Una navidad de dolor para las familias separadas por la migración
En el segundo mandato de Trump se registran detenciones y deportaciones en números récord
Janeth López junto a su compañero Fredy Uriel Sandoval Talavera deportado a Nicaragua este mes. Crédito: Janeth López | Cortesía
Janeth López, una madre de tres niños, está desesperada. A su compañero Freddy lo deportaron a principios de diciembre a Nicaragua, después de mantenerlo tres semanas en detención.
“No le deseo a nadie una Navidad como la que voy a vivir este año”, dice Janeth de 39 años, quien reside en Paso Robles, una ciudad conocida por sus bodegas vinícolas, la producción de aceite de oliva y almendro en el condado de San Luis Obispo en California.
Janeth y Fredy llevaban dos años haciendo vida en común. Freddy se había convertido en el sostén moral y económico para Janeth y sus hijas.
“Se había ganado el cariño de mis niñas de cuatro, cinco y nueve años”, dice Janeth.
Fredy Uriel Sandoval Talavera había entrado por la frontera sur hace tres años y solicitado asilo.
Como la abogada que contrataron para que llevara su caso de asilo no se comunicaba con ellos, decidieron llamarla por teléfono el 30 de septiembre.
“La asistente de la abogada le preguntó si sabía que un día antes, el 29 de septiembre, tenía una cita en la corte. Fredy contestó que nadie le avisó. La empleada respondió que a ellos tampoco, pero en ese momento al entrar a la página web del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) descubrieron que ya le habían dado orden de deportación por faltar a la cita”.

Sin embargo, le dijeron que no había motivo para preocuparse, porque presentarían una moción para reabrir el caso.
Durante los siguientes 30 días que a Fredy le dieron para apelar, las oficinas de su abogado le repetía que estaban trabajando en su caso; y de nuevo, le insistían en que no debían preocuparse.
En ese lapso, recibió una cita para que se presentara a las oficinas del ICE en Santa María el 12 de noviembre para una revisión.
Fredy era parte del Programa de Comparecencia bajo Supervisión Intensiva (ISAP) que el ICE utiliza para controles periódicos de ciertos inmigrantes.
“Cuando Fredy llamó a la oficina de sus abogados en Los Ángeles, le dijeron que acudiera a la cita, que no iba a pasar nada. Estúpidamente creímos, y hasta hicimos planes de lo que íbamos a comprarle a las niñas para Navidad”.
Pero cuando acudió al ICE, y pasó media hora y no salía del edificio, Janeth que lo esperaba en su auto, acudió a las oficinas a preguntar sobre su prometido. Fue entonces que le informaron que había sido detenido.
“De nuevo llamé a la oficina de los abogados, y me dijeron que estuviera tranquila, que estaban trabajando en la moción para reabrir el caso”.
Fredy pasó sus últimas tres semanas en Estados Unidos bajo custodia entre el Centro de Detención de Adelanto, y otros centros de Arizona, Louisiana y Mississippi.
“Con la ayuda de unos abogados que nos consiguió el pastor Guillermo Torres de la organización ACLU, presentamos una moción para evitar la deportación de Freddy, pero dos días después, el 4 de diciembre, lo deportaron a Nicaragua”.
Aun día de la Navidad, Janeth no encuentra palabras para describir cómo se siente.
“Teníamos planes para casarnos. Fredy se ganaba la vida como pintor, yo trabajo como mesera. Soy residente permanente. Mi única esperanza es solicitar su residencia después de que califique para la ciudadanía en septiembre de 2026”.
Presa de la tristeza, Janeth dice que pensó haber encontrado a su media naranja en Fredy.
“Yo salí de un matrimonio de 23 años. Llevaba dos o tres años soltera cuando nos conocimos. Él era muy diferente a los hombres yo había tratado. No era vicioso. No tenía récord criminal. Era un buen proveedor. Se preocupaba por mis niñas. Mis hijas lo quisieron rápido; él se enamoró de ella, y ellas de él. Él se sentía feliz con nosotras”.
Dice que cuando sus hijas ven el carro de Fredy, le preguntan cuándo va a regresar; y cuando él las ve por videollamada, se echa a llorar.
“¡We miss you! ¡We love you!”, le dicen las niñas.
“Yo trato de ser fuerte. No tengo ganas de hacer nada para Navidad. No estoy bien financieramente. Fredy traía alegría a la casa, y era un gran apoyo. Le gustaba cocinar y me ayudaba con los quehaceres”.
En Nicaragua, Fredy sufre los estragos de la detención.
“Pasó por muchas cosas muy feas. Me cuenta que se despierta llorando a mitad de la noche, y sus papás lo consuelan como si fuera un niño. Lo tuvieron 48 horas sin comer en el traslado; en Adelanto, en una ocasión los dejaron como 36 horas sin agua. Los agentes tomaban agua enfrente de ellos, burlándose. Los detenidos agarraban hielo de una máquina y lo ponían en el microondas para beber un poco de agua”.
Janeth dice que Fredy le ruega que lo espere y le dé tiempo.
“Su ausencia es muy dura, más aún en esta temporada de fiestas. Él me llegó del cielo, y yo no voy a hacer otra cosa más que esperar para que no volvamos a reunir. Fredy es mi familia”.

Una Navidad en detención
Para Clemente Castillo y sus cuatro hijos, esta Navidad será sin duda la más triste de su vida.
“Mi esposa está detenida en Dilley, Texas desde el 23 de octubre, y va a tener corte el 12 enero para ver si le fijan una fianza”, dice Clemente.
