Aumenta inseguridad en Tijuana en México por tráfico de droga y personas en la frontera
En lo que va de 2019 se han contabilizado 458 asesinatos
Tijuana, en el estado de Baja California en México, fue considerada recientemente como el municipio más violento del mundo, un fenómeno que se atribuye, en buena medida, a que persiste el suculento tráfico de drogas y personas en la frontera por parte de grupos criminales.
Parte del problema es que la autoridad local no ha podido hacer frente a los grupos criminales que aún están operando en la ciudad, controlando el mercado negro en la frontera de drogas y personas, dijo este viernes a Efe Vicente Sánchez, investigador del Departamento de Estudios de Administración Publica en el Colegio de la Frontera Norte (COLEF).
Según un informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México divulgado este mes, Tijuana, en el norte de México, fue la ciudad más violenta del mundo en 2018.
Seguida de la también mexicana Acapulco y de Caracas (Venezuela), al registrar una tasa de homicidio de 138,26 por cada 100.000 habitantes.
De esta manera, la administración del alcalde Juan Manuel Gastélum, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), ha registrado la mayor violencia en la historia del municipio.
El 2018, según datos obtenidos por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California, Tijuana cerró con 2.640 homicidios cometidos en distintos puntos de la ciudad.
Y en lo que va de 2019 se han contabilizado 458 asesinatos.
Para el especialista, Tijuana padece desde hace tiempo un problema de inseguridad “preocupante”.
En línea con los 33.369 asesinatos que registró México en 2018, la cifra más alta en dos décadas.
Sánchez recordó que no es la primera ocasión en la que la ciudad es mencionada en la lista de los lugares más peligrosos, pero no por eso debe de tomarse como un referente y signifique que Tijuana será peligrosa de manera permanente.
El investigador denunció también que la policía local no ha dado seguimiento a programas de preparación y prevención del delito que se brindaban años atrás.
Ello “complica aún más el trabajo que se realiza en el combate al crimen organizado”, opinó.
Asimismo, la masiva llegada de migrantes centroamericanos en caravanas, sobre todo en noviembre del 2018, generó un gran impacto social en Tijuana.
Sin embargo, estos no se vieron involucrados en delitos de gravedad.
Algunos de ellos fueron detenidos por consumo de drogas y robo de pertenencias, ilícitos cometidos dentro de los mismos albergues donde se alojaban.
Dos jóvenes centroamericanos fueron asesinados tras ser asaltados en el centro de la ciudad, mientras que un tercer migrante logró huir de sus captores y denunciar el caso a las autoridades.
Además, defensores de migrantes temían que las mujeres fueran buscadas para trabajos sexuales o trata de personas.
El presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California, Juan Manuel Hernández Niebla, reconoció a Efe que Tijuana actualmente vive un problema con el problema de los homicidios.
Sin embargo, también destacó que otros delitos menores han ido a la baja.
Además, criticó la estadística revelada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C., pues dijo que el organismo -que cada año presenta este balance de amplia difusión- no emite información oficial.
El alza de la inseguridad llevó a que en los primeros meses del año 2019, el Gobierno del nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, enviara refuerzos de seguridad a esta ciudad fronteriza.
Estos se sumaron a recorridos de vigilancia y colocación de puntos de revisión en las zonas de mayor incidencia delictiva.
Pese al alza de la violencia, la ciudad continúa siendo un polo de atracción turística.
El rotativo The New York Times situó a Tijuana como la octava ciudad que se debía visitar en el mundo en 2017, según recordó la regidora y presidenta de la Comisión de Turismo, Comercio y Ciudades Hermanas de Tijuana, Ivette Casillas Rivera.
En declaraciones a Efe, el ensayista y licenciado en Derecho Daniel Salinas Basave, destacó que si bien creció el número de homicidios, la inversión siguió fluyendo a esta región fronteriza.