Operan a feto fuera del vientre de la madre y luego lo vuelven a meter en el útero
El 80 por ciento de los padres deciden parar el embarazo cuando se encuentran en esta situación
Un feto con 24 semanas de gestación fue extraído del vientre de su madre para practicarle una operación quirúrgica y ser colocado posteriormente en el interior del útero.
Varias pruebas médicas y escáneres revelaron que el feto presentaba espina bífida, por lo que mediante una cirugía el bebé no nacido fue sacado del vientre de su madre con el fin de operarlo y corregir su malformación.
La operación fue realizada en Londres por cirujanos del Great Ormond Street Hospital y del University College London, quienes junto a un equipo de médicos belgas consiguieron reparar la médula espinal del feto. Ahora esperan que el bebé nazca sano en abril.
Otros casos similares han sucedido previamente, uno de ellos en Estados Unidos el pasado año. El bebé nació en enero.
Lexi Royer y su esposo Josh llevaban mucho tiempo tratando de ser padres. Cuando por fin lo consiguieron, su alegría duró poco, ya que a las 13 semanas de gestación se enteraron de que su hijo sufría de espina bífida.
El pronóstico para niños con esta afección no es bueno. Por lo general no pueden caminar y sufren de acumulación de líquido en el cerebro, falta de control de la vejiga y otras complicaciones.
A pesar de la alegría inicial al saber que iban a ser papás, las buenas noticias dejaron paso a las malas.
“Parecía que hablábamos de daño cerebral, tubos de alimentación, tubos de respiración, silla de ruedas, solo una mala calidad de vida”, explicó la mujer a The New York Times.
De acuerdo a los médicos, lo más recomendable era que abortara. Sin embargo la pareja tenía claro que no querían esa opción. Luego de mucha investigación, estudio y contacto con padres de niños con espina bífida, dieron con un procedimiento experimental llamado cirugía fetoscópica.
La operación se realiza en el Hospital de Niños de Texas por los doctores Michael A. Belfort, jefe de Ginecología y Obstetricia, y William Whitehead, neurocirujano pediátrico. Lexi y Josh se pusieron en contacto y los doctores admitieron el caso.
Así, cuando la mujer tenía 24 semanas y dos días de gestación, y su hijo pesaba menos de un kilogramo, se llevó a cabo la cirugía. La operación se realizó bajo anestesia general. El doctor Belfort realizó un corte en la zona baja de su abdomen y luego, con muchísimo cuidado, sacó su útero fuera del vientre. Posteriormente, el médico insertó el fetoscopio dentro del órgano reproductivo, así como otras herramientas a través de una pequeña ranura. El líquido amniótico fue drenado e inyectaron dióxido de carbono dentro del útero, para mantenerlo expandido y así poder maniobrar dentro de él.
El feto también fue anestesiado y luego, guiados por imágenes de video, comenzaron a operarlo. La intervención duró unas tres horas.
Aunque Lexie tuvo una recuperación bastante dolorosa, está convencida de que el procedimiento valió la pena.
Según aseguraron a The New York Times, hasta la fecha ningún feto ha fallecido a causa del procedimiento y algunas madres incluso han podido dar a luz vía vaginal.