Docentes en Chicago trabajan para disminuir temor de los estudiantes ante leyes migratorias
Maestros afirman que la salud y seguridad de los niños se ha visto gravemente afectada por las tácticas de detención de ICE
El miedo de los estudiantes, docentes, personal y familiares sigue creciendo. Crédito: Reed Saxon | AP
La maestra Kat preparó un documento detallado para su madre con instrucciones sobre su vida cotidiana: dónde encontrar las llaves de repuesto de su auto, cómo cuidar a su perro, el sitio donde guarda su medicamento para el asma y las contraseñas de sus cuentas personales. Esa lista, explica, funcionaría como un plan de respaldo si agentes federales llegaran a detenerla en medio de las recientes redadas del ICE.
Nacida y criada en el suroeste, Kat ha sido testigo del aumento de operativos migratorios en su comunidad desde septiembre. La maestra reconoce que compartir esos detalles personales la hizo sentir como si estuviera enseñando a alguien a manejar su vida en caso de una ausencia forzada, una idea impensable para alguien que siempre ha vivido en su propio hogar.
El temor a un encuentro con agentes migratorios la acompaña cada día en su trayecto al norte, donde trabaja con estudiantes que también viven pendientes de la presencia de helicópteros y vehículos oficiales. En el patio de recreo, los alumnos preguntan con inquietud: “¿Es ICE?”. Muchos temen que sus padres no estén al regresar de la escuela, una ansiedad que se ha vuelto común entre familias inmigrantes.
Con la intensificación de los operativos, varios maestros reportan un estado de alerta constante entre los estudiantes, acompañado de ausencias crecientes. Algunos niños faltan días consecutivos y otros, que antes iban acompañados por sus padres, ahora caminan solos hacia la escuela. Se observa también una caída notable en la asistencia, impulsada por las redadas que han impactado barrios enteros.

Comunidades escolares bajo presión por las redadas migratorias
Para responder al clima de miedo, docentes y vecinos han organizado redes informales de acompañamiento, despensas escolares y equipos de apoyo. Este tipo de iniciativas busca crear entornos más seguros frente al incremento de operativos, incluidos incidentes con gases lacrimógenos y allanamientos nocturnos reportados desde el inicio de la llamada “Operación Midway Blitz”.
Diversos agentes federales han sido vistos fuera de escuelas deteniendo a padres y adolescentes, lo que ha generado alarma entre estudiantes y familias. Según un análisis reciente, la asistencia escolar cayó más de un punto porcentual después de hacerse públicas las redadas, con un impacto mayor en aulas bilingües. Los niños muestran dolores de cabeza, malestar estomacal y dificultad para concentrarse, síntomas del miedo persistente en sus hogares.
El psicólogo Ricardo Camacho señala que la sensación de seguridad de los niños está gravemente afectada por las tácticas agresivas. Para estudiantes de familias inmigrantes o de estatus mixto, la exposición a contenido violento en redes sociales agrava la inestabilidad emocional. En Chicago, más de un tercio de los menores tiene al menos un padre inmigrante, lo que amplifica el alcance del problema.
Ante este escenario, docentes como Mahli y Kat intentan equilibrar el reconocimiento del miedo con la creación de espacios llenos de alegría. Equipos escolares también conectan a familias con asistencia legal y monitorean casos de detenciones. Otros educadores distribuyen tarjetas de “Conozca sus derechos” e información de emergencia para fortalecer la seguridad comunitaria.

Las movilizaciones también se han extendido a estudiantes, como en Little Village, donde cientos marcharon contra la presencia del ICE y en apoyo a sus familias. Padres y voluntarios han organizado redes de transporte seguro y vigilancia en horarios de entrada y salida escolar, mientras algunos abren sus hogares para tareas básicas como lavar ropa sin temor a redadas.
Las Escuelas Públicas de Chicago reiteran que las escuelas siguen siendo lugares seguros y que no colaboran con agentes federales. Aun así, la comunidad enfrenta altos niveles de ansiedad. Para Kat, la esperanza surge de la solidaridad: frente a lo que describe como tácticas caóticas y peligrosas, destaca que los vecinos están respondiendo con cuidado y protección mutua ante la creciente presión de las redadas del ICE.