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Espía espacial: el astronauta ruso que fue bajado de una misión por fotografiar motores de SpaceX

Roscosmos anunció de forma abrupta que el astronauta sería reasignado sin ofrecer mayores detalles de los motivos

Los motores de SpaceX son unos de los más potentes del mundo y son parte de la clave del éxito de la compañía aeroespacial

Los motores de SpaceX son unos de los más potentes del mundo y son parte de la clave del éxito de la compañía aeroespacial Crédito: Shutterstock

Un veterano astronauta ruso fue excluido de una misión de SpaceX después de que se conociera que habría tomado fotos no autorizadas de documentación técnica y componentes de motores en las instalaciones de la empresa de Elon Musk en Hawthorne, California. 

Este episodio no solo golpea su carrera, también enciende las alarmas en torno a la seguridad tecnológica y estratégica de los motores y sistemas de lanzamiento que sostienen el liderazgo espacial de Estados Unidos.

El “espía espacial” que se quedó sin misión

El protagonista es Oleg Artemyev, cosmonauta de alto perfil: tres misiones largas en la Estación Espacial Internacional (EEI), 560 días acumulados en órbita y el título de Héroe de Rusia. Formaba parte de la tripulación de Crew-12, la próxima misión tripulada de SpaceX hacia la EEI prevista para no antes del 15 de febrero, y ya estaba en entrenamiento intensivo para operar la cápsula Dragon.

De forma abrupta, Roscosmos anunció que Artemyev sería reasignado “a otro puesto” y que su lugar en Crew-12 lo ocuparía el cosmonauta Andrey Fedyayev, sin dar una razón médica o técnica convincente para un cambio tan tardío. En el mundo de los vuelos tripulados, sacar a un astronauta experimentado a última hora rara vez es casualidad, y en este caso el foco se trasladó enseguida a la hipótesis de espionaje tecnológico.

Fotos a motores de SpaceX: el corazón del conflicto

El punto crítico habría ocurrido durante el entrenamiento en Hawthorne, donde Artemyev presuntamente tomó fotografías con su teléfono de documentos técnicos y partes de motores y dispositivos sensibles, sin permiso. Según el especialista ruso Gueorgui Trishkin, esa conducta violaría las regulaciones ITAR, el marco normativo de Estados Unidos que protege tecnologías espaciales y de defensa consideradas críticas.

Las ITAR tratan muchos desarrollos aeroespaciales como si fueran equipamiento militar, con reglas muy duras sobre quién puede ver, copiar o transportar esa información. Por eso, una “simple” foto dentro de un centro técnico puede interpretarse como una posible filtración de secretos tecnológicos, especialmente si, como indicó el medio ruso The Insider, hubo intento de sacar ese material fuera del país. En ese contexto, diversos analistas y voces en medios comenzaron a describir a Artemyev como un “espía ruso” que operaba dentro de SpaceX, aunque la investigación oficial sigue abierta.

Lo que se habría fotografiado no es un detalle menor: se trataría de motores y sistemas clave de SpaceX, es decir, parte del know-how que permite a la compañía dominar el mercado de lanzamientos y vuelos tripulados comerciales. Esos motores concentran ventajas tecnológicas estratégicas, desde la eficiencia de los lanzamientos hasta la reutilización de cohetes, un punto central para abaratar costos frente a competidores como Rusia y China.

Seguridad, geopolítica y futuro de la cooperación espacial

Si un actor extranjero logra descifrar cómo están diseñados y operados estos motores, puede ahorrar años de investigación y miles de millones de dólares en desarrollo propio. En términos geopolíticos, perder el secreto de esos diseños no es solo un tema de propiedad intelectual: implica un riesgo directo para la seguridad nacional y para la capacidad de Estados Unidos de conservar su ventaja en la nueva carrera espacial.

El caso también tensiona la frágil relación entre NASA y Roscosmos, ya que la EEI es uno de los pocos ámbitos de cooperación formal que sobreviven al clima político adverso. Un episodio de posible espionaje en instalaciones de SpaceX puede derivar en nuevas restricciones para especialistas extranjeros, más controles sobre dispositivos personales y menos acceso a áreas críticas.

La figura de Artemyev ya venía rodeada de polémica: en 2022 fue fotografiado en la EEI sosteniendo banderas de territorios separatistas prorrusos, algo que la NASA y la Agencia Espacial Europea rechazaron al recordar que la estación no puede usarse como plataforma de propaganda política. Ahora, con la sospecha de fotos no autorizadas, su exclusión de Crew-12 puede marcar un punto de inflexión en su carrera y cerrar la puerta a futuras colaboraciones internacionales.

Para SpaceX, el episodio funciona como un recordatorio de que la cooperación internacional en el espacio siempre convive con riesgos de inteligencia. En una era donde los motores de cohetes y el software de vuelo son activos tan valiosos como cualquier arma estratégica, el caso del supuesto “espía espacial” deja una lección clara: proteger cada bit de información crítica es tan importante como llegar primero a la órbita.

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