Australianos incrementan su consumo de cannabis por altos costos de cigarrillos

El aumento del precio de los cigarrillos lleva a más australianos mayores de 50 años a consumir cannabis, según un estudio de la Universidad de Curtin

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Crédito: Matt Cardy | Getty Images

Un estudio reciente de la Universidad de Curtin ha revelado que los incrementos en los precios de los cigarrillos están impulsando a australianos mayores de 50 años a recurrir al cannabis como alternativa. Esta investigación, publicada en el Journal of Population Economics, analiza cómo los cambios en los costos del tabaco afectan los hábitos de consumo de sustancias en diferentes grupos de edad, desafiando ideas preconcebidas sobre la relación entre estas sustancias.

El equipo de la Facultad de Contabilidad, Economía y Finanzas de Curtin examinó los hábitos de compra de casi 100.000 australianos entre 2001 y 2019, utilizando datos de la Encuesta de Hogares sobre la Estrategia Nacional de Drogas de Australia. Los resultados muestran una tendencia diferenciada según la edad de los consumidores. Mientras que el aumento en los precios de los cigarrillos redujo el consumo de cannabis entre personas menores de 40 años y no tuvo un impacto significativo en aquellos entre 40 y 50 años, se observó un aumento notable en el consumo de cannabis entre los mayores de 50 años.

Los autores del estudio, encabezados por John Curtin y el profesor Mark Harris, señalaron que este hallazgo contradice las expectativas económicas tradicionales. “En términos económicos, si dos productos se consumen juntos, como el tabaco y el cannabis, un aumento en el precio de uno debería disminuir el consumo del otro”, explicó el profesor Harris. “Sin embargo, observamos que para las personas mayores, el cannabis puede dejar de ser un complemento del tabaco y convertirse en un sustituto”.

La investigación también incluyó simulaciones para evaluar los efectos de un incremento hipotético del 10% en los precios del tabaco. Los resultados proyectan que hasta 68.000 australianos mayores de 50 años podrían comenzar a usar cannabis como sustituto del tabaco. Esto podría incluir tanto un aumento en el consumo de aquellos que ya usan cannabis como la incorporación de nuevos consumidores que lo probarían por primera vez.

El coautor del estudio, el Dr. Ranjodh Singh, destacó que estos hallazgos subrayan la complejidad del comportamiento del consumidor y la necesidad de un enfoque segmentado en las políticas de salud pública. “En economía, asumimos que las personas toman decisiones racionales basadas en los precios. Sin embargo, distintos segmentos de la población responden de manera diferente”, afirmó Singh. Para ilustrar esta dinámica, los investigadores emplearon un “enfoque de ciclo de vida”, considerando cómo los hábitos de consumo cambian con la edad.

En términos generales, el estudio encontró que los aumentos en los precios del tabaco llevan a una disminución promedio en el consumo de cannabis. No obstante, el grupo de mayores de 50 años desafía esta tendencia, lo que sugiere que las políticas uniformes no siempre generan los resultados esperados. Según el Dr. Singh, “estos resultados demuestran que las políticas generales pueden no ser efectivas para todos los grupos demográficos y deberían adaptarse para maximizar los beneficios de salud pública”.

El estudio, realizado en colaboración con la Dra. Preety Srivastava de la Universidad RMIT, también abre la puerta a nuevas estrategias de promoción de la salud. Los autores enfatizan que la relación entre tabaco y cannabis no es estática y puede evolucionar según las características demográficas y el contexto económico.

Estos hallazgos tienen implicaciones significativas para las políticas de control del tabaco y para la regulación del cannabis, que ha experimentado un cambio en su aceptación social en las últimas décadas. La investigación sugiere que comprender las motivaciones y respuestas de diferentes grupos puede ser clave para diseñar estrategias efectivas que minimicen los riesgos para la salud pública y promuevan el bienestar general.

Con un enfoque innovador y basado en datos, este estudio proporciona una base para replantear cómo las políticas de precios y los mensajes de salud pueden adaptarse a las necesidades de distintos segmentos de la población, contribuyendo a un debate más informado sobre el consumo de sustancias y sus efectos en las comunidades.

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