El Sueño Guajiro de “América Primero”

En medio de una desigualdad atroz en EE.UU. surge el proyecto “América Primero”, también llamado trumpismo o “Make America Great Again”

Trump es creador del movimiento MAGA.

Trump es creador del movimiento MAGA. Crédito: Alex Brandon | AP

A solo unos días de las elecciones generales en Estados Unidos, el resultado es absolutamente incierto. En un país donde las mayorías no definen la elección, cualquiera de los candidatos de los dos principales partidos políticos podría ganar la presidencia. La configuración final del Congreso estadounidense también es incierta y ello provoca una gran ansiedad en una nación que ha perdido un espacio y un peso importantes en la economía mundial y en la geopolítica. Este país ya no es lo que era antes. El llamado “sueño americano” ya no es alcanzable, incluso para muchos ciudadanos blancos que se han quedado atrapados en la miseria y las adicciones. Todo ello, en el marco del avance de la tecnocracia y el progreso sin límites de algunos cuantos que son dueños de casi todo lo que importa: las tecnologías de la información, el sector energético, la industria farmacéutica, los alimentos, el campo y las viviendas, la industria armamentista y el sistema financiero.

Así, en medio de una desigualdad atroz—que descansa en la desesperanza de muchos; la mendicidad por la pérdida de hogares y trabajo sin un sistema efectivo de salud ni de seguridad social; la crisis del fentanilo y otras drogas ilícitas; la desinformación; la propaganda y la guerra contra otros pueblos del mundo—surge el proyecto “América Primero”, también llamado trumpismo o “Make America Great Again” (MAGA, que se traduce como “Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez”). La popularidad de la propuesta de Trump o el apoyo irrestricto al proyecto MAGA por parte de un sector enorme de la sociedad estadounidense se explica por el fin del “sueño americano” para muchos ciudadanos (latinos y otras minorías incluidas).

Para muchos es difícil comprender el avance del movimiento que enarbola Trump y que no se trata del capricho de un sólo hombre desequilibrado sobre quien dicen 225 médicos psiquiatras recientemente en un desplegado de New York Times que no está capacitado para gobernar. El proyecto América primero es una ‘reacción’ de una parte de la población de una potencia en declive que desea “volver a ser grande” en medio de la desesperanza, la desigualdad extrema y la drogadicción. En este contexto, se divide radicalmente la población estadounidense entre dos proyectos que en apariencia son diametralmente opuestos, pero que en la práctica sostienen el status quo.

La distorsión de la propaganda progresista es promovida por una tecnocracia que se ha beneficiado enormemente de las falsas promesas de un nuevo orden aparentemente diverso, multicultural, multirracial y enfocado supuestamente en combatir el cambio climático a través de un nuevo acuerdo verde o una transición energética hacia energías renovables. En este orden tecnocrático renovado—algunas veces liderado por mujeres—los verdaderos líderes no provienen de las minorías. Los verdaderos amos en un Estado guiado por la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías son los hombres del gran capital.

Y los perdedores en este sistema son en verdad aquellos (de cualquier origen o raza) que no se pudieron adaptar a este enorme cambio tecnológico que benefició a una pequeña minoría. Son ellos los que necesitarán eventualmente de una renta básica universal, al tiempo que se realizan los ajustes demográficos pertinentes. Mientras tanto, el sistema asegura una fuente inagotable de mano de obra cuasi-esclava, proveniente de un Sur Global devastado por la guerra, la miseria y las violencias. Dicha mano de obra está formada por los migrantes que cruzan las porosas fronteras de América después de una jornada peligrosísima donde sobreviven sólo los más aptos y los más fuertes para realizar las muy arduas tareas que les esperan en la Unión Americana y que muchos ciudadanos estadounidenses no están dispuestos a llevar a cabo por las pésimas condiciones y los bajísimos salarios que se ofrecen.

El proyecto América Primero, se autoproclama como la alternativa para volver a hacer posible el ‘sueño’ de los ciudadanos estadounidenses. Desafortunadamente, la propuesta parece estar basada en argumentos falaces y desinformación, así como en una promesa que nunca será materializada. El origen del problema en los Estados Unidos no está de ninguna manera en los migrantes, ni en la población LGBTI+, ni en las cuotas de raza o de género, ni en el fentanilo de China, ni en los misiles de Irán, ni en la propaganda de Putin y tampoco en los carteles mexicanos. Pero es más fácil desviar la atención de las verdaderas contradicciones y causas reales de los problemas que aquejan a los estadounidenses.

El trumpismo promete “Volver a Hacer a América Grande” cerrando fronteras, construyendo muros, declarando una guerra contra los carteles y deportando masivamente a los migrantes indocumentados. Sin reconocer los efectos atroces del capitalismo salvaje que beneficia mayormente al uno por ciento de ricos en Estados Unidos, la narrativa de América Primero polariza al máximo a la sociedad de ese país. Este proyecto parece ser liderado también por las élites—del espectáculo y los bienes raíces, por ejemplo, en el caso de su candidato a presidente; de las redes sociales y de la industria aeroespacial, en el caso de Elon Musk—y ofrece una solución alterna que promueve el “divide et impera”, lo cual nunca le regresará su grandeza a un imperio en franca decadencia. La idea de América Primero constituye una promesa rota basada en mentiras o en falsas verdades. La promesa del trumpismo muy probablemente se materializará en un sueño guajiro. Y está cerca de volverse pesadilla, en unos pocos días. De cualquier forma, América Primero—con o sin Trump—es ya una ideología, que se transforma en un movimiento.

(*) La Dra. Guadalupe Correa-Cabrera es profesora de la Escuela Schar de Política y Gobierno en la Universidad George Mason. 

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