Jóvenes salvadoreños evaden a las ‘maras’

Actividades artísticas, culturales, académicas y deportivas ganan terreno en las preferencias de las nuevas generaciones que no desean acercarse a la violencia

SAN SALVADOR.- Cuando un país presenta una tasa de homicidios de 68 muertos por 100,000 habitantes y cinco de cada diez personas detenidas tienen entre los 13 y los 25 años de edad parece que no hay más opción que seguir dentro de esa espiral de violencia.

Pero hay jóvenes que eligen luchar contra esas frías estadísticas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y con “fuerza de voluntad y determinación” intentan ganar terreno día a día a las maras, las pandillas juveniles que siembran el terror en El Salvador.

“Estando estancados y quietos no vivimos lo que necesitamos. Hay formas en las que uno enfrenta esos problemas. Hay incerteza desde que uno se levanta y sale a sus labores, no sabe si uno regresa, solo vale la determinación de seguir adelante”, explica Julio, que trabaja en una comunidad del municipio de Soyapango becado por el Consejo Nacional de Juventud (CONJUVE) de El Salvador.

Glenda recuerda que la amenaza es constante y que ni en sus colonias viven “con seguridad”, pero Benjamín explica que su labor como técnico en prevención es la de intentar que los jóvenes “se quiten un poco el miedo” y colaboren dentro de sus comunidades.

Kárate, futbol, manualidades, dibujo, danza o cocina son algunas de las actividades que los jóvenes becados por el CONJUVE organizan en los barrios como una manera de integrar al completo a las familias, con una especial atención sobre los pequeños de la casa.

“Tratamos de que los niños digan ‘Si los jóvenes hacen eso, por qué nosotros no’. Los niños son el futuro, nosotros prácticamente ya vamos saliendo de esas edades; ellos nos vienen a cubrir a nosotros”, relata Claudia, supervisora de cocina en la localidad de Ilopango.

Lourdes, que trabaja con su comunidad en Apopa, pone el acento sobre el desarraigo como una de las claves para el éxito de las pandillas: “Quiero ser un ejemplo para los demás, para que esos chicos no recurran a las maras cuando no se sienten apoyados. Tienen que ver que sí se puede”.

En esa idea abunda Enrique, de Ciudad Delgado, quien destaca que su labor consiste en “elevar la autoestima” de la gente de las comunidades “y enseñarles que ellos pueden arreglar sus cosas”, y no esperar a que las autoridades reparen una calle o una escuela, por ejemplo.

Teresa procede de Mejicanos, una localidad muy castigada por la violencia, y cuenta emocionada cómo ha logrado “que los padres de familia confíen” en ella para dejarle a sus hijos, mientras Glenda, otra de sus compañeras, resume que hay que “ayudar a los jóvenes a pensar en positivo y que no se traumaticen con las noticias”.

Ese mensaje optimista es el mismo que transmite Nurya Melara, reportera del Canal 6 El Salvador, a estos jóvenes de entre 19 y 29 años invitados por el IV Encuentro de Periodistas Iberoamericanos de la Juventud, que se celebró en San Salvador: “Todos tenemos derecho a llegar hasta donde queramos”, precisa.

Esta comunicadora de 37 años, un rostro conocido de la televisión local, nació y se crió en un “hogar de extrema pobreza”, en Zacatecoluca, según relató.

Marcada por una terrible historia familiar, que incluye el suicidio de la abuela cuando ella solo tenía siete meses, fue consciente en la adolescencia de que tenía que romper esa cadena.

“Si mi abuela venía de un círculo vicioso (sufría problemas de alcoholismo), me pregunté: ‘¿Por qué tengo yo que estar en lo mismo?’ Me puse a que si uno nace pobre no tienes por qué seguir en la pobreza y, para lo que yo pasé, mis hijos ya no lo están pasando”, confiesa.

Exhorta a los jóvenes a que se organicen porque son los que tienen “el poder” para “transmitir muchas cosas buenas” y, por ende, para transformar el país en el que viven y acabar con la violencia que, hasta ahora, lo lacera.

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