La verdad de los antibióticos en la carne que comes

Detener el abuso de antibióticos en la producción de carne vacuna, porcina y de ave que origina bacterias peligrosas, es una necesidad

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Los productores de carne usan antibióticos sin ton ni son. Crédito: Shutterstock

Uno de los mayores descubrimientos médicos del siglo XX ocurrió de manera accidental. En 1928, el científico Alexander Fleming encontró moho en una de sus placas de Petri; luego comprobó que alrededor de donde crecía el moho todas las bacterias habían sido destruidas. El moho bactericida fue la primera forma que tuvo la penicilina… y así fue como nuestra sociedad ingresó en una nueva era médica.

De pronto, enfermedades mortales como la tuberculosis, la escarlatina, la meningitis bacteriana y la difteria se podían curar con una pastilla. Las intervenciones quirúrgicas en las enfermedades cardiovasculares y los trasplantes de órganos, como asimismo la quimioterapia, salían bien porque esos medicamentos milagrosos barrían con las infecciones surgidas luego del tratamiento.

Pero a menos de un siglo de aquel descubrimiento revolucionario, los antibióticos están perdiendo su eficacia salvadora. Su abuso ha permitido que las bacterias evolucionaran de tal forma que ahora se han vuelto inaccesibles a los medicamentos. Esto condujo al surgimiento de las “superbacterias”, entre ellas el estafilococo aureus resistente a la meticilina (MRSA, por sus siglas en inglés) y las bacterias resistentes a 3 o más clases de antibióticos. Y a medida que aumenta la cantidad y variedad de las superbacterias, el desarrollo de antibióticos capaces de acabar con ellas va quedando a la zaga.

Cada año, más de 2 millones de estadounidenses contraen infecciones resistentes a los antibióticos y 23,000 sucumben fatalmente. “Los antibióticos en los que habíamos confiado durante décadas están perdiendo eficacia… y corremos el riesgo de retroceder a la época en que la gente se moría de infecciones simples”, dice Tom Frieden, M.D., M.P.H., director de los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC).

Durante el año pasado, Consumer Reports investigó los peligros del abuso de antibióticos en hospitales y consultorios, pero en ningún otro lugar se hace peor uso de estos medicamentos que en las industrias avícola y ganadera. Alrededor del 80% de los antibióticos que se venden en el mercado estadounidense se administran a animales que son criados para el consumo humano: cerdos, vacas, pollos y pavos.

Los datos más recientes de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) muestran que durante 2013 en Estados Unidos se vendieron más de 32 millones de libras de antibióticos para su uso en animales destinados al consumo: más del 17% que apenas 4 años antes.

Recientemente, algunos productores avícolas y ganaderos, como Tyson, y cadenas de restaurantes, como McDonald’s y Subway, se han comprometido a reducir la producción o venta de carne vacuna, porcina y de ave proveniente de animales criados con antibióticos. “Pero todavía está por verse si semejantes medidas terminan o no por reducir significativamente el uso de antibióticos”, dice Gail Hansen, D.V.M., quien cuenta con más de 25 años de experiencia en salud pública veterinaria y en enfermedades infectocontagiosas.

“En años recientes hemos visto cómo algunas de las bacterias que más comúnmente se encuentran en los alimentos (gérmenes como la salmonella y el campylobacter) se vuelven cada vez más resistentes a algunos antibióticos”, dice Robert Tauxe, M.D., M.P.H., director adjunto de la División de Enfermedades transmitidas por los alimentos, el agua y el medio ambiente de los CDC.

Estas cepas resistentes pueden causar infecciones que son “más severas, de mayor duración y más difíciles de tratar”, enumera Tauxe. De hecho, los cálculos que hicimos a partir de datos de los CDC muestran que alrededor del 20% de las personas que se enfermaron a causa de un microorganismo resistente a los antibióticos no se contagiaron en el hospital ni de otra persona: les llegó a través de su comida.

Superbacterias en la carne que comes

Hace 4 años, Ruby Lee, de Sandy, en el Estado de Oregon, estuvo luchando por su vida contra una superbacteria. Tenía tan sólo 10 meses de edad cuando sus padres se apresuraron a llevarla a la sala de emergencias con diarrea severa y fiebre alta. “Ruby estuvo tan enferma los primeros días que apenas si se movía”, cuenta su madre, Melissa Lee. “Teníamos terror de perderla”.

Los médicos finalmente diagnosticaron que la enfermedad que padecía Ruby formaba parte de un brote de salmonella Heidelberg causado por carne molida de pavo y que enfermó además a otras 135 personas en varios estados. Aquella bacteria se había vuelto resistente a varios antibióticos, pero afortunadamente los médicos de Ruby encontraron uno que todavía resultaba efectivo.

