Wimbledon desata la polémica por el mal estado del césped

La severa lesión de Mattek-Sands en una rodilla, luego de que se le trabara la pierna en el pasto, acentuaron las críticas sobre la superficie

El mal estado de las canchas en Wimbledon desata la polémica

El mal estado de las canchas en Wimbledon desata la polémica Crédito: EFE

LONDRES, Inglaterra.- La lesión de Bethanie Mattek-Sands (103° de la WTA), a quien se le trabó el pie derecho mientras atacaba hacia la red generándole un severo daño en la rodilla, durante su partido de segunda rueda ante la rumana Sorana Cirstea, no hizo más que acentuar en los vestuarios los comentarios que, antes del brutal momento de la estadounidense, ya se estaban haciendo sobre la calidad de los courts de Wimbledon en esta temporada. Da la sensación de que el verde pulcro e hipnótico de las canchas del All England se desvaneció mucho antes de lo habitual.

La mayoría de las canchas “se pelaron” muy pronto. Los organizadores del tercer Grand Slam del año tienen una explicación: las altas temperaturas que hay en la ciudad desde que se inició el certamen provocaron que se secaran antes de tiempo. Ya no son sólo los fondos de los courts los que lucen con un tono amarillento, sino también otros sectores.

El césped es sagrado en Wimbledon. Posee un cuidado especial durante todo el año. Una vez que termina el certamen, inmediatamente unos 30 operarios ya empiezan a trabajar sobre la tierra. Al año se utilizan nueve toneladas de semillas denominadas Perennial Ryegrass para mantener las 18 canchas de competencia y las 22 de práctica.

El corte del césped tampoco se altera: ocho milímetros durante el torneo y trece en el resto del año; desde 1995, cuando descubrieron que era la mejor medida para la conservación de los courts, lo hacen de la misma forma.

Ante algunas voces acusadoras, las autoridades de Wimbledon se defendieron en las últimas horas diciendo que no han cambiado sus tradiciones ni el proceso de sembrado y conservación de las canchas. Además, se esmeraron por llevarles tranquilidad a los tenistas y ante un pronóstico que indica que las altas temperaturas seguirán en esta porción del sur londinense, los oficiales del torneo decidieron que durante las mañanas mantendrán el mayor tiempo posible tapadas las canchas, como para que la protección del sol sea superior (la acción comienza a las 11.30).

“La preparación de los courts ha sido exactamente con el mismo estándar meticuloso que en años anteriores. El césped es una superficie natural y es habitual que las líneas de base empiecen a mostrar señales de desgaste varios días después del comienzo”, fue el comunicado del All England Lawn Tennis & Croquet Club.

De todos modos, hay un dato que no pasa inadvertido en los pasillos de Wimbledon: este año, desde el miércoles anterior al arranque del torneo, habilitaron para ciertos entrenamientos algunas canchas del club en las que luego se competiría -no las del Aorangi Park, el sitio de prácticas-. Generalmente lo hacían unos días más tarde.

“Todos sabemos que el césped es bastante peligroso a veces. Especialmente a medida que pasa los días, hay menos césped y más polvo, tierra o lo que sea. Estaba muy seca la cancha porque hacía bastante calor”, expresó Cirstea, testigo cercana de lo que le sucedió a Mattek-Sands, en el court 17.

En otra cancha, la histórica número 18 del partido de más de once horas entre John Isner y Nicolas Mahut en 2010, la francesa Kristina Mladenovic se mostró indignada por las condiciones de la superficie. Es más, agradeció no haber salido lesionada del match que perdió ante la estadounidense Alison Riske. “No queda césped“, maldijo.

Mladenovic apuntó que ella y su adversaria pidieron cancelar el partido, pero que les dijeron que había que continuar. “Nos dijeron que teníamos que seguir jugando. No estoy segura de cómo están las otras canchas, si están tan mal como la 18. Todo el mundo puede verlo.

En primer lugar, el color de la cancha, que ya no queda césped, que la línea de fondo, por donde corremos, resbala mucho, no hay hierba. No es ni siquiera polvo de ladrillo. Estoy muy contenta de no haberme lesionado”, añadió Mladenovic. Y amplió: “Quizás el clima no esté ayudando. Que el clima sea tan bueno y soleado hace que se seque todo. Esa es la respuesta que nos dieron“.

La suiza Timea Bacsinszky dijo estar “bastante decepcionada por la calidad del césped este año. No estoy diciendo que sea peligroso o algo así, pero a los pocos días de torneo ya está arruinado, cuando normalmente ves que es después de una semana”.

Roger Federer reconoció que a veces la superficie no “está unida”. “Es como hierba muerta. Cambia de color. Y ese pedacito puede ser resbaladizo. Posiblemente este año es peor que otros, pero porque ha estado extremadamente caluroso. Así que es por eso tal vez. No es una buena señal”.

En lo que también coinciden varios tenistas es en la velocidad de las canchas. Afirman que se encuentran más lentas de lo habitual. Salvo algunos casos, la mayoría se sorprendió con esa condición. No han llegado a la sentencia extrema de Dustin Brown (“Tengo la sensación de que a veces jugar en el polvo de Roland Garros puede ser incluso más rápido que jugar en el césped de Wimbledon”), pero sí se escucharon opiniones sobre el tema.

“En Queen’s (el torneo que se juega unos días antes de Wimbledon) es más rápido y resbala más”, dijo John Isner. El propio Juan Martín del Potro, antes de ser eliminado en la segunda rueda por Ernests Gulbis, contó que en su primer desafío, frente a Thanasi Kokkinakis, su revés con sclice no había hecho el suficientemente daño y se lo atribuyó “a la cancha o a las pelotas, que se abren y se vuelven más pesadas”.

Todavía no se completó la primera semana de Wimbledon y el césped más célebre y fascinante del tenis está recibiendo demasiados reveses. Impensado. Pero real.

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