La historia de los mexicanos Clemente y Roberta se remonta al 2003 cuando emigraron a este país. Aquí nacieron sus hijos que ahora tienen 21, 18, 16 y 7 años, y una nieta que vio la luz el 26 de noviembre.
Roberta, la esposa y madre, tiene 44 años.
“En el primer mandato de Trump, en 2016 detuvieron a mi esposa cuando vivíamos en Bloomington, Illinois. La calcomanía del carro que manejaba estaba vencida. Fue detenida por un oficial de la policía quien más tarde la entregó a migración”.
Por suerte, un día después la dejaron libre, aunque con una orden de deportación.
“Por consejo del agente de migración, conseguimos un abogado que paró el proceso de deportación, logró que le dieran un permiso de trabajo y un número de seguro social”.
Con el único inconveniente de que debía presentarse cada año a las oficinas del ICE a firmar.
Algunos inmigrantes deben presentarse ante el ICE para citas periódicas, lo que permite a los funcionarios rastrear su ubicación, monitorear su estatus migratorio y garantizar el cumplimiento de las leyes de inmigración, especialmente en el caso de aquellos que se encuentran en proceso de deportación o que han sido liberados en espera de sus comparecencias ante el tribunal, aparentemente para verificar que no representan un riesgo para la seguridad y que asistirán a las audiencias.
La cita de este año para Roberta fue el 23 de octubre en Dallas, Texas.
“Ahí detuvieron a mi esposa, y durante días no supe de ella, hasta que me llamó de un centro de detención en Dilley, Texas”.
Clemente dice que todos en la familia están muy mal emocionalmente.
“El abogado que teníamos nos quiso cobrar de inicio $5,000 por ayudarla, pero nos dijo que podían ser como $10,000. Ya le habíamos pagado antes de la detención $7,000. Como no le quise dar lo que me pedía, dejó el caso; y estuvo bien porque yo ya no le tenía confianza”.
Al quedarse sin representación legal, Clemente ha estado buscando abogados, pero no muchos quieren tomar el caso por la cercanía con la fecha de la audiencia para la fianza.
“Hubo uno que nos pedía $3,500 sin ofrecernos ninguna garantía. Bueno hasta estuve a punto de ser estafado por alguien que se hizo pasar por abogado y me puso delante de un juez falso por Internet. Por fortuna me di cuenta a tiempo, cuando iba a mandarle el pago”.
Clemente dice que no les ha quedado otra más que defenderse ellos mismos.
“MI esposa va a ir ante el juez, sola”.
Hacer de papá y mamá para Clemente no ha sido fácil, porque hasta su hija adolescente resultó embarazada para sorpresa de todos, y de su propia esposa detenida; ahora tienen una nieta recién nacida.
“Es nuestra única alegría en estos días y lo que nos ha ayudado a sobrellevar el vacío dejado por mi esposa, pero vamos a tener una Navidad de tristeza porque ella no va estar con nosotros”.
Y luchando por contener las lágrimas, Clemente dice que su único delito es haber entrado sin permiso a Estados Unidos.
“No venimos a robar. No somos un riesgo para la sociedad. No distribuimos ni consumimos drogas. Tenemos un negocio de limpieza. ¿Cuál es el delito? ¿Dejar las casas limpias?”, cuestiona.
Agrega que será una Navidad también de incertidumbre.
“Si la deportan a México, me iré con ella. Si ella no está, yo no tengo nada que hacer aquí. Yo vine a este país por mi esposa. Apenas nos casamos en julio de 2003, me dijo ‘vámonos a Estados Unidos. Allá nos irá mejor’; y en septiembre de 2003, llegamos, y solo nos hemos dedicado a trabajar”, dice con la voz quebrada por el sentimiento.
Cifras récord
Hasta el 23 de diciembre, una cifra récord de 68,442 personas se encontraban bajo custodia en alguno de los 216 centros de detención de ICE en el país. Al mismo tiempo, ICE ha registrado un número sin precedentes de muertes en detención este año, con cuatro inmigrantes muertos bajo custodia.
El gobierno de México reportó que entre el 20 de enero cuando Trump asumió la presidencia de Estados Unidos para un segundo mandato, al 17 de diciembre, 145,537 mexicanos habían sido repatriados o deportados.
Algo nunca antes visto
El pastor Guillermo Torres, director de campañas de migración de Clergy and Laity United for Economic Justice (CLUE), una coalición que aglutina a organizaciones de diferentes denominaciones de fe, dice que nunca había visto tanta crueldad en los más de diez años que lleva visitando el Centro de Detención de Adelanto.
“El viernes estuve ahí y salí llorando al ver tanto sufrimiento emocional y la negligencia para ofrecer servicio médico a los inmigrantes detenidos”, dice.
El religioso dice que no puede imaginar cómo será la Navidad para las familias a quienes los agentes federales les han arrebatado a sus hijos, a su padre, a su madre o hermanos.
“Esta es una Navidad de mucho dolor, tristeza y falta de esperanza para las familias inmigrantes cuyos miembros fueron deportados, o los que están detenidos en estos centros tan crueles”.
Dice que estamos frente a una administración con un alma oscura que hasta se burla de la separación de familias con una canción de Navidad.
“Tenemos que seguir peleando, luchando y orando con y por los inmigrantes para cambiar esta situación política tan cruel. Le pido a Dios que en estos tiempos tan difíciles de racismo, discriminación y odio que intervenga y se haga presente”.