Sahara Occidental: 5 claves para entender este conflicto olvidado
El Sahara Occidental es una antigua colonia española que fue anexionada por Marruecos en 1975. En 1991, una tregua negociada por la ONU puso fin a la violencia entre Marruecos y el Frente Polisario con la promesa de un referendo que sigue sin celebrarse.
Este territorio de casi 270.000 kilómetros cuadrados principalmente de arena y escasamente poblado es objeto de una disputa territorial que se remonta a la década de los 70 del siglo pasado.
Situado en la costa noroeste de África, el Sahara Occidental es una antigua colonia española que fue anexionada por Marruecos en 1975.
En 1991, una tregua negociada por la ONU puso fin a 16 años de violencia entre Marruecos y el Frente Polisario, que defiende la independencia de este territorio.
El del Sahara Occidental se considera uno de los grandes conflictos olvidados. Sin embargo, este 2020 ocurrieron dos hechos que lo volvieron a poner sobre la mesa.
Primero, en noviembre de este año la tensión bélica entre Marruecos y el Frente Polisario —el movimiento de liberación nacional saharaui— regresó a la zona, después de la incursión de Marruecos en un puesto fronterizo desmilitarizado.
Y a principios de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una declaración reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental.
A continuación te explicamos los orígenes de este conflicto y qué está en juego con los últimos acontecimientos.
1. Un territorio inhóspito, pero con importantes reservas naturales
El territorio se encuentra en el borde occidental del desierto del Sahara, y se extiende a lo largo de unos 1.000 kilómetros de costa atlántica.
Limita con Marruecos al norte, Argelia al este y Mauritania al sur y sureste.
Con 266.000 kilómetros cuadrados, es relativamente grande, pero en su inhóspita tierra solo vive algo más de medio millón de personas.
Sin embargo, cuenta con grandes reservas de fosfato y uno de los bancos pesqueros más ricos del mundo.
2. Reclamos territoriales y de autodeterminación
Tradicionalmente poblado por tribus bereberes, el Sahara Occidental fue colonizado por España en 1884 y 50 años después, en 1934, fue convertida en una provincia española, denominada Sahara español, hasta que la ONU pidió la descolonización del territorio en 1965.
Para entonces ya pesaban sobre el Sahara Occidental las demandas del reino de Marruecos, que se había independizado en 1959, pero llevaba siglos reclamando el territorio como suyo, y también de Mauritania.
Pero también se inició en el propio Sahara Occidental un movimiento independentista, con la creación, en 1973, del Frente Polisario.
En 1974, España anuncia sus planes para conceder mayor autonomía a los saharauis y propone organizar un referendo de independencia un año después.
Sin embargo, España se retiró en 1975 sin haber llevado a cabo dicho referendo y Marruecos se anexó el Sahara Occidental y alentó a miles de marroquíes a establecerse allí.
En noviembre de 1975, 350.000 marroquíes cruzaron la frontera en la llamada Marcha Verde para presionar por la reivindicación del reino.
El Frente Polisario, que a partir de ese momento libró una guerra de guerrillas contra las fuerzas marroquíes que duraría 16 años, proclamó en febrero de 1976 la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), con el apoyo de aliados como Argelia.
Mauritania abandonó sus reclamos territoriales en 1979.
3. Años de lucha
En su lucha contra las fuerzas marroquíes el Polisario inicialmente tomó la delantera, antes de tener que replegarse hacia el interior.
Durante la década de los 80, Marruecos construyó una serie de muros concéntricos en el desierto, la mayoría de arena, para mantener a los combatientes del movimiento fuera del territorio donde había establecido el control.
La línea defensiva más externa se extiende a lo largo de 2.700 kilómetros, rodeando el 80% del Sahara Occidental ahora bajo control marroquí.
Está fortificado con alambre de púas y trincheras y forma uno de los campos de minas más grandes del mundo.
La RASD controla solo el 20% del territorio, en su mayoría desierto vacío.
La lucha se prolongó hasta 1991, cuando la ONU negoció una tregua que preveía la celebración de un referendo.
La tensión bélica entre Marruecos y el Polisario se reactivó el pasado mes de noviembre tras la incursión de las tropas marroquíes en el paso fronterizo de Guerguerat, una zona desmilitarizada que separa Mauritania de las zonas controladas por Marruecos.
La incursión motivó que el Frente Polisario considerara que Marruecos había roto el acuerdo de alto el fuego suscrito en 1991 y declarara el estado de guerra en todo el territorio.
Desde entonces, el Polisario asegura que ataca a diario posiciones del Ejército marroquí a lo largo del muro de separación que construyó en el desierto, y que ha causado bajas mortales al enemigo, algo que Marruecos negó.
Las aseveraciones de ambos contendientes no pueden ser confirmadas ni desmentidas por fuentes independientes, ya que las dos partes impiden el acceso a la zona en conflicto.
La disputa también ha envenenado durante mucho tiempo las relaciones de Marruecos con la vecina Argelia.
