Editorial: Tensión en la frontera, otro cuento de Trump
El propósito es mostrar a los mexicanos como los malos de la película y a los migrantes como una amenaza
La frontera debe ser un territorio con un peligro extranjero que acecha a los estadounidenses. Si esa no es la realidad, entonces hay que inventarla. Todo vale para justificar la histeria política que surge desde la Casa Blanca y sus aliados republicanos.
Hace unos días el Comando Militar Norte reportó un incidente entre soldados mexicanos y estadounidenses que realizaban una operación de apoyo, en un vehículo no identificado de la Patrulla Fronteriza, en Clint, Texas.
La información explica que los militares mexicanos pensaron que estaban en su lado de la frontera, posiblemente porque el Río Grande está seco en esa área y porque las tropas estadounidenses estaban al sur del vallado, que todavía es territorio estadounidense. Todo se resolvió sin problema.
No fue así para el comandante en jefe, Donald Trump, quien promovió su versión de lo ocurrido. El Presidente tuiteó que los mexicanos apuntaron a soldados de la Guardia Nacional -eran del Ejército- “probablemente como una táctica para distraer (para ayudar) a los traficantes de drogas de la frontera”. Luego amenazó a México de poner soldados armados.
El propósito es mostrar a los mexicanos como los malos de la película y a los migrantes como una amenaza.
El mejor ejemplo fue la reciente visita de una delegación de congresistas republicanos a la frontera. Como introducción, un líder estatal republicano de Arizona les dijo que el condado de Yuma y el Centro para el Control de Enfermedades trabajan en 12 casos de un tipo de turberculosis muy resistente hallado en esa parte de la frontera.
Era mentira.
No obstante, el congresista John Joyce tuiteó su preocupación no es el que tose, sino que el próximo migrante con tuberculosis que quede libre esté sentado en la mesa de “al lado en el restaurante.”
La Patrulla Fronteriza tampoco se queda atrás a la hora de inventar. Un comunicado dos días después de la visita de los legisladores informó que una niña guatemalteca de 8 años fue capturada con sarampión. Después otro médico que no pertenecía a la Patrulla determinó que era laringitis. Parece que a alguien se le ocurrió que se puede culpar a los inmigrantes de la epidemia de sarampión.
La Patrulla Fronteriza rectificó horas más tarde y el congresista retiró su tuit. Pero el daño ya está hecho.
El mensaje de que los migrantes traen enfermedades es una de las acusaciones más perversas. Corre como reguero de pólvora en los medios sociales antiinmigrantes. Es más, el Washington Examiner tiene hasta hoy en su sitio la historia de la guatemalteca con sarampión sin haberla corregido.
Enfermedades y narcos combinados con soldados mexicanos fuera de control son parte de la narrativa de esta semana en la frontera. Son elementos falsos que están a la vista de todos.
El problema son los que sin desparpajo, y con un frío cálculo, arrastran a otros con sus mentiras a un conveniente universo de miedo.