El millonario negocio de la piratería en el metro del D.F.
Las ganancias anuales suman hasta tres millones de dólares
México – El silbato anuncia que las puertas de los vagones de la Línea 4 del metro del Distrito Federal, en México, están por cerrarse y en ese instante entra apresurado un hombre bajito, de unos 20 años, quien carga una bocina a cuestas más grande que su espalda.
La puerta se cierra, el tren avanza y el mochilero se vuelve el centro de atención de los viajeros. Es inevitable escucharlo. Desde la bocina suena música ‘pop’ a un volumen tan alto que uno siente que los oídos van a estallar, aunque finalmente lo único que detona es la voz del hombre que se abre paso entre los pasajeros con su micrófono en la mano.
De pronto vocifera, “Cien canciones por 10 pesitos” (que es un poco más de 50 centavos de dólar)… “Lo mejor de la música de las cuatro décadas en inglés y en español, lléveselo, lléveselo”.
El estridente muchacho vende tres discos compactos con sus grabaciones piratas en sólo cinco minutos, que es el trayecto que hay entre una estación y otra, luego se baja y se sube al siguiente vagón.
Detrás de él entra otro vendedor y otro, y otro, durante 18 horas al día, los 365 días del año, sin control. Otros se dedican a vender golosinas pero la mayoría se especializa en discos y videos que es donde está el negocio.
Mientras, los vigilantes los ven pasar y rápido miran hacia otro lado; eso sí, si intentas fotografiar a los ambulantes el cuidador interviene quitándote la cámara o haciéndote borrar las imágenes.
La red de vendedores que opera en el metro, conocidos como “vagoneros”, tiene dos caras: un rostro de pobreza con 2,500 mochileros ambulantes y otro lucrativo que suma ganancias anuales de casi tres millones de dólares, según la Asociación Protectora de Cine y Música.
Esta organización denunció en 2009 que la venta de música y videos piratas en el metro representa una pérdida del 30 por ciento a la industria musical y pidió apoyo al gobierno del Distrito Federal, pero éste no ha podido controlarlo.
Tras severas críticas por el aumento del costo del boleto del metro que dejaba muy por debajo la calidad del servicio con relación al precio, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, prometió sacar a los vagoneros a través de un programa que los integraría a la economía formal. Sin embargo, sólo 522 vendedores acudieron a los cursos de capacitación y de éstos, sólo dos aceptaron empleo en una empresa. “Ganamos más como ambulantes”, argumentaron
En el servicio del metro transitan a diario 1.9 millones de personas y los vendedores tienen acceso al transporte porque el Sindicato del Metro permite que pasen de vagón en vagón sin ser detenidos.
Sólo cuando surgen faltas administrativas o algún incidente con un pasajero y éste se queja es que los ambulantes son remitidos al Ministerio Público, pero los vendedores saben que pagando cuatro dólares quedan en libertad.
Al líder del gremio, Fernando Espino, quien también es diputado en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, se le acusa de estar detrás de este negocio que reparte ganancias a diestra y siniestra como si fuera una compañía formal y no un negocio ilícito de piratería.
Ante esto el secretario general de la Universidad Obrera, Elías Aguilar Bernardino, describe Espino como “plegado al gobierno federal, con prácticas antidemocráticas y de corrupción que controla a los trabajadores para no permitirles una participación libre y amplia”.
Miembros de la organización Unión Guerrero-Garibaldi, una de las 15 que ha identificado el gobierno local, controla a 50 bocineros. Ellos revelaron a este diario que los líderes Julián Pérez, alias “El Japonés” y Ernesto Galicia, alias “El Simio” reciben alrededor de 60 mil pesos, lo equivalente a casi 4,000 dólares, semanales cada uno.
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Los vigilantes no permiten que los ‘vagoneros’ sean fotografiados.
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