El día a día de padres, hijos y maestros mexicanos a más de un año lejos de las aulas

Después de un año bajo el esquema de clases en línea por la pandemia, los jóvenes en México "están sufriendo inmensas consecuencias por el cierre de escuelas", señala UNICEF México.

La familia de Juana Juárez en trabajo de escuela durante la pandemia.

La familia de Juana Juárez en trabajo de escuela durante la pandemia. Crédito: Juana Juárez | Cortesía

MEXICO.- La familia de Juana Juárez tiene suerte en la pandemia: ella es ama de casa y esto significa para los hogares con hijos escolares que hay alguien que está al pendiente de los estudios en línea por la pandemia. En este caso de tres niños de 17, 13 y nueve año en la preparatoria, la secundaria y la primaria.

Aún así, con un ojo en todas las actividades de sus hijos, a Jazmyn, la primogénita de Juana Juárez le dio una crisis de ansiedad y se desmayó. En el piso, convulsionó pálida e indefensa, entre aspavientos de su descontrolado cuerpo.

“La escuela le rompió los nervios”, cuenta Juana Juárez en entrevista con este diario para resumir las complicaciones que pueden tener los estudiantes en tiempos de pandemia, cuando pasaron de los patios y las risas entre amigos a la soledad de la casa y la dictadura de la computadora, de las exigencias a distancia.

Después de un año bajo el esquema de clases en línea, los jóvenes mexicanos tienen claro de qué se trata y aunque hay posiciones encontradas como en la familia de Juana Juárez donde a los niños más pequeños les ha ido mucho mejor que en las clases presenciales, en la mayoría de los casos, el recuento no ha sido positivo.

A mediados de abril, la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) hizo un llamado a acelerar la reanudación de clases presenciales para frenar el rezago educativo de niñas, niños y adolescentes, porque por COVID-19  ha provocado la deserción escolar de al menos cinco millones de alumnos en México.

“Las escuelas debieron ser la últimas en cerrar y deben ser las primeras en abrir, pero en México se ha optado por lo contrario”, criticó Christian Skoog, representante de Unicef en México durante un foro virtual que organizó frente a la preocupación de la “Niñez y adolescencia en México” frente a la pandemia.

Skoog alertó de que el modelo de educación a distancia particularmente en México está restringiendo el desarrollo cognitivo porque el abuso de las pantallas electrónicas perjudica la actividad física, ha aumentado la irritabilidad, y exacerbado la falta de concentración y, en el caso de los adolescentes, se están viendo afectadas sus relaciones interpersonales.

Para  hija de Juana Juárez, a la desazón de estar lejos de los amigos del Colegio de Educación Profesional Técnica (Conalep) del Estado de Aguascalientes, donde estudia enfermería, se sumó la presión del nuevo estilo de las clases en línea.

“Reprobó tres materias cuando siempre había tenido muy buenas calificaciones”, afirma la madre.

“El problema es que los maestros se ponen en alerta, sospechan de todo, y en los exámenes a larga distancia creen que los alumnos copian las respuestas y si veían que el estudiante volteaba a ver un poco hacia abajo los reprobaban”.

Al final del tercer semestre, Jazmyn concluyó con tres materias en número rojos: matemáticas, fármaco y anatomía además de una deuda porque los padres tuvieron que pedir dinero prestado para llevarla con un médico especialista: el sueldo del padre en el trabajo de la construcción no alcanzaba.

“La llevamos con el neurólogo porque pensábamos que tenía una enfermedad, algo muy grave”, cuenta la madre.

Juan Carlos Benavides, presidente del Consejo Consultivo de UNICEF México, coincidió en que actualmente la infancia “está sufriendo inmensas consecuencias por el cierre de escuelas”.

Jazmyn pudo continuar los estudios sin mayor dificultad gracias a que sus padres estuvieron atentos a la “crisis compulsiva de ansiedad” como finalmente fue diagnosticada.

Jazmyn estudia enfermería en una escuela técnica de Aguascalientes
Jazmyn estudia enfermería en una escuela técnica de Aguascalientes (Foto cortesía Gardenia Mendoza).

Aquella tarde de finales de semestre, cuando le anunciaron que había reprobado tres asignaturas,  la chica tuvo espasmos durante cuatro horas de manera intermitente como si padeciera epilepsia cuando en realidad era una víctima de un modelo inédito de educación masiva por  la pandemia.

Ella tuvo que ir a terapia con un sicólogo para que éste le enseñe a controlar el estrés, a aceptar que no puede asistir a hacer prácticas al hospital tantas veces como quisiera. “Me preocupa no estar al nivel, no haber aprendido lo suficiente por la larga distancia y en algún momento matar a una persona”, cuenta.

Con el tiempo ha aprendido a relajarse y piensa que poco a poco tendrá la experiencia necesaria, que esto es una mala racha coyuntural. Respira hondo y exhala el aire en unas sencillas técnicas de relajación y espera a que todo el sistema de educación en México vuelva a la normalidad.

Otros niños

A los hijos más pequeños de Juana Juárez les ha sentado mejor las clases en línea primaria y secundaria. La madre dice que han mejorado sus calificaciones principalmente porque ella está atenta a que cumplan con sus deberes del día a su propio ritmo.

“Ahora yo les digo: pónganse a hacer la tarea y no les dejo ver el celular hasta que acaben y hay muy buena comunicación con los maestros”, advierte. “El más pequeño no es muy sociable así que no extraña amigos y se siente cómodo”.