Incluso la simple manipulación de carne contaminada entraña un riesgo. Ken Koehler, de 55 años, siempre cocinaba muy bien sus hamburguesas. Pero aún así se enfermó durante un brote que hubo en 2011 de salmonella typhimurium vinculado a la carne de res molida. Los funcionarios de salud pública le dijeron que la bacteria resistente podía haber llegado a sus manos mientras amasaba la carne cruda para formar los medallones de carne que luego cocinaría.

Tras semanas de cama, este vecino de Old Orchard Beach, en Maine, cuenta que aquella fue una de las peores experiencias de su vida. Los antibióticos curaron la infección, pero la recuperación fue lenta. “Pasó un mes antes de que pudiera comer una comida completa”, recuerda. “Mi sistema digestivo todavía no ha vuelto a la normalidad”.

La historia de Ruby y la de Ken no son incidentes aislados. A menudo la información de que se dispone sobre casos como estos es incompleta, pero según datos de los CDC, hubo al menos 6 brotes multiestatales de alimentos infectados con bacterias resistentes a los antibióticos desde 2011 a la actualidad. El mayor de ellos, vinculado a los pollos de Foster Farms, se inició en la primavera de 2013 y continuó hasta el verano de 2014, infectando a 634 personas en 29 estados. Alrededor de un 40% tuvieron que ser internados debido a la gravedad de su situación, duplicando así el porcentaje habitual de hospitalizaciones en brotes de salmonella.

“Las bacterias resistentes a los antibióticos son demasiado comunes en nuestro suministro de carne”, señala Urvashi Rangan, Ph.D., directora ejecutiva del Centro de Seguridad y Sustentabilidad de Consumer Reports. “Los brotes multiestatales reciben mucha atención mediática, pero en las cifras se subestima la cantidad total de casos de enfermedades, ya que hay muchos más que ocurren a nivel local”.

Por ejemplo, en agosto último, en el Estado de Washington, 152 personas se enfermaron por comer carne de puerco contaminada con salmonella inmune a 4 antibióticos. “A lo largo de los años, hemos analizado cientos de paquetes de carne de res, de aves y de camarones que fue envasada para su venta en supermercados, y encontramos bacterias resistentes a múltiples medicamentos en muestras de los tres tipos de animal”, cuenta Rangan. (Ver “Nuestro defectuoso suministro de alimentos”, más adelante).

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Ilustración por Jude Buffum

Por qué se les dan medicamentos a los animales

La práctica de suministrar regularmente medicamentos a los animales se remonta a unos 70 años atrás. Con la idea de que resultaría más fácil estudiar la nutrición en pollos “estériles”, un grupo de investigadores les administró regularmente antibióticos con la intención de eliminar todas sus bacterias digestivas. El “resultado, bastante inesperado”, según aquel estudio de 1946, fue que los pollos crecían más rápido.

Para 1950, los investigadores habían descubierto que los animales, cuando se les daba antibióticos, alcanzaban antes su peso para ser llevados al mercado y consumían menos alimento. “En aquel entonces, no sabíamos por qué los animales crecían más rápido”, dice Gail Hansen. “Y en realidad ahora tampoco”. Pero la ventaja lucrativa sí era bien comprensible, y añadir medicamentos al alimento se volvió una práctica estándar.

Sin embargo, investigaciones realizadas en los últimos 15 años sugieren que en la actualidad los antibióticos ya no funcionan tan bien para incrementar el crecimiento, al menos en algunos animales. Según Hansen, eso puede deberse a que los animales criados en la actualidad difieren genéticamente de los de antes o a que cualquier efecto posible de los antibióticos se redujo a medida que las bacterias se hacían resistentes a los medicamentos.

El otro motivo por el que los productores les administran dosis bajas de antibióticos a los animales sanos es para evitar que se enfermen. Bajo la presión de las grandes procesadoras, las granjas pequeñas y medianas han sido reemplazadas en las últimas décadas por criaderos y corrales de engorda (feedlots) a escala industrial que confinan a miles de animales juntos, según un análisis realizado por el Departamento de Agricultura sobre datos obtenidos en un censo de criaderos llevado a cabo por Food & Water Watch. En semejantes condiciones de hacinamiento las enfermedades se diseminan rápidamente.

