Primarias: Rebelión en la granja
La clase política republicana y demócrata, dos caras de la misma moneda, dos versiones de una misma historia
La campaña presidencial estadounidenses, actualmente en su etapa de primarias, se ha vuelto un revoltijo político que tiene alarmadas a las élite dominantes de los partidos republicano y demócrata, quienes por siglos se han alternado en el poder para perpetuar el sistema capitalista sobre la clase trabajadora de este pais.
Se trata de una rebelión de las masas contra el aparato político, financiero e ideológico, contra la globalización y los tratados de libre comencio. Esto explica el surgimiento de populismos de derecha e izquierda. Los salarios de la clase obrera siguen igual a hace 20 años, mientras el 10% de la población se queda con el 50% de la riqueza. Como rehenes de un capitalismo que ha agotado los niveles de explotación de los recursos naturales y mano de obra del pueblo estadounidense, las clases populares se rebelan contra las corporaciones que buscan maximizar sus ganancias a expensas de la clase obrera.
Los simpatizantes de Donald Trump, son personas entre los 40 y 70 años de edad, sin educación universitaria, golpeados por el desempleo y la “extranjerización” de las grandes corporaciones. Estas multinacionales, prefieren invertir el tercer mundo, generoso en concesiones fiscales y mano de obra abundante y barata con enormes recursos naturales vírgenes, sin ningún respeto por el medio ambiente, ya no se diga los derechos y prestaciones de la clase trabajadora.
Hace apenas 10 meses las preferencias electorales para Sanders eran de apenas el 3% y Clinton le llevaba una ventaja del 70%. Hoy la candidatura de Sanders, ha reducido significativamente la distancia entre el y Clinton y se ha convertido en una amenaza para la candidata favorecida por el “establishment” Demócrata. En solo el mes de Febrero, Sanders recaudó 42 millones en donaciones de parte de unos 3 millones de donantes en su mayoría pobres, con un máximo de 26 dólares por contribución.
Una reciente encuesta de CNN y el Washington Post, indicaba que Bernie Sanders derrotaría a Trump 55% a 43%, una diferencia de 12 puntos porcentuales, mientras Hillary Clinton derrotaría al millonario 52% a 44%, una diferencia de 8 puntos porcentuales, un márgen mucho más amplio de victoria de Sanders sobre Trump.
Durante el debate escenificado en Flint, Sanders exitosamente logró pintar a Clinton como la candidata de Wall Street y las grandes corporaciones y los resultados de tales acusaciones fueron mas que evidentes a los dos días.
Mientras Bob Woodward, ex-reportero del Washington Post describe a Trump como neo-fascista, una alta funcionaria del partido Demócrata denuncia a Clinton como la “arquitecta” del derrocamiento del coronel Mohammar Kaddafi en Libia y la destrucción de una nación entera. Clinton igualmente estuvo detrás del ilegal y antidemocrático golpe de estado en la vecina Honduras que terminó con el gobierno de Manuel Zelaya.
Las clase políticas republicana y demócrata, dos caras de la misma moneda, dos versiones de una misma historia, dos estrategias de una misma causa, dos alas de un mismo pájaro, se encuentran entre la espada y la pared.
Si el excéntrico multimillonario, se hace de la nominación republicana, arriesga una rebelion interna. Aun el joven imberbe senador Marco Rubio de Florda, se negó a respaldar a Trump si este gana la nominación. Muchos otros seguirían su ejemplo. Si Trump gana la presidencia, el mundo verá con horror el espectro de una cada vez más cercana tercera guerra mundial y el hongo nuclear, no como una película de ciencia ficción sino como una altamente probable realidad apocalíptica del siglo XXI.