Personajes clave de la ley de licencias para indocumentados
Una lucha que nació hace años, ha estado apoyada por el creciente poder político de los latinos, el movimiento de los soñadores y el “nuevo liderazgo en Sacramento”
La ley que otorgará licencias de manejo a los indocumentados en California, que hoy planea firmar el gobernador Jerry Brown es producto del descontento y el creciente poder de los latinos en dos décadas, según sus principales promotores.
La lucha para alcanzar una legislación que concediera licencias a casi dos millones de indocumentados, sin importar que tuvieran una marca para distinguirlas de las tradicionales, nació en 1993, apenas el entonces gobernador Pete Wilson aprobó la ley que se las negó a ese grupo.
Desde ese momento hubo otra batalla por librar: los decomisos de coches en retenes y paradas de tráfico, sobre todo en regiones con alta concentración de inmigrantes. Esta sigue en pie en Los Ángeles, ciudad enfrascada en un pleito judicial que canceló la norma que había reducido el castigo.
“Enfrentábamos una avalancha de medidas increíblemente racistas, antiinmigrantes”, recuerda el activista Nativo López, quien en 1997 comprometió la palabra de Gil Cedillo, entonces aspirante a una curul en la Asamblea estatal, que dejó vacante Louis Caldera, autor de la legislación por la que se prohibió el documento a las personas indocumentadas.
“Queríamos enviar un mensaje político, que se plantearía una ley para revertir la otra en el mismo distrito de donde surgió”, recuerda López.
Y recién asumió la titularidad el Distrito 46 de la Asamblea, Cedillo cumplió su palabra. En enero de 1998 la primera iniciativa que redactó fue la AB 60, que después le valió el apodo peyorativo de “One Bill Gil”, porque él la presentó una y otra vez en cada sesión hasta cumplir su término en 2012.
Posteriormente, ya fuera de Sacramento, ésta fue retomada por el asambleísta Luis Alejo y luego, tras su auto-veto hace unos días por la controversia en torno a la marca en el documento, fue presentada horas después por su colega Kevin de León y aprobada por ambas cámaras. Desde Los Ángeles, Cedillo cabildeó para no dejarla morir, a pesar de que esa misma noche él velaba a su padre fallecido.
Ayer, ya en el conteo regresivo para la histórica firma de Brown sobre la AB 60, Cedillo recordaba las burlas de sus colegas y medios anglos por su insistencia, pero también la promesa que hizo a su esposa, Ruby Oliva, en su lecho de muerte: no descansar hasta ver aprobada la iniciativa. “No conozco a un hombre que no quiera cumplir su palabra a su esposa”, dijo el ahora concejal de Los Ángeles.
“[Para la prensa] en inglés yo soy un cómico, un idiota”, comentó el veterano político, agregando que cuando olvidaba cómo impulsar la AB 60, los inmigrantes se lo recordaban. “Siempre me encontraba a alguien que me decía: ‘Oye, Gil ¿Y la licencia? ¿Qué pasó?”.
Para Cedillo, su esfuerzo habría sido en vano de no ser por el creciente poder político de los latinos, el movimiento de los soñadores y el “nuevo liderazgo en Sacramento”.
“Estoy un día antes de cumplir esa lucha por las licencias, la dignidad, el respeto, la seguridad. Mañana [hoy jueves] será un día histórico”, dijo.