Cuándo una fiebre es preocupante
Si la fiebre ataca –y persiste sin causas obvias– toma medidas inteligentes
Pocas cosas son más problemáticas para un médico que un paciente con temperatura alta sin causa evidente. Entre esos recuerdo mucho a una paciente notable allá en mis tiempos de entrenamiento en el hospital, a principios de los años de 1960, cuando fue internada una mujer de 77 años con una inexplicable fiebre que le había durado 6 semanas. Sus médicos, algunos de los más eminentes de su tiempo, estaban perplejos por su prolongada fiebre.
Finalmente, a insistencia suya, la paciente, Eleanor Roosevelt, fue trasladada a su departamento de New York, donde murió semanas después. La autopsia reveló que la causa de su alta temperatura era una extraña y resistente forma de tuberculosis. El hecho de que nada hubiera podido salvarla mitigó apenas un poco la frustración entre las luminarias que estuvieron al lado de su cabecera por no haber llegado a un diagnóstico mientras ella estaba viva.
Midiendo una temperatura alta
Aunque la persistente temperatura alta de la señora Roosevelt fue causada por una enfermedad poco común, la fiebre es un indicador de tantos trastornos que es importante saber cuando hay una fiebre de estas. Aunque los escalofríos, la resequedad de la boca, el dolor de cabeza, el malestar general y los sudores nocturnos pueden hacernos sospechar que hay fiebre, la única forma de estar seguros es medir la temperatura con un termómetro. Y la forma más cómoda y práctica de hacerlo en un adulto es tomar la temperatura en la boca (la temperatura rectal generalmente es 1 grado más alta).
Aunque la temperatura corporal nunca está estática en 98.6 ºF (puede variar en cosa de un grado más o menos en el curso del día), la mayoría de los expertos coinciden en que una temperatura oral de 100 ºF o más constituye un aumento anormal.
¿Debes llamar al médico por una fiebre?
Cualquier fiebre que dure más de 3 días –especialmente sin ninguno de los síntomas ya mencionados arriba– amerita una consulta con el médico. También es prudente consultar al médico por una fiebre aunque sea ligera cuando se tiene diabetes, trastorno de válvula cardíaca, HIV o cualquiera otra enfermedad que afecte al sistema inmunitario, o si estás tomando medicamentos que pueden reducir la inmunidad, como la prednisona.
Cuando se desconoce la causa de la alta temperatura
La fiebre alta generalmente es causada por infecciones virales de duración limitada (o infecciones bacterianas comunes, como la pulmonía bacteriana y las infecciones del tracto urinario). Pero a veces es difícil detectar la causa, como en la llamada fiebre de origen desconocido de la señora Roosevelt.
La fiebre de origen desconocido se define como una fiebre de al menos 2 o 3 semanas, intermitente o constante, sin causa evidente. A la fecha hay un número formidable de pacientes con fiebre de origen desconocido que no se diagnostican (más de la mitad, según los análisis más recientes). Por fortuna, muchos mejoran.
En la mayoría de los estudios, hasta el 20% de las fiebres de origen desconocido son causadas por cáncer. Entre los culpables más notorios están el linfoma de Hodgkin y el no Hodgkin. Otros sospechosos de siempre que consideran los médicos son el cáncer del conducto biliar, de riñón y de hígado.
Un 20% de las fiebres de origen desconocido resultan ser infecciones poco comunes, como la endocarditis bacteriana subaguda, una infección de la válvula cardíaca que puede ser fatal si no se diagnostica y se trata a tiempo. (Otras infecciones que antes eran difíciles de diagnosticar, como los abscesos del hígado y el cerebro, ahora se diagnostican más fácilmente).
La identificación del HIV/AIDS (sida) en los años de 1980 proporcionó la clave para diagnosticar causas infecciosas de fiebres de origen desconocido anteriormente raras, como el citomegalovirus, el neumoquiste y la toxoplasmosis.
Las enfermedades del tejido conectivo (el pegamento que mantiene unidas a las células), como lupus y poliarteritis, pueden causar fiebre mucho antes de la aparición de los síntomas, como dolor de las articulaciones y erupciones. Lo mismo puede decirse de enfermedades inflamatorias de los intestinos, como la colitis ulcerante y la ileítis regional.
A veces, los antibióticos, los mismos medicamentos usados para combatir infecciones que causan fiebres, pueden causar fiebre también. Esos medicamentos incluyen las sulfas, como el sulfametoxazol-trimetoprim (Bactrim DS y genéricos) y la nitrofurantoína (Macrodantina y genéricos), usados para tratar las infecciones del tracto urinario, y la minociclina (Dynacin y genéricos) usada para tratar el acné rosáceo.
Y hoy en día, cuando los países distantes ahora están separados por unas cuantas horas de viaje, el médico debe de preguntar sobre los viajes en los 6 meses anteriores en cualquier caso de fiebre de origen desconocido. La malaria sigue siendo el principal asesino en todo el mundo. Los organismos patógenos, como el chikungunya, el dengue y ahora el zika, siempre están buscando puntos débiles en nuestro sistema de defensa, agravando la complejidad de identificar adecuadamente la causa de una fiebre un un individuo determinado.
Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en la edición de abril de 2016 de Consumer Reports on Health.
— Marvin Lipman