La consulta ciudadana en México, para que los anteriores crímenes del poder no vuelvan a ocurrir
Preguntar al pueblo si apoya decisiones importantes que deba tomar el gobierno es un paso hacia una verdadera democracia
Primero, es necesario recordar que los mexicanos padecimos décadas de una “dictadura perfecta” con los sucesivos gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Fueron tiempos en los que un solo partido hacía y deshacía a su antojo todo lo que tenía relación no solo con la política, sino en general con la vida de la nación, siempre privilegiando a los sectores más poderosos.
Segundo, nunca hubo preguntas o consultas para tomar una decisión de trascendencia nacional. La gente vivía sumergida en una incredulidad absoluta, dudando de que su participación tuviera algún efecto en las decisiones de la clase política. Es por eso que la mayoría se limitaba a obedecer, a “seguir las reglas”, porque cuando otros gritaron para protestar e indicar que se necesitaba un verdadero cambio, a muchos de ellos los desaparecieron, los encarcelaron y a otros los asesinaron.
Nada que ver con la “victimización” actual que pretende inculcar a diestra y siniestra una confusa y débil “oposición” señalada hasta la desvergüenza, solapada a su vez por “comunicadores” que corrompieron la profesión del periodismo en sexenios anteriores y que ahora se quieren apuntalar como los adalides de la libertad de expresión, creyendo que con notas filtradas para desestabilizar un nuevo proyecto de nación hacen “verdadera investigación”. Flaco favor le hacen a esa otra generación periodística mexicana —Scherer, Buendía, Granados Chapa, Leñero y un largo etcétera— que intentó con su ejemplo forjar una nueva generación de reporteros que respetaran la ética que exige informar, no tergiversar ni crear montajes. Les fallaron.
Luego llegó una especie de giro esperanzador en la historia de México en el año 2000 con el Partido Acción Nacional (PAN), pero más que cambio de régimen o ideología, simplemente fue un nuevo contubernio entre las clases privilegiadas. Se vivió una situación en la que ese partido, junto con el PRI y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), otrora heredero de la izquierda mexicana, se hicieron cómplices para seguir manejando la nación como lo hizo el propio PRI durante 72 años. Sin embargo, en esa ocasión las muertes se incrementaron, la pobreza se multiplicó y el robo a la nación siguió como siempre.
Por otro lado, el PRI, tras un sorprendente acto de ilusionismo mediático plagado de corrupción —y del que también se beneficiaron esos “comunicadores” que ahora se dicen “atacados”—, regresó en 2012, solo para allanar el camino para privatizar Petróleos Mexicanos (Pemex), una tarea que requirió sobornos millonarios para poder ser aprobada. Es seguro que si en esa ocasión se hubiera organizado una consulta ciudadana sobre la privatización de Pemex, la gente habría votado que no. Es por ello que se optaba por ignorar al pueblo. Además, la muerte y el dolor siguieron su curso con la violencia, el robo y el saqueo a los recursos del país.
Las corporaciones de Iberdrola y de Odebrecht hicieron parecer un amateur a Donald Trump. Esas empresas, en complicidad con funcionarios mexicanos, continuaron un asqueroso saqueo de recursos, mientras la cantidad de pobres alcanzaba los 60 millones y la violencia parecía normalizada con escenas de cuerpos colgados, cabezas y cadáveres mutilados en cualquier parte y a cualquier hora del día.
Igualmente, es seguro que si el expresidente Felipe Calderón le hubiera preguntado a la ciudadanía si quería que declarara una guerra contra las drogas, la gente habría rechazado su oferta. Pero el exmandatario no preguntó al pueblo y hoy seguimos pagando con la vida de miles de mexicanos, pues hasta el momento no se ha sabido cómo detener dicha guerra absurda y fingida, por la que ahora mismo se juzga en una corte en Nueva York a Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Calderón.
Recordemos que nuestra democracia es muy joven y no estamos acostumbrados a que se nos consulte lo que el gobierno debe o no hacer en ciertos temas. Aprovechemos esta oportunidad.
Es una invitación a la nueva democracia que está naciendo en México y que necesita de la participación de todos.
En el mejor de los casos, se formarán comisiones de la verdad que nos permitan saber detalladamente todo ese saqueo, fraude y muerte que perpetraron los expresidentes Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Y, con un poco de suerte, uno o dos podrían ser enjuiciados.
En el peor de los casos, entenderemos que la democracia no es ir a votar cada seis años. Es participar en todo momento en la vida política del país para evitar que los crímenes del poder vuelvan a ocurrir.
Agustín Durán, editor de Metro de La Opinión en LA.