Los criadores actuales tienen poca voz en la crianza de sus animales. “Hoy en día, la mayoría de los animales para el consumo humano se crían bajo contrato con grandes empresas productoras de carne que les exigen a los granjeros usar los alimentos suministrados por la empresa y estos podrían estar mezclados previamente con antibióticos”, dice Hansen. “Muchos no tienen ni idea de cuántos medicamentos reciben sus animales”. La mayoría de los antibióticos que se suministran a los animales lo hacen en forma de agua o alimentos mezclados con medicamentos, según la FDA.

Por qué la resistencia entraña riesgos

Los antibióticos sí tienen su lugar en la granja: en el tratamiento de los animales enfermos. Cuando los medicamentos se usan en dosis terapéuticas, es menos probable que produzcan resistencia a los antibióticos. El problema es cuando al ganado o a las aves se les dan dosis bajas de antibióticos en forma habitual.

“La combinación entre el uso frecuente de antibióticos y las condiciones en que se crían los animales produce un ambiente favorable para el desarrollo y la proliferación de las superbacterias”, explica Rangan.

Los medicamentos pueden matar a las bacterias más débiles en el tracto digestivo de los animales, dejando un puñado de sobrevivientes fuertes que se reproducen. Esas bacterias, lo mismo que ciertos residuos de los antibióticos, son eliminados en el excremento, que es el medio perfecto para la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos.

Con el tiempo, terminan por formarse colonias de superbacterias casi indestructibles. “En las granjas industriales, los animales viven literalmente en medio de su propio excremento”, dice Rangan. De modo que las bacterias están en el cuero o a la piel de los animales, y cuando son sacrificados pueden contaminar la carne que comemos. Y las bacterias, como sigue diciendo Rangan, continúan reproduciéndose y diseminando la resistencia a otras bacterias en el excremento de los animales, y pueden llegar a nuestro medio ambiente si los deshechos no se manejan correctamente.

El problema no radica solo con las bacterias que causan enfermedades transmitidas por los alimentos. Una vez que las bacterias resistentes se encuentran en el medio ambiente, pueden mezclarse con otras bacterias e intercambiar material genético, lo que podría contribuir a sumar aún más infecciones resistentes a los antibióticos en los hospitales y en las comunidades.

Lo que más preocupa a los expertos es el uso de antibióticos que suelen administrarse a pacientes humanos o que son similares. Por ejemplo, las tetraciclinas se emplean en seres humanos, pero algunos tipos son para uso principalmente veterinario.

Si las bacterias desarrollan resistencia a los medicamentos veterinarios, también pueden volverse resistentes a las tetraciclinas que se emplean en seres humanos. Y así, cuando aparecen las infecciones resistentes, los médicos cuentan con opciones limitadas para tratarlas. Por ejemplo, la cepa de salmonella que enfermó a Ken Koehler era resistente a 9 de los 15 antibióticos que probaron los CDC para combatirla mientras investigaban el brote de esa bacteria.

También de preocupación son los antibióticos de uso exclusivamente veterinario. Un grupo de antibióticos llamados ionóforos, que se les administran a los animales, no suelen tener relevancia en el tratamiento de pacientes humanos. Sin embargo, existe la posibilidad de que su uso a largo plazo pueda volver problemáticos los medicamentos para humanos. Y su uso en animales permite seguir criando ganado y aves en condiciones de hacinamiento, donde las bacterias se reproducen con facilidad.

¿Qué cadenas y qué productores tienen las mejores prácticas?

Los expertos en seguridad alimentaria de Consumer Reports revisaron las políticas de uso de antibióticos de las cadenas de restaurantes y los productores de carne vacuna, porcina y de ave más populares. Las mejores políticas son las que prohíben, para todo tipo de carne, el uso de antibióticos veterinarios y humanos, como asimismo otras medicinas (beta-agonistas y hormonas) con el fin de incrementar el crecimiento de los animales y prevenir sus enfermedades.

Cualquier suministro de medicamentos en forma regular les permite a los productores evitar corregir las condiciones que enferman a los animales en primer lugar. Si una empresa permite el uso de uno de esos medicamentos en al menos uno de los animales que cría o en al menos uno de los tipos de carne que sirve, leerás “Permite” en la columna Otros Medicamentos.

Si bien algunas de las empresas incluidas aquí se han comprometido a implementar cambios en el uso de antibióticos en el futuro, estas eran sus prácticas al cierre de esta edición. No se encuentran representadas todas las marcas o empresas. Para obtener más detalles visita GreenerChoices.org/animalag

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La embestida de la industria

Las asociaciones de profesionales que representan a las industrias ganadera y avícola suelen asegurar que el abuso de los medicamentos no está extendido y que no ponen en riesgo la salud humana. “Un detalle importante que suele pasarse por alto en este debate es que en realidad los antibióticos son necesarios para garantizar tanto la salud y el bienestar de los animales como la seguridad de los alimentos”, asegura Christine Hoang, D.V.M., directora asistente de salud animal y pública en la Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria.

