Hoy se agota el plazo de 90 días que Trump dio a México para frenar a los migrantes. ¿Qué pasa ahora?
Si a Estados Unidos no le convence lo que ha hecho México, podría volver a amenazar con aranceles a sus productos
Desde que las caravanas de migrantes centroamericanos del año pasado comenzaron a llegar a la frontera de Estados Unidos, la Administración del presidente, Donald Trump, ha estado aumentando la presión sobre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para detener el flujo de migrantes.
Fue la amenaza de aranceles a todas las importaciones mexicanas, la cual podría haber tenido efectos perjudiciales para ambas economías, lo que llevó al acuerdo del 7 de junio.
Como parte de la negociación, México prometió reforzar sus controles para contener a los migrantes que ingresan y cruzan el país de manera irregular. También se comprometió a aceptar y brindar servicios básicos a los solicitantes de asilo enviados de regreso a México a través del programa “Permanezca en México” (Remain in Mexico, en inglés) para esperar el proceso que tiene lugar en las cortes estadounidenses.
La única promesa concreta que hizo Washington, además de millones de dólares en ayuda a Centroamérica, fue la de acelerar el procesamiento de las solicitudes de asilo.
¿Cumplieron con sus compromisos?
México ha desplegado 21,600 soldados y personal de la Guardia Nacional para tratar de controlar sus fronteras y las rutas de migrantes. Además, aumentó los puntos de control en todo el país y estableció un centro de coordinación en la ciudad norteña de Monterrey, según ha indicado el Gobierno este mes. También ha trasladado a miles de solicitantes de asilo desde su frontera norte hacia el sur, presumiblemente por su seguridad.
Estados Unidos está levantando tiendas de campaña a lo largo de la frontera para llevar a cabo audiencias por videoconferencia para acelerar el proceso de solicitudes de asilo.
¿Qué ha cambiado?
En medio de la amenaza arancelaria, López Obrador reemplazó al líder de la agencia de inmigración del país, Tonatiuh Guillén, un sociólogo y académico, por Francisco Garduño, el jefe de prisiones del país.
AMLO (por las siglas del mandatario mexicano) también puso al secretario de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard, a cargo de la política de inmigración. El Gobierno mexicano dice que está tomando medidas enérgicas en contra de las redes de tráfico de migrantes.
Las organizaciones de derechos humanos han denunciado el acoso a los migrantes que se acumula en las fronteras norte y sur de México, cada vez más desesperados por la falta de información. Los grupos han denunciado el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía y los soldados que, en teoría, no pueden hacer cumplir la ley de inmigración.
Por su parte, Estados Unidos ha aumentado dramáticamente el número de solicitantes de asilo que está regresando para esperar en México, especialmente a lo largo de la parte oriental de la frontera entre Texas y el muy peligroso estado mexicano de Tamaulipas.
El programa “Permanezca en México” se está empleando en esta área sin la oposición de México, aunque las organizaciones internacionales han expresado su preocupación por la acumulación de migrantes, los problemas de seguridad y la falta de información y servicios para los migrantes.
La secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos., Kirstjen Nielsen, renunció en abril y Trump ha hecho que sea aún más difícil para los migrantes que no son de México buscar asilo en la frontera entre las dos naciones.
Trump envió funcionarios estadounidenses a Centroamérica para presionar por acuerdos que le dificultarían a los migrantes cruzar su territorio. Hasta ahora solo Guatemala ha firmado, pero no ha promulgado la política.
¿Están los gobiernos satisfechos de sus logros?
Trump ha hecho comentarios positivos sobre los esfuerzos de México, cuyo gobierno también ha expresado su satisfacción.
Ebrard se jactó de que el flujo de migrantes haya disminuido, incluso sin un llamado acuerdo de “tercer país seguro”, el cual requeriría que aquellos que crucen a través de México busquen asilo allí primero. Los críticos dicen que México efectivamente ha adoptado esa política sin un acuerdo formal.
En Estados Unidos, las organizaciones de la sociedad civil han desafiado la mayoría de las medidas contra la inmigración de la Administración Trump en las cortes.
En México, organizaciones similares han denunciado las duras medidas adoptadas por López Obrador. Sin embargo, en algunas partes de la sociedad mexicana, hay una reacción negativa cada vez mayor hacia los migrantes y algunos estaban contentos de que la administración cambiara su política de brazos abiertos.
¿Qué podría pasar ahora?
Ebrard planea viajar a Estados Unidos en los próximos días para evaluar el acuerdo. Si ambos países están satisfechos, es probable que todo continúe igual, a pesar de que el creciente número de migrantes que esperan en México podría aumentar de manera considerable.
Si Washington no cree que los logros han sido suficientes, Trump podría recurrir a la amenaza de aranceles de nuevo.