Todos pierden con la brecha salarial
Esta semana, la flautista principal de la Sinfónica de Boston, Elizabeth Rowe, presentó una demanda en contra de la orquesta, alegando que su salario era sólo el 75% del pago del oboísta principal, John Ferrillo, quien realiza una labor similar. La inequidad de pago basada en género afecta a trabajadoras en todos los ámbitos, hasta a las músicas de la orquesta sinfónica.
El tema de la brecha salarial entre hombres y mujeres no es nuevo. Mucho se habla al respecto, pero poco se hace. Y si bien la inequidad ha disminuido desde los años 60, lo ha hecho de manera lenta. Tan lenta, que, de seguir a este paso, recién en el año 2059 las mujeres podrán cobrar lo mismo que los hombres, por hacer el mismo trabajo.
En la actualidad, una mujer blanca gana aproximadamente 82 centavos por cada dólar que gana un hombre haciendo una labor comparable. La brecha es aún mayor para las mujeres de color. Según el último reporte de la Asociación Americana de Mujeres Universitarias (AAUW), las mujeres latinas ganan alrededor de 62 centavos, por cada dólar que gana un hombre haciendo el mismo trabajo, mientras que las afroamericanas ganan alrededor de 68 centavos.
La inequidad de pago no debería ser un problema exclusivo de la mujer, sino de todos. Cuando las mujeres son reconocidas monetariamente por su labor y su esfuerzo, de manera justa y equitativa, la sociedad se beneficia. En la actualidad, se estima que en EEUU, el 42% de las madres con niños menores de 18 años son únicas proveedoras, y el sueldo que reciben por su labor no siempre alcanza. En algunos casos, las madres deben recurrir a un segundo o tercer trabajo para poder mantener a sus hijos, resultando en largas horas fuera del hogar y lejos de ellos.
La brecha salarial también influye directamente en el nivel de pobreza de las mujeres. En 2017, por ejemplo, el 13% de las mujeres estadounidenses de entre 18 y 64 años vivían por debajo del nivel de pobreza, comparado con el 9% de los hombres. Esta inequidad sigue a las trabajadoras durante toda su carrera. También, a menor pago, menor jubilación y menores beneficios, ya que estos están basados en los ingresos.
¿Y todo por qué? Hay quienes argumentan que las empresas perderían dinero si tuviesen que pagarles lo mismo a las mujeres que a los hombres. Hay quienes niegan los incontables reportes y aseguran que no existe tal brecha. Hay quienes ni siquiera se lo cuestionan.
No existen soluciones mágicas ni instantáneas, pero es posible y depende de todos nosotros. Necesitamos abogar por equidad y transparencia de salarios, contactar a nuestros representantes, informarnos sobre nuestros derechos.
No podemos seguir resignándonos, aceptando que nos paguen menos “porque siempre fue así”. Por nuestras madres, por nuestras hijas, por todas las mujeres que salen a trabajar para mantener a sus familias y se merecen un pago justo, este año propongámonos luchar para que la equidad de pago finalmente se haga realidad.