Dice Hoang que la industria ya está reduciendo paulatinamente el uso de antibióticos para promover el crecimiento y que los medicamentos utilizados en la prevención de enfermedades son necesarios. En cuanto a la resistencia a los antibióticos, ella sostiene que el caso todavía está en debate. “Los estudios científicos de que disponemos no arrojan resultados que relacionen claramente el uso de antibióticos en animales con la salud humana y las infecciones resistentes en la comunidad”, argumenta Hoang.

Consta que la asociación ha declarado que el uso de medicamentos en la producción de alimentos “desempeña un papel extremadamente minúsculo”. Otros organismos representantes de la industria ganadera hacen eco de ese punto de vista. Por ejemplo, la Alianza Ganadera (Animal Agriculture Alliance) sostiene que “hay muchas medidas de protección que se han implementado para garantizar que los antibióticos suministrados a los animales no afecten la salud pública”.

Lance Price, Ph.D., profesor universitario en salud ambiental y laboral de la Universidad George Washington en Washington, D.C., manifiesta un categórico desacuerdo. “Como microbiólogo, he dedicado mi carrera a estudiar las bacterias, y sé que esas nociones son falsas”, asevera. “Existen estudios que desde la década de 1960 han demostrado reiteradamente cómo contribuye el uso de antibióticos en la producción de alimentos de origen animal a la creciente crisis de infecciones resistentes a los antibióticos en seres humanos”.

Las pruebas realizadas por Consumer Reports muestran que, en general, es menos probable que la carne vacuna, porcina y de ave proveniente de animales criados sin antibióticos albergue bacterias resistentes a múltiples medicamentos que la del ganado o las aves a los que se administran los medicamentos regularmente.

Por ejemplo, en nuestras pruebas más recientes, descubrimos que la carne molida proveniente de vacas criadas en la forma convencional (con antibióticos) tenía el doble de probabilidades de contener superbacterias que la de las vacas criadas sin antibióticos. “Esos resultados sugieren que las prácticas de crianza de los animales afectan profundamente la seguridad de nuestros alimentos”, indica Rangan.

Lo que pasa en la granja también tiene consecuencias para nuestra salud en general. Existen investigaciones que demuestran cómo las bacterias resistentes cultivadas en la granja terminan por llegar a los seres humanos en una gama sorprendente de formas. Por ejemplo, los trabajadores del criadero pueden contraer bacterias resistentes a los antibióticos al manipular los animales y su excremento; aun si los gérmenes no los enferman, ellos pueden contagiarlos a otras personas.

Eliminar o reciclar los más de 700 mil millones de libras de excremento generados por la ganadería industrial y la avicultura industrial crea su propio riesgo para la salud. Una parte se comercializa como fertilizante y puede diseminar las superbacterias hacia las cosechas, o contaminar los arroyos y el agua subterránea.

Algunos estudios científicos realizados sugieren que las bacterias resistentes pueden contraerse y transmitirse a través de las moscas como portadores y diseminarse transportadas por el viento. En un estudio, por ejemplo, residentes rurales de Pennsylvania que vivían cerca de campos fertilizados con abono proveniente de criaderos de puercos tenían hasta un 38% más de probabilidades de desarrollar infecciones MRSA que otros sujetos de la misma comunidad.

Nuestro defectuoso suministro de alimentos

En los últimos 3 años, hemos analizado 4 tipos de carne buscando contaminación bacteriana. Encontramos superbacterias en todos. Y en la mayoría de nuestras pruebas, encontramos diferencias entre la carne de animales criados en forma convencional y la carne que había sido producida de manera más sustentable: sin antibióticos. La cantidad y el tipo de bacterias que analizamos fueron variando, de modo que los resultados de las pruebas no pueden compararse entre sí.

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Estos proyectos fueron financiados por The Pew Charitable Trusts. Los puntos de vista aquí expresados son los de Consumer Reports y su división de defensa, Consumers Union, y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Pew Charitable Trusts.

Los defectos del plan gubernamental

En 2013, la FDA anunció un plan voluntario para cambiar la forma en que se etiquetan y venden los antibióticos de uso veterinario. El plan es voluntario, dice la FDA, porque “esa es la manera más rápida y eficiente de implementar estos cambios”.

La gente no puede comprar antibióticos sin receta, pero en la actualidad casi todos las medicamentos de uso veterinario en ganado y aves de criadero son de venta libre. Sin embargo, a fines de 2016, el plan de la FDA propondrá exigir la aprobación de un médico veterinario antes de suministrarles a los animales aquellos antibióticos que sean importantes en pacientes humanos. Y esos medicamentos ya no se etiquetarán como para ser usados para promover el crecimiento de los animales de engorda.

