No más búnkers: existe un refugio del fin del mundo especial para la clase media
Tu salvación ante un desastre puede valer alrededor de $1,000 anuales
No son pocas las personas que por diversas circunstancias, ya sea cambio climático, el colapso social o el brote de una pandemia como la del coronavirus, se previnieron y comenzaron a construir viviendas para afrontar “el fin del mundo”. Muchas de estas casas, son búnkers subterráneos que cuestan millones de dólares. Pero existe una comunidad que puede estar al alcance de muchos estadounidenses, si quieres protegerte de algún desastre mundial.
Desde antes de que apareciera el COVID-19 al mundo, parecía que la sobrevivencia, como en muchas ocasiones, era exclusiva para millonarios, aunque muchos seres precavidos trataron de formar su propia fortaleza y crearon técnicas de mantenimiento de comida para afrontar los problemas venideros tanto se lo permitieran sus posibilidades.
Con el lema “prepárate para lo peor… Disfruta el presente”, Fortitude Ranch es una comunidad básica de supervivencia construida para resistir una variedad de desastres que tiene un precio accesible para diferentes sectores de la clase trabajadora. Este proyecto cuenta con dos campamentos: Colorado y Virginia Occidental.
Drew Miller, coronel retirado de la Fuerza Aérea y oficial de inteligencia, es el CEO de Fortitude Ranch y dueño al lado de otros dos socios comerciales que prefieren mantenerse en el anonimato. “Cada vez más personas descubren que la preparación no es una tontería. Es una cosa inteligente poder salir de los suburbios o la ciudad si este virus interrumpe la ley y el orden [y el suministro de alimentos] y produce el saqueo”, aseguró a Realtor.
El pánico causado por el elevado número de contagios de COVID-19 que ha puesto a Estados Unidos en la cúspide de casos y muertes a nivel mundial, ocasionó que por lo menos su centro en Colorado agotara sus ocupaciones.
¿Cómo puedes formar parte de esta comunidad? Fortitude Ranch tienen membresías anuales por alrededor de $1,000 por persona. Estos campamentos no son áreas exclusivas para desastres o el fin del mundo, puesto que los miembros pueden ocupar las instalaciones para vacacionar por hasta 10 días al año y practicar sus actividades de caza, pesca, senderismo y kayak.
Las características de las viviendas son rústicas, construidas con troncos o casas del árbol. Existe una casa grande de varios niveles con un búnker subterráneo fortificado de metal y concreto para guarecerse contra explosiones nucleares o eventos similares. La gran mayoría son instalaciones compartidas, por lo que también existen membresías de $20,000 por familia durante varios años, lo que incluye una habitación privada más bonita, grande y amueblada con una cabaña de madera estilo centro turístico y baño privado.
Cada campamento tiene un límite de 500 personas, por lo que Miller planea abrir otros dos centros: Nevada y Wisconsin. Busca inversionistas para por lo menos tener una docena de sitios disponibles. Tienen un abastecimiento de alimentos por un año con arroz y frijoles incluidos, semillas para plantas de vultivo en interiores en jardines hidropónicos o al aire libre, además de granjas de animales con pollos, cabras, caballos y perros guardianes. No podría faltar una sala equipada con mesa de operaciones y suministros médicos básicos.
Para la protección plena del lugar, a cada miembro se le pide que almacene una pistola, preferiblemente una escopeta de calibre 12 o AR-15, en el sitio. Cada centro ofrece un suministro disponible de municiones.
“Tienes un lugar para dormir y un lugar para cerrar tus suministros”, afirmó Miller. “No nos gusta nada. Pero [te] mantendremos con vida”, sentenció.