Un veredicto que tiene grandes conmplicaciones
Jueza militar debe deliberar sobre filtraciones de Bradley Manning a Wikileaks
WASHINGTON, D. C. (EFE). La jueza militar Denise Lind comenzó ayer su primer día de deliberación sobre las filtraciones del soldado Bradley Manning a WikiLeaks, cuyo caso puede sentar precedente sobre los casos que involucren la divulgación de información clasificada de Estados Unidos.
En pocos días, Lind, coronel del Ejército y profesora de la universidad de Georgetown con fama de metódica, deberá anunciar un veredicto sobre una de las mayores filtraciones de información clasificada de la historia de Estados Unidos.
En las manos de esta militar de 53 años está interpretar un caso que podría sentar las bases sobre qué puede considerarse “ayuda al enemigo” o acercar más al Gobierno estadounidense en su intento de perseguir judicialmente a WikiLeaks y su fundador, Julian Assange, que fue presentado en el tribunal como un cómplice.
Hoy, un grupo de simpatizantes de Manning se manifestó a las puertas de Fort McNair, en Washington, para pedir al general Jeffrey Buchanan, autoridad militar que supervisa el juicio al ex analista de Irak, que permita su liberación.
Los integrantes de la red de apoyo a Bradley Manning, que no han conseguido reunir grandes multitudes antes y durante el juicio, iniciado el pasado 3 de junio, piden que sea absuelto por haber expuesto crímenes de guerra y por haber sido torturado durante los nueve meses que pasó en régimen de aislamiento en la base de Quantico (Virginia) tras su detención en Irak en mayo de 2010.
Manning es acusado por el Gobierno de Estados Unidos de “ayudar al enemigo” y otra veintena de cargos por ceder más de 700 mil documentos clasificados al portal WikiLeaks, que la defensa define como una “organización periodística”.
En manos de Lind está definir si poner información clasificada en Internet además de ser un delito contra el código militar y la ley de espionaje puede ser considerado como “ayudar al enemigo”, ya que servicios de inteligencia extranjeros u organizaciones terroristas como Al Qaeda podrían acceder a ellos en la red.
La defensa ha alegado que la intención de Manning era hacer al mundo conocedor de las injusticias de la guerra con la filtración de datos de los conflictos de Afganistán e Irak y exponer la explotación que EEUU hace del tercer mundo cuando decidió filtrar miles de cables diplomáticos.
Lind también podrá sentar precedente sobre si filtrar datos a una organización como WikiLeaks, que colocó toda la información que le aportó Mannning de manera abierta y en bruto, puede ser equivalente a dar esa información a medios de comunicación como el New York Times o el Washington Post, en cuyo caso el cargo de “ayuda al enemigo” tendría menos sustento.
Manning ha aceptado declararse culpable de la mitad de los cargos que se le imputan, los menos graves y que estarían penados con hasta 20 años, y la defensa ha intentado infructuosamente en tres ocasiones de que se retire el cargo de “ayuda al enemigo”.
El caso de Manning se da además en un momento en el que aumentan las críticas contra la Casa Blanca por excederse en su celo en mantener elementos del Gobierno, las Fuerzas Armadas y la Justicia fuera de la luz pública.
Independiente de lo que decida la juez Lind el juicio de Manning ya ha supuesto para muchos un retroceso en la libertad de prensa, con quejas en privado de la prensa por el excesivo control durante las audiencias celebradas en la base de Fort Meade (Maryland).
La semana pasada, guardias controlaron en todo momento a los periodistas para evitar que se grabara o narrara en directo a través de redes sociales como Twitter e incluso llegaron a vigilar por encima del hombro a los informadores.
Las peticiones del Gobierno estadounidense para que se protegiera información secreta ha obligado a audiencias a puerta cerrada y a que un gran número de documentos queden en la sombra, al tiempo que la juez Lind ha rechazado la petición pública de proveer transcripciones del proceso.
En opinión, de simpatizantes de Manning, como el responsable de filtrar los Papeles del Pentágono en 1966 a la prensa, Daniel Ellsberg, este proceso quiere servir de ejemplo para evitar nuevos “gargantas profundas” en la era de Internet y de conflictos armados cada vez más oscuros.