Pero eso no significa que los productores ganaderos y avícolas vayan a suspender de inmediato los antibióticos. Con el plan de la FDA, pueden continuar utilizándolos si argumentan que sirven para prevenir enfermedades.

“Ese es un defecto bastante grande”, cuestiona Laura Rogers, directora adjunta del Anti­biotic Resistance Action Center perteneciente a la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken en la Universidad de George Washington. “De hecho, puede hacer que el plan de la FDA pierda sentido”. Peor aún, los productores quedan en libertad de usar otros medicamentos para promover el crecimiento de los animales.

En verdad, para ciertos antibióticos, las indicaciones del prospecto (las dosis utilizadas y la forma en que se administran) son las mismas tanto para prevenir enfermedades como para incrementar el crecimiento, según un análisis realizado en 2014 por The Pew Charitable Trusts. Lo que eso significa es que “la llave de los medicamentos sigue abierta”, apunta Rogers, quien al momento del estudio dirigía la campaña de Pew sobre salud humana y ganadería y avicultura industrial.

Las acciones gubernamentales vienen siendo como los “débiles pasos de un bebé”, según Price. “Mientras no adoptemos una posición más firme, no tendremos el liderazgo mundial en la protección de los antibióticos importantes”, asegura. “No hacemos más que apoyar una industria que trata de obtener el máximo lucro posible a expensas de causar infecciones resistentes a medicamentos en los seres humanos”.

Progreso avícola

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“Busco las etiquetas que digan ‘sin antibióticos’”. Su hija, Ruby, tuvo un brote con salmonella cuando tenía apenas 10 meses de edad, y cambió drásticamente los hábitos de compras de alimentos de Melissa Lee. “Antes, yo compraba las ofertas o lo que se viera bien”, cuenta. “Ahora busco que no haya antibióticos ni hormonas. Lo que entra en nuestro cuerpo puede hacer una gran diferencia”.  Fotografía por Pete Stone.

Si durante el año pasado has leído los titulares sobre empresas que se comprometen a reducir el uso de antibióticos, pensarás que el mercado está resolviendo el problema, aun sin reglamentaciones rígidas. La primavera pasada, por ejemplo, McDonald’s anunció que en un lapso de 2 años, cuando mucho, comenzaría a servir pollo criado sin antibióticos importantes para la salud humana; Tyson declaró que suspendería esos medicamentos en las aves y Wal-Mart exhortó a su vasta cadena de proveedores a que adoptaran directivas para un “uso responsable de los antibióticos”.

Y en otoño, Subway se comprometió a abandonar totalmente el uso de antibióticos, comenzando por las aves pero ampliándolo a los otros animales dentro de un plazo de 10 años. Sin embargo, una lectura más atenta revela que hay mucho margen de maniobra en la forma en que están redactadas estas promesas.

“Cuando una empresa dice que va a dejar de vender o producir carne vacuna, porcina o de ave con antibióticos importantes para la salud humana, esto puede significar simplemente que pasarán a usar otros medicamentos, como los ionóforos, para la prevención de enfermedades en el ganado y las aves”, dice Rangan. “Eso puede agravar nuestra exposición a las bacterias porque permite que los animales sigan siendo criados en condiciones que favorecen el crecimiento y la diseminación de los gérmenes patógenos”.

Y agrega que categorías tales como “sustentable” y “uso responsable de los antibióticos” no están reguladas. Las empresas son libres de definirlas como mejor les convenga. “Además, muchos de estos cambios no tendrán lugar hasta dentro de muchos años”.

El mayor progreso en la reducción del uso de antibióticos se ha dado en los pollos, pero no en otros animales. Ciertos productores avícolas, entre ellos Perdue y Tyson Foods, han prometido reducir su uso de antibióticos y ya están implementando cambios. Por ejemplo, Perdue dice que el 96% de sus pollos no reciben antibióticos usados en medicina humana, y más de la mitad no reciben nunca antibióticos.

Para lograrlo, la empresa tuvo que “repensar prácticamente todo”, dice Bruce Stewart-Brown, D.V.M., vicepresidente sénior de seguridad, calidad y producción viva de alimentos en Perdue. Entre los cambios implementados se cuentan la construcción de gallineros más limpios, el uso de probióticos (que pueden ayudar a incrementar el crecimiento de las bacterias saludables) en las aves, y la ampliación del uso de vacunaciones para prevenir enfermedades.

