Cómo el cannabis puede dañar nuestra información genética

Un estudio sugiere que el cannabis es genotóxico, daña el ADN y acelera el envejecimiento, con posibles efectos para las generaciones futuras

Herramienta de inteligencia artificial de Google evalúa las mutaciones del ADN en busca de trastornos raros

Aproximadamente el 57% de las mutaciones en el gen de ADN sin sentido son probablemente inofensivas, mientras que el 32% son probablemente dañinas según esta nueva tecnología. Crédito: Billion Photos | Shutterstock

Una reciente investigación publicada en Addiction Biology ha encendido el debate sobre los efectos a largo plazo del consumo de cannabis. El estudio describe a esta sustancia como “genotóxica”, es decir, capaz de dañar la información genética contenida en las células, lo que podría desencadenar mutaciones en el ADN, envejecimiento biológico acelerado y ciertos tipos de cáncer.

Este hallazgo subraya implicaciones que van más allá del individuo, sugiriendo que los daños genéticos provocados por el cannabis pueden transmitirse a la descendencia a través de óvulos y espermatozoides afectados. 

El autor principal, Stuart Reece, de la Universidad de Australia Occidental, argumenta que estas conclusiones podrían tener “consecuencias de largo alcance”. Según él, los efectos del cannabis sobre la genética no solo impactan al consumidor, sino también a las generaciones futuras, transformando el debate sobre la legalización de esta sustancia de un tema de elección personal a uno con implicaciones multigeneracionales. 

El estudio pone énfasis en el papel de las mitocondrias, las estructuras celulares responsables de generar la energía necesaria para el funcionamiento de las células. Investigaciones previas ya habían demostrado que los cannabinoides, los compuestos activos del cannabis, reducen la eficiencia energética de las mitocondrias.

Reece se basó en un artículo publicado en Science, el cual señalaba que la disfunción mitocondrial puede provocar daño cromosómico. Este fenómeno no solo aumenta el riesgo de cáncer, sino que también acelera el envejecimiento y eleva la probabilidad de defectos congénitos. 

Cannabis y cáncer

Aunque los estudios en Science no se centraron específicamente en el cannabis, Reece aplicó estos hallazgos al contexto del consumo de esta sustancia, llegando a la conclusión de que el daño mitocondrial y genético causado por el cannabis podría ser significativo. Estas ideas aportan una nueva perspectiva sobre los riesgos del cannabis que, según Reece, anteriormente no estaban bien comprendidos. 

El vínculo entre el cannabis y ciertos tipos de cáncer, como el testicular, ha sido documentado, aunque sigue siendo un tema controvertido. Reece atribuye la falta de consenso al diseño deficiente de investigaciones previas y a la creciente potencia del cannabis desde los años setenta, lo que dificulta evaluar con precisión sus efectos a largo plazo.

No obstante, el envejecimiento acelerado parece ser una consecuencia más evidente. Según el estudio, los consumidores de cannabis podrían experimentar un envejecimiento biológico un 30 % más rápido que el promedio, algo que se observa de manera más pronunciada en personas de 30 años. 

El estudio llega en un momento en el que el consumo de cannabis se normaliza progresivamente, a medida que se eliminan restricciones legales en distintos países. Este panorama podría influir en cómo se comunican los riesgos asociados con su uso, especialmente aquellos relacionados con la salud genética y la transmisión intergeneracional de daños. 

El análisis de Reece subraya la importancia de realizar investigaciones más profundas y mejor diseñadas sobre los efectos del cannabis. Mientras el vínculo entre el consumo de esta sustancia y ciertos problemas de salud, como el cáncer, sigue siendo objeto de debate, los nuevos datos sobre el impacto genético abren una dimensión más amplia de discusión. 

En este contexto, la sociedad enfrenta el desafío de equilibrar las decisiones individuales con las responsabilidades hacia las generaciones futuras. La ciencia avanza, y con ello, la necesidad de evaluar con cautela los efectos de sustancias como el cannabis en la salud pública. El trabajo de Reece plantea una llamada de atención: los riesgos podrían ser más complejos y duraderos de lo que se había asumido previamente. 

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