‘Impeachment’: ¿Cuál es la estrategia republicana para defender a Trump?

Ante la alta probabilidad que la Cámara de Representantes respalde el juicio político, los senadores republicanos se preparan para enfrentarlo

El Seando pedirá comparecencia de Biden, Schiff y el denunciante anónimo.

El Seando pedirá comparecencia de Biden, Schiff y el denunciante anónimo. Crédito: AFP / Getty Images

WASHINGTON Líderes republicanos del Senado han comenzado discusiones a puerta cerrada con la Casa Blanca respecto a su estrategia para el eventual juicio político contra el presidente Donald Trump. No descartan exigir el testimonio del exvicepresidente, Joe Biden, y del denunciante anónimo que desató la investigación en curso.

Hoy mismo, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció que su bancada comenzará a elaborar los cargos formales contra Trump por abuso de poder en su trato con Ucrania, y rechazó la sugerencia de un reportero conservador de que lo estén haciendo motivados por el “odio” hacia el mandatario.

Anticipando que la Cámara Baja aprobará los cargos contra Trump antes de Navidad, varios de los principales senadores republicanos se reunieron ayer a puerta cerrada con funcionarios de alto rango de la Casa Blanca, entre ellos el abogado Pat Cipollone, y el director de asuntos legislativos, Eric Ueland.

Un juicio “pleno y justo”

Cipollone no ofreció comentarios a los periodistas, pero Ueland explicó que la Casa Blanca quería trasladar el mensaje de que Trump solo quiere un juicio pleno y justo.

“El presidente quiere que se presente plenamente su caso en el Senado, incluyendo un juicio completo, y ese es el punto que vamos a mantener de manera consistente”, aseguró Ueland, quien subrayó que Trump quiere contar su versión de los hechos, y tiene derecho a exigir la comparecencia de testigos.

La narrativa de Trump y sus aliados republicanos en el Congreso ha sido que la investigación demócrata, anunciada en septiembre pasado, es una “farsa” de una oposición que no se conforma con su derrota en las elecciones presidenciales de 2016.

Los demócratas insisten en que “nadie está por encima de la ley” y que, bajo la Constitución, tienen que someter a Trump a juicio político por presionar a Ucrania a que emprendiera acciones que pudiesen facilitar su reelección en 2020.

Durante una reunión con miembros de su gabinete, Trump aseguró este jueves que no le preocupa en absoluto el impacto del eventual juicio político en su legado.

“Es una farsa, es una enorme farsa”, insistió Trump.

Esta tarde, el expresidente de la Cámara Baja, el republicano Newt Gingrich, ingresó a la mansión presidencial sin dar declaraciones a la prensa.

Hace 21 años, Gingrich fue uno de los principales promotores del juicio político contra el entonces presidente, Bill Clinton, y su presencia en la Casa Blanca, según observadores, es clara señal de la ofensiva que se prepara para el juicio.

Trump ya había capeado una primera tormenta política durante la investigación del fiscal especial, Bob Mueller, sobre la interferencia de Rusia en los comicios presidenciales de 2016. Mueller no pudo demostrar que la campaña presidencial de Trump tuvo “colusión” con el gobierno de Moscú, pero tampoco exoneró al mandatario de obstrucción de justicia.

La investigación demócrata gira en torno a la llamada que hizo Trump el pasado 25 de julio al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, para presionarlo a que anunciara públicamente una investigación en torno al exvicepresidente, Joe Biden, y a su hijo, Hunter. También quería una investigación de que Ucrania, y no Rusia, fue la que interfirió en los comicios de 2016. 

A cambio del anuncio, Estados Unidos entregaría a Ucrania una ayuda militar por unos 400 millones de dólares, y programaría una visita de Estado en la Casa Blanca, según el informe que divulgó el martes pasado el Comité de Inteligencia de la Cámara Baja.

¿Qué harán los senadores republicanos?

Entre los escenarios que sopesan los republicanos figura la posible exigencia de testimonios del presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, el demócrata Adam Schiff, de Biden, y del denunciante anónimo que desató la investigación en curso.

El funcionario, un analista de la Agencia Central de Inteligencia, alertó sobre las presuntas irregularidades en la llamada de Trump con Zelenskiy.

Una ley federal protege la identidad de funcionarios públicos que denuncian de forma anónima actos de corrupción, pero Trump ha insistido en encararlo, acusándolo de propagar información falsa con motivaciones políticas.

Los republicanos acusan a Schiff de realizar una investigación sesgada y audiencias poco transparentes. También se han hecho eco de la exigencia de que den testimonio Biden, y su hijo, Hunter, sobre el papel de éste en la junta directiva de Burisma, una empresa energética en Ucrania.

Para Trump y los republicanos, es urgente averiguar cómo Hunter se hizo con el puesto y si su padre, en calidad de vicepresidente, presionó por el despido de un fiscal en Ucrania para frenar una investigación contra esa empresa por corrupción.

Biden ha dicho que no cooperará en la investigación porque, a su juicio, Trump solo quiere desviar la atención de sus delitos.

Según fuentes legislativas, los senadores republicanos aún no tienen una “hoja de ruta” y, conscientes de que el juicio ocurriría en pleno año electoral, siguen negociando cuánto tiempo durará, y si convocarán a testigos, a cuántos, a quiénes, o si sólo pedirán sus testimonios pregrabados.

El senador republicano, John Thune, encargado de mantener la disciplina de su bancada en las votaciones en el pleno, ha dicho que “hay mucha incertidumbre” en torno al juicio, a la vez que acusó a los demócratas de actuar “con impulsos partidistas” y desatender otros asuntos pendientes en el Senado.

Bajo la Constitución, el Senado presidirá el juicio político y deberá decidir si destituye a Trump, o lo exonera. De realizarse el juicio, previsiblemente el mes próximo, el Senado necesitaría 67 votos para removerlo del cargo.

Férrea defensa de Trump

Los republicanos han dejado en claro que Trump no ha cometido ningún acto ilegal y que los demócratas carecen de pruebas que justifiquen su destitución.

El senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham, es uno de los más férreos defensores de Trump y, como miembro de la Cámara Baja en 1998, figuró entre quienes lideraron el juicio político contra Clinton.

En esa ocasión, Graham dijo que –según su lectura de la Constitución– “ni siquiera tiene que haber un delito”, si se demuestra que un presidente en funciones usó su puesto para perjudicar a otros. Ahora, Graham concuerda con Trump en que toda es una “farsa” y una “cacería de brujas”.

Hasta ahora, no ha habido ninguna deserción en las filas republicanas, por lo que es más que probable que cuando la Cámara de Representantes someta a voto los cargos formales, el proceso sólo cuente con el “sí” de los demócratas.

Por María Peña


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