Aun en el caso de los pollos, Rogers señala que no todas las promesas incluyen eliminar todos los antibióticos. “Cuando la gente nos dice: ‘Bien hecho, ya casi lo lograron’, yo les contesto: ‘Uy, estamos tan lejos de casi lograrlo’”, ella cuenta. “Ha habido muchos ‘yo también’ al respecto de los pollos, pero mientras no se verifique que fueron criados sin antibióticos y no haya movimiento en la dirección correcta para hacer lo mismo con el pavo, el puerco y la carne de res, estamos muy lejos de poder cantar victoria”.

“Es bueno que haya cambios, pero se están dando muy despacio”, dice Rangan. “Lo ideal es que no solo todos los animales que dan carne se críen sin suministros regulares de antibióticos, sino que los criemos de otra manera. Las condiciones de hacinamiento y las prácticas insalubres en los criaderos industriales es lo que hace en gran parte que sea necesario administrar del diario los antibióticos y otros medicamentos para empezar”.

El lenguaje de las etiquetas en la carne: Qué significa y qué NO

Comprar carne de res, de puerco o de ave “sin antibióticos” puede ser confuso. Algunas de las etiquetas son engañosas o difíciles de entender. Para que sientas más confianza cuando vas de compras, investigamos esas afirmaciones. Para ver más clasificaciones de las afirmaciones en las etiquetas, visita GreenerChoices.org/animalag

No se usan antibióticos de rutina

ANIMAL WELFARE APPROVED (BIENESTAR ANIMAL APROBADO)
No se usan antibióticos para promover el crecimiento ni para prevenir enfermedades. Los animales enfermos pueden ser tratados con antibióticos. Se cumplen plenamente las buenas prácticas en higiene y bienestar animal.

CERTIFIED HUMANE (TRATO HUMANITARIO CERTIFICADO)
No se usan antibióticos para promover el crecimiento ni para prevenir enfermedades. Los animales enfermos pueden ser tratados con antibióticos. Se cumplen algunas buenas prácticas en higiene y bienestar animal.

GAP STEPS 1-5+ (SE VENDE EN WHOLE FOODS)
No se usan antibióticos para promover el crecimiento ni para prevenir enfermedades. Los animales enfermos pueden ser tratados con antibióticos. Varían en su grado de cumplimiento las buenas prácticas en higiene y bienestar animal.

NO ANTIBIOTICS/RAISED WITHOUT ANTIBIOTICS (SIN ANTIBIÓTICOS/ CRIADO SIN ANTIBIÓTICOS)
No se usaron medicamentos bajo ningún concepto. Indicaciones similares: “no antibiotics administered” (no se administraron antibióticos), “antibiotics ever” (antibióticos jamás) y “never given antibiotics” (nunca se dieron antibióticos). Aunque estos textos en sí son precisos y claros, los más confiables son aquellos a los que acompaña el sello USDA Process Verified (Proceso Verificado del USDA).

ORGANIC (ORGÁNICO)
A los animales no se les puede dar antibióticos. Los animales enfermos que fueron tratados con antibióticos no se pueden etiquetar como orgánicos. La excepción son los pollos: pueden recibir antibióticos dentro del huevo o el día en que rompen el cascarón pero no después.

Pueden usarse antibióticos

AMERICAN HUMANE ASSOCIATION
Ni antibióticos veterinarios ni los de uso medicinal en humanos se usan para promover el crecimiento, pero ambos pueden usarse para prevenir enfermedades. Se cumplen algunas buenas prácticas en higiene y bienestar animal.

GRASSFED (ALIMENTADO CON PASTURA)
No supongas que todo el ganado vacuno alimentado con pastura se cría sin antibióticos regulares; busca además la etiqueta de orgánico o sin antibióticos. Además, el sello de la American Grassfed Association significa sin antibióticos, y esto está verificado.

NATURAL/ALL NATURAL (NATURAL/TODO NATURAL)
Esto no tiene nada que ver con antibióticos, hormonas u otros medicamentos, o con cómo fue criado el animal. De hecho, “natural” en carne vacuna, porcina o de ave significa solamente que no contiene ingredientes artificiales ni colorantes y que tuvo apenas un procesamiento mínimo.

NO HORMONES (SIN HORMONAS)
Esto no significa que no existan antibióticos ni otros anabólicos (promotores de crecimiento). Por ley no se pueden usar hormonas en aves de corral ni en puercos, de modo que la carne envasada proveniente de estos animales que lleve esta indicación no es diferente de aquella que no la lleva.

