varios fabricantes chinos han tomado una ventaja que la marca estadounidense ya no puede ignorar
Jim Farley, CEO de Ford. Crédito: Ford. Crédito: Cortesía
Desde hace mucho tiempo, Ford confió en que su evolución hacia el coche eléctrico avanzaba a un ritmo razonable. Sin embargo, según relata hoy su propio consejero delegado, Jim Farley, la percepción dentro de la compañía cambió de forma tajante cuando un grupo de ingenieros completó un análisis que no estaba en los planes: desmontar un Tesla Model 3 y varios modelos eléctricos procedentes de China.
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Lo que descubrieron fue tan contundente que terminó alterando la hoja de ruta de toda la empresa.
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El ejecutivo, que ha hablado con frecuencia sobre los desafíos de la industria eléctrica, reconoció en una conversación para el pódcast Office Hours: Business Edition que aquella experiencia marcó un antes y un después. Lo que parecía un ejercicio técnico rutinario se convirtió en un choque directo con la realidad tecnológica que Ford enfrentaba. “Cuando los desmontamos fue sorprendente lo que encontramos”, admitió Farley, todavía sorprendido por la magnitud de las diferencias.
Un baño de realidad para los ingenieros de Ford
El análisis interno reveló comparaciones difíciles de digerir. Al revisar un Tesla Model 3 frente al Ford Mustang Mach-E, el equipo detectó que el SUV de Ford utilizaba alrededor de 1.6 kilómetros adicionales de cableado. Aunque podría parecer un detalle técnico menor, la implicación era enorme: más peso, mayor complejidad, baterías más grandes para lograr autonomías similares y, en consecuencia, un coste por vehículo claramente superior.
El desconcierto no acabó con Tesla. Ford también abrió varios eléctricos chinos y, según Farley, el resultado fue igual de contundente. Plataformas más optimizadas, integración electrónica más depurada, espacios interiores mejor aprovechados y una relación coste-prestaciones que los dejaba fuera de competencia.
Aquello que inicialmente era una sospecha se transformó en una evidencia incómoda. El propio Farley definió la experiencia como “humillante”, porque permitió ver “hasta qué punto rivales como Tesla y los fabricantes chinos iban por delante en eficiencia y diseño”.
El contraste no solo subrayaba una desventaja técnica, sino también cultural: Ford se había habituado a desarrollar productos complejos y robustos, mientras que los eléctricos chinos, y también los de Tesla, mostraban una filosofía industrial basada en simplificar y abaratar sin comprometer el rendimiento.

El nacimiento de Model e: un movimiento obligado
Tras asimilar la magnitud de la brecha, Ford decidió reformular su estrategia. En 2022, la empresa reorganizó sus operaciones en tres grandes divisiones y creó Model e, un bloque totalmente enfocado en el coche eléctrico. A este nuevo grupo se le encomendó una tarea esencial: reimaginar arquitecturas, software y productos capaces de competir con Tesla y con los fabricantes de China, que avanzaban con enorme rapidez.
El camino, sin embargo, ha sido costoso. Model e registró pérdidas por alrededor de $5,000 millones de dólares en 2024, y las previsiones para 2025 anticipan un escenario muy similar.
Lejos de lamentarse, Farley insiste en que esta inversión era indispensable para que Ford dejara de ir a remolque en un mercado que se mueve a una velocidad inédita. Para él, la urgencia queda clara: la industria eléctrica ya no ofrece segundos lugares.
La admiración —y preocupación— por los eléctricos chinos
En repetidas ocasiones, Farley ha subrayado que los fabricantes chinos, particularmente BYD, han alcanzado un nivel que Occidente nunca había tenido que enfrentar. Los describe como “muy superiores” en coste, software y experiencia a bordo.
La mitad de las nuevas matriculaciones en China corresponden a vehículos eléctricos, un contraste enorme frente a Estados Unidos, donde apenas rondan el 10%.
El propio CEO confesó que ha conducido durante meses un Xiaomi SU7 para entender de primera mano contra qué compiten. Y aunque reconoce los méritos tecnológicos de estas marcas, también señala que su ascenso no se explica únicamente por la innovación: el Gobierno chino, dice, “ha puesto el pie en la balanza” con políticas industriales muy agresivas que impulsan esta transición.
EE.UU., un mercado que no quiere eléctricos costosos
Ford también ha interiorizado que el público estadounidense no está dispuesto a comprar SUV y pick-ups eléctricos con precios que rondan los $70,000 u $80,000 dólares.

Ese rechazo llevó a la marca a acelerar el desarrollo de una plataforma de bajo coste, que incluirá un pick-up eléctrico mediano que rondará los $30,000 dólares a partir de 2027. El objetivo es claro: competir directamente en precio con Tesla y BYD, un paso que consideran esencial para sobrevivir.
En los últimos meses, Farley ha endurecido aún más su diagnóstico. Ha afirmado en diversos foros que el enfrentamiento con la industria china es “lo más humillante” que ha visto en su carrera. En el Aspen Ideas Festival señaló que “el 70% de todos los coches eléctricos del mundo se fabrican en China”, con niveles de calidad y tecnología que, en su opinión, superan ampliamente a los modelos occidentales.
La advertencia es directa: los fabricantes chinos cuentan con suficiente capacidad industrial para abastecer por sí solos todo el mercado norteamericano y “dejarnos a todos fuera del negocio”. Comparó esta situación con la competencia automotriz entre Estados Unidos y Japón en los años 80, aunque ahora “en esteroides”, dada la enorme escala y el respaldo gubernamental chino.
Farley suele citar como ejemplo el BYD Seagull —conocido como BYD Dolphin Surf en España—, un coche urbano que en China se ofrece por menos de $10,000 dólares, pero con equipamiento que rompe por completo la idea tradicional de “vehículo asequible”.
Para el CEO, la conclusión es rotunda: la batalla no es solo contra Tesla, sino contra una industria china que opera con velocidad, costes y apoyo estatal imposibles de igualar hoy. “Estamos en una competencia global con China, y no solo en vehículos eléctricos. Si perdemos esta batalla, no hay futuro para Ford”, ha afirmado, un mensaje que extiende como advertencia al resto del sector automotriz occidental.
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