Su frontera común ha estado cerrada desde 1994, y entre 100.000 y 200.000 refugiados saharauis viven en condiciones precarias en campamentos alrededor de la ciudad desértica argelina de Tinduf.
4. Un referendo que nunca llegó
En 1991, el Consejo de Seguridad acordó crear la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) como parte de un arreglo que preveía un período de transición para preparar la celebración de una consulta en la que los saharauis eligieran entre la independencia y la integración con Marruecos.
Casi 30 años después, ese referendo sigue sin celebrarse: primero por discrepancias sobre el censo de votantes saharauis y después por un rechazo frontal de Marruecos a aceptar la consulta.
Rabat ofrece como única vía una propuesta de autonomía, mientras el Polisario no acepta otra cosa que no sea un referendo de autodeterminación.
Mientras, las potencias del Consejo de Seguridad han ido extendiendo el mandato de la Minurso.
Los enviados personales del secretario general de Naciones Unidas han ido pasando uno tras otro con distintos planes y negociaciones para tratar de encontrar una salida, por ahora sin ningún tipo de éxito.
“Desde el alto el fuego en 1991 y la firma del Acuerdo Marco el conflicto se encuentra estancado, encallado en procesos de negociación infructuosos, condenados al fracaso por el inmovilismo y la falta de voluntad política de Marruecos”, escribió en un artículo en The Conversation María López Belloso, investigadora en la Universidad de Deusto y experta en este conflicto.
“En este camino, la comunidad internacional, lejos de potenciar su papel como mediadora imparcial en el conflicto, ha ido acercando su discurso a las tesis marroquíes, con modificaciones evidentes de su lenguaje que han eliminado la alusión expresa al referéndum como solución a la controversia, y evitando asumir un rol más activo en el cumplimiento del Derecho Internacional”.
La parálisis es tal que ese puesto clave lleva vacante desde mayo de 2019, cuando renunció alegando motivos de salud el alemán Horst Köhler, que llevaba menos de dos años en el puesto.
Köhler había generado ciertas esperanzas al lograr sentar a Marruecos y el Polisario, junto con Argelia y Mauritania, en una mesa redonda para abordar el conflicto, aunque nunca llegaron a producirse verdaderas negociaciones ni avances concretos.
5. El estatus del Sahara Occidental
La RASD es reconocida por más de 80 países —entre ellos varios latinoamericanos como México y Ecuador— y es miembro de la Unión Africana.
Naciones Unidas como un territorio no autogobernado, pero reconoce su derecho a llevar a cabo un referendo de autodeterminación.
Sin embargo, el 10 de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una declaración reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental.
La Casa Blanca señaló que la decisión de reconocerle a Marruecos su soberanía sobre el Sahara Occidental formaba parte del acuerdo para el restablecimiento de los lazos entre Marruecos e Israel.
“El último movimiento de la administración Trump no necesariamente tendrá un impacto inmediato sobre el terreno porque la disputa se considera más grande que los caprichos del presidente estadounidense”, consideró Rana Jawad, corresponsal de la BBC para el norte de África.
“Sin embargo, el respaldo de Trump al reclamo de soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental es un gran problema porque disminuye la esperanza de un pueblo que ha aspirado a la independencia de ese territorio durante décadas”, dijo en su análisis tras conocerse la decisión del presidente estadounidense.
La decisión de Trump fue ampliamente criticada por el Frente Polisario y por la RASD.
“La posición declarada por Trump constituye una flagrante violación de la Carta de las Naciones Unidas y de la legalidad internacional —organizaciones y tribunales— y obstaculiza los esfuerzos de la comunidad internacional para encontrar una solución pacífica al conflicto entre la RASD y el Reino de Marruecos”, dijeron ambas instancias en un comunicado.
En este sentido, advierten igualmente, “el pueblo saharaui continuará su legítima lucha para completar su soberanía por todos los medios y asumiendo los sacrificios que esto requiere”.
Mientras tanto, la ONU, a la que el Polisario critica por su inmovilismo, dijo que su posición “no ha cambiado” sobre la disputada región.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, cree que “la solución a la cuestión aún se puede encontrar sobre la base de las resoluciones del Consejo de Seguridad”, dijo su portavoz.
Estados Unidos no es el primer país occidental que reconoce la soberanía de Marruecos en el Sahara, pues Francia lo hace desde hace décadas, y ha sido el principal defensor de las tesis marroquíes.
Ahora, por tanto, Marruecos cuenta con el apoyo de dos miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto.
Para Jawad, en ausencia de un referendo, “el prolongado estancamiento entre Marruecos y el Frente Polisario se reduce en última instancia al reconocimiento internacional: no se puede establecer un nuevo Estado independiente sin él”.
“Hoy en día, la idea de un Sahara Occidental independiente puede haber disminuido significativamente, y las tensiones que se han ido acumulando en los últimos meses podrían empeorar”.
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