Los consumidores como artífices del cambio

El doctor Tauxe de los CDC, dice que probablemente el mayor impulsor del cambio seanlas exigencias de los consumidores: “Al final se trata de millones de consumidores que toman decisiones cada día sobre qué alimentos comprar y qué niveles de seguridad quieren para sus familias”.

Más de un cuarto de la población estadounidense informa que compra carne vacuna, porcina y de ave sin antibióticos más a menudo que apenas hace un año, según una encuesta federalmente representativa del Centro Nacional de Investigaciones de Consumer Reports a 1008 adultos, realizada en septiembre de 2015. Casi la mitad dijeron que buscan productos con alguna indicación expresa de “sin antibióticos”.

Y se está volviendo más fácil encontrar esos productos. El porcentaje de etiquetas en los envases de carne vacuna, porcina y de ave indicando que los animales fueron criados sin antibióticos subió a más del doble entre 2011 y 2014, según un informe reciente de la firma de estudios de mercado Mintel.

La carne de res y el pollo que se vende en Whole Foods, por ejemplo, nunca proviene de animales tratados con antibióticos, pero los compradores de Consumer Reports también han encontrado una amplia selección de productos sin antibióticos en otras cadenas que abarcan todo el territorio estadounidense, entre ellas: Giant, Hannaford, Publix, QFC, Ralphs y Trader Joe’s.

Pero los consumidores no siempre saben lo que compran en su búsqueda de carne sin antibióticos. “Vemos también mucha confusión en torno a lo que significan las afirmaciones en las etiquetas”, comenta Julia Gallo-Torres, analista sénior en Mintel. El informe halló que uno de los principales factores que la gente tiene en cuenta, por ejemplo, es si un producto es “todo natural”.

Pero esa afirmación no especifica nada sobre cómo fue criado el animal ni si se usaron medicamentos. Las 2 afirmaciones confiables para buscar son: “orgánico” y “no se administraron antibióticos”. En el recuadro llamado “El Lenguaje de las Etiquetas” se definen las afirmaciones más comunes respecto de antibióticos en los envases de carne de res, de puerco y de ave.

Algunos argumentan que cambiar las actuales prácticas de crianza para volver innecesarios los antibióticos haría que la carne fuera prohibitivamente cara para el presupuesto del comprador promedio. Pero en algunos casos esa suposición está equivocada. Un informe del Consejo Nacional de Investigaciones con fecha de 1999 (los datos más recientes de que se dispone) halló que si se eliminara el uso regular de antibióticos, el costo extra para los consumidores sería de unos $10 por año: unos $14 actuales.

Las granjas de Estados Unidos y del mundo están demostrando que se puede criar todo tipo de ganado vivo y aves de corral prescindiendo del uso excesivo de medicamentos. Por ejemplo, Niman Ranch, uno de los principales proveedores de carne sustentable en Estados Unidos, evita la crianza industrial. En su lugar confía en una red de más de 700 granjas y ranchos familiares que proveen a la empresa carne de animales criados según sus estrictos estándares, que incluyen no usar nunca antibióticos.

“Si tus animales viven en un ambiente saludable (si se les da suficiente espacio y no están estresados) y los vacunas contra las enfermedades más comunes, no se necesitan antibióticos”, dice Paul Willis, un criador de puercos que fue uno de los fundadores de Niman Ranch. Willis comenta que a los animales enfermos sí se les trata con antibióticos, pero que su carne ya no puede venderse bajo la marca Niman Ranch. Sin embargo, dice, eso sucede muy rara vez. “Cuidamos bien a nuestros animales”, dice Willis. “No he tenido en años un puerco realmente enfermo que haya necesitado antibióticos”.

Los países escandinavos están dando ejemplo de cómo puede funcionar esto a gran escala. Dinamarca, por ejemplo, suspendió hace unos 15 años el uso de antibióticos para incrementar el crecimiento en pollos y puercos sin perjudicar la salud de los animales ni los ingresos de los granjeros. Y en 2009, Holanda que es uno de los mayores exportadores de carne del mundo, se fijó la meta de reducir a la mitad en 4 años la cantidad de antibióticos usados por los criadores en sus animales, y alcanzó su objetivo un año antes de lo previsto.

“Europa no tiene más enfermedades del ganado vivo y de las aves de corral que las que tenemos aquí. No han visto ninguna diferencia en el crecimiento de los animales”, agrega Hansen. “Esa experiencia demuestra que es posible mantener una industria agrícola ganadera floreciente usando mucho menos medicamentos en sus animales”.

