Acusado de rapto llora tras oír que su supuesta víctima no era feliz
La fiscalía sostiene que el hombre se aprovechó de la menor, la atemorizó y la obligó a formar una familia con él bajo amenazas
El mexicano Isidro Medrano García, acusado de secuestrar y abusar sexualmente de una compatriota durante una década, rompió a llorar amargamente este lunes en los tribunales californianos después de escuchar a la supuesta víctima relatar con frialdad que nunca fue feliz con él.
Medrano, de 42 años, sollozó desconsolado, con los brazos apoyados sobre una mesa y el rostro entre las manos, mientras su abogado de oficio, Seth Bank, trataba de animarle para que recuperara la entereza y pudiera así reanudarse la sesión que estaba en medio de un receso. El jurado no presenció la escena.
Bank había estado interrogando a la supuesta víctima, de 26 años, durante la mañana. Le había enseñado fotografías de los 10 años que vivió con el acusado, con quien se casó y tuvo una hija.
Las imágenes iban desde la recepción de boda a la que acudieron entre 100 y 150 invitados, al nacimiento de la niña, fiestas infantiles, cumpleaños y visitas a Disneyland con un amigo de Medrano, a quien tuvieron como invitado en casa en varias ocasiones.
El abogado defensor cuestionó a la mujer sobre las sonrisas que mostraba en los retratos, incluida una instantánea tomada poco tiempo antes de ser mamá, a lo que ella reiteró una y otra vez que durante años “fingió” ser “feliz” al lado del mexicano y que mantuvo la relación por miedo a que él la golpeara.
“Estaba embarazada, ¿por qué no iba a estar feliz?”, replicó. “No quería estar con él, pero iba a tener un bebé”.
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El presunto secuestro
Según el relato de la denunciante, Medrano la raptó en agosto de 2004 cuando ella tenía 15 años y después de un altercado doméstico en un apartamento que compartían en Santa Ana. El hombre le dio unas pastillas que la adormilaron. Por entonces, Medrano era el novio de su madre, Rosa María Cedeño, con quien la entonces menor tenía una mala relación. Ella admitió que tenían enfrentamientos físicos y verbales.
Cuando la supuesta víctima volvió en sí, se despertó en un garaje en Compton que estaba reconvertido en una modesta habitación. Medrano llegó con unas identidades falsas y a partir de entonces ella pasaría a llamarse Laura. Su instinto de supervivencia, según su versión, haría que aparentara tener una relación normal con su presunto captor.
Años de convivencia, informática y zumba
En la Corte Superior del condado de Orange, en Fullerton, también trascendió que hubo ocasiones en que mientras Medrano iba a trabajar -jornadas de 8 a 10 horas diarias-, la mujer acudía a clases de informática, inglés y zumba.
El jurado también supo que la pareja vivía en un complejo residencial de Bell Gardens a pocos metros de una comisaría de la policía, una escuela y un parque en el que ella se reunía en ocasiones con amigas y los hijos de éstas.
A pesar de las indagatorias de la defensa, la denunciante sigue manteniendo que Medrano la “secuestró” y que no trató de escaparse por miedo a que le golpeara.
En 2014, Neli encontró en las redes sociales a su hermana y volvió a reconectar con su familia. Aquello terminó con la denuncia a Medrano que ahora podría pasar el resto de su vida en la cárcel si es condenado.
La fiscalía sostiene que Medrano se aprovechó de la menor, la atemorizó y la obligó a formar una familia con él bajo amenazas. La defensa insiste en que todo es un montaje urdido por una denunciante manipuladora que se cansó de su pareja y quiere lograr una visa de residencia para víctimas de violencia doméstica.