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La legislación es importante. Antes de contraer una severa enfermedad al infectarse con carne molida contaminada con salmonella resistente a los antibióticos, Ken Koehler nunca había oído hablar de la resistencia a los antibióticos. “Me he educado bastante al respecto desde entonces”, relata. “La mayoría de los antibióticos se utiliza en animales sanos, y esto crea cepas de bacterias que son peligrosas porque la mayoría de los antibióticos ya no tienen efecto. Yo apoyo una legislación que prohíba el uso de antibióticos en animales sanos”.  Fotografía por Sean Alonzo Harris.

Medidas de protección que los consumidores nos merecemos y debemos exigir

Los cambios que recomienda la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para reducir antibióticos en el ganado y las aves y los cambios realizados por ciertos actores en la industria de los alimentos son buenos primeros pasos, pero tanto el gobierno como la industria deben hacer más para crear un cambio significativo. Estos son los pasos que recomienda Consumer Reports.

EL GOBIERNO DEBERÍA

Prohibir el uso regular de antibióticos que son importantes en la medicina humana. La FDA ha emitido directivas voluntarias que suspenden el uso de estos medicamentos para promover el crecimiento en animales pero siguen permitiendo su uso en la prevención de enfermedades con la aprobación de un médico veterinario. Eso deja la puerta abierta para que a los animales se les suministren antibióticos regularmente.

Como mínimo, la FDA debería prohibir todos los usos de antibióticos de relevancia médica en humanos excepto aquellos destinados al tratamiento responsable de los animales enfermos. El Congreso debería aprobar la Ley de Preservación de los Antibióticos para el Tratamiento Médico para exigirle a la FDA que avance en esa dirección, y las legislaturas estatales deberían instituir exigencias similares. Lo ideal, creemos en Consumer Reports, es que no se suministre regularmente ningún medicamento a animales sanos.

Mejorar el monitoreo del uso de antibióticos. Precisamente ahora, como los datos son insuficientes o están desactualizados, es muy difícil medir hasta dónde funcionan los programas destinados a reducir el uso de antibióticos… y es imposible identificar las áreas problemáticas. La FDA, en colaboración con el Departamento de Agricultura, debería recopilar datos más detallados, provenientes de criadores y de médicos veterinarios, sobre el uso actual de antibióticos en animales para consumo humano, indicando el medicamento en particular, la especie animal y el propósito para el que se usó el medicamento, y publicar los datos. El Congreso debería aprobar la Ley de Transparencia Antimicrobiana en Animales o alguna legislación similar que lo haga obligatorio.

Prohibir el uso de etiquetas engañosas. El USDA exige a los productores que hagan una declaración de no uso de antibióticos presentando formularios y documentos donde se declare que los animales fueron criados sin antibióticos. Pero la entidad aprobó algunas indicaciones en los envases que dan a entender “sin antibióticos”, cuando de hecho estos pudieron ser usados para prevenir enfermedades.

Un ejemplo, encontrado en pavos, es: “no se usaron antibióticos para promover el crecimiento”, acompañado por el sello Process Verified del USDA. Esto no significa “sin antibióticos,” pero el sello da una falsa sensación de credibilidad. El USDA no debería aprobar tales afirmaciones a menos que nunca se hubieran usado antibióticos. El departamento debería tomar medidas en cuanto al uso ambiguo de la etiqueta de “natural”, usada en carne vacuna, porcina y de aves proveniente de animales criados con antibióticos y otros medicamentos.

LA INDUSTRIA DE LOS ALIMENTOS DEBERÍA

Implementar prácticas agrícolas y ganaderas más sustentables. La inmensa mayoría de los animales son criados o sacrificados en condiciones insalubres, de confinamiento y de hacinamiento, donde son susceptibles a contraer brotes de enfermedades. Es más probable que disminuya el uso de medicamentos en la agropecuaria si se implementan cambios en la forma como se crían los animales.

Usar etiquetas claras y significativas. Aquellas como el sello Organic del USDA, o una legítima indicación de “sin antibióticos” acompañada por el sello Process Verified del USDA, son confiables porque fueron verificadas independientemente. Entre otras etiquetas, tanto las que prohíben el uso de antibióticos como las que lo permiten solamente en el tratamiento de animales enfermos, se incluyen las de Animal Welfare Approved, Global Animal Partnership, y American Grassfed. Las empresas no deberían usar la etiqueta que diga “natural”.

Ofrecer a los consumidores opciones más sustentables. Las tiendas de alimentos y los restaurantes, en particular las grandes cadenas, deberían suspender la venta de carne vacuna, porcina y de aves proveniente de animales criados bajo el uso regular de antibióticos y otros medicamentos. Deberían usar su poder adquisitivo para instar a los proveedores a que críen sus animales en condiciones más higiénicas y humanitarias.

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