Andrea Elízabeth Salazar, profesora de cuarto año en la Secretaría de Educación Pública en Aguascalientes, coincide en que las clases en línea pueden ser un buen modelo alternativo siempre y cuando haya las condiciones; otros factores humanos como las familias donde ambos padres trabajan o incluso aquellas que no pueden pagar los servicios de internet, puede ser contraproducente.

“Hay padres que trabajan ocho horas al día y simplemente no pueden poner atención a sus niños o le dejan a los hermanos mayores la responsabilidad. En este tiempo yo puedo decir que sólo el 40% de los padres está atento y los que no es por problemas relacionados al nivel socioeconómico: entre más bajo, menos atención”.

La profesora Andrea Elízabeth durante una clase en línea
La profesora Andrea Elízabeth durante una clase en línea (Foto cortesía Gardenia Mendoza).

El gobierno mexicano apostó a las clases por televisión abierta para el sistema de educación pública, pero, en la experiencia de la profesora Salazar, el modelo ha tenido también muchos inconvenientes.

Entre éstos: una misma familia que comparten una sola televisión o el desfase generacional: ahora los niños no les gusta tanto ver la televisión porque son generación de tablets y teléfonos.

El día a día de Andrea Elízabeth Salazar es saludar a los padres por la mañana y darles las misiones para los niños que “tienen los medios”, o sea,  con teléfono celular e internet. En el transcurso del día, ella está pendiente del teléfono por si hay dudas y, en las tardes, califica.

De los 27 alumnos que tiene en el grupo, 14 trabajan así; el resto, los padres prefieren que se les dé fotocopias semanales que recogen en la escuela o se las manda por whatsapp en fotografías como en el caso de Juana Juárez porque se le complica, algunas veces pagar el servicio de internet y debe ir con todos los niños a casa de los suegros.

“Por ello en la mayoría de las escuelas que están en colonias de bajos recursos hay mucha desmotivación: no es lo mismo estar en tu casa encerrado que estar con tus compañeros y maestros: siempre es más divertido”, comenta.

“Lo más triste es perder el contacto con algunos niños: sabes que algo pasó y que ya no van a la escuela porque siguen matriculados, pero nadie contesta el teléfono”.

Un análisis de la la Universidad Iberoamericana estimó que el 40 % de los estudiantes no pudieron conectarse a sus clases en línea, mientras que 20 % perdió todo contacto con sus maestros mientras una encuesta realizada por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MejorEdu), detalló que el 5 % de los estudiantes en México han dicho que no volverán a la escuela, mientras que 3 % no sabe si regresará.

En un panorama nacional, la Unicef calculó que un millón de niños y adolescentes en México no concluyeron el ciclo escolar 2019-2020 y más de cinco millones no se inscribieron al siguiente ciclo escolar: el que está en curso 2020-2021. Se cree que con la pandemia se sumaron al menos dos millones de niños a trabajos no permitidos.

Astrid Hollander, jefa de educación de Unicef México, advirtió que la pandemia ha agudizado la crisis de aprendizaje que ya se vivía en el país. “Casi el 80 % de las niñas y niños no alcanzaban los aprendizajes esperados mínimos en las áreas de comprensión, lectura y matemáticas”, afirmó.

Las autoridades

En los últimos días, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico emitió un comunicado de preocupación ante la falta de noticias de México para presentar la prueba internacional PISA, una la evaluación a los alumnos de 15 años que compara el desempeño educativo de los países de la organización.

Desde antes de la pandemia, México ha tenido problemas en exámenes que evalúan sobre capacidad lectora, matemáticas y ciencias porque regularmente queda muy por debajo del promedio del resto de países, incluidos los latinoamericanos y para este 2021  no daba señales de que se sometería a la evaluación.

Finalmente, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que no se ha desvinculado del sistema PISA, pero sí  aplazó el examen piloto programado para este año porque considera que las condiciones sanitarias “no son las adecuadas” para llevarlo a cabo.

“Se hará en algún otro periodo del año o mediante otro mecanismo que subsane la aportación de México en esta etapa”, explicó en un comunicado la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación.

La Secretaría de Educación Pública apuesta a un pronto retorno a clases con la vacunación masiva de maestros que ya comenzó desde marzo pasado en algunos estados aunque reconoce que la  apertura de escuelas dependerá de las disposiciones sanitarias federales que va por estado con un semáforo de contagios donde el rojo signica un alto riesgo, naranja medio, amarillo una menor alerta y verde ninguna.

“Vamos a regresar a clases lo más pronto posible”, afirmó López Obrador.

La maestra Andrea Elizabeth alerta de que un regreso rápido podría ser contraproducente si no se toma en cuenta que tiene que haber sana distancia entre los niños y una revisión de la infraestructura de las escuelas: agua, condiciones de las aulas… “Muchas escuelas han sido vandalizadas”, advierte.

Diputados de la Ciudad de México coinciden en ser cautos y tener un regreso a clases cuidadoso. Christian Von Roehrich solicitó a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, así como a los secretarios de Educación Pública, Delfina Gómez; y de Salud, Jorge Alcocer, a retrasar una temporada más la reanudación de clases presenciales en la capital del país, al menos para el nivel básico.

Según el legislador, hay una creciente amenaza de contagio de Covid-19 entre los menores de edad y explicó que en estados como Chihuahua han fallecido al menos 26 niños por coronavirus, y de enero a marzo de este año, se han registrado 145 niños hospitalizados.

La propuesta del legislador es que se establezca un sistema de vigilancia de síntomas en cada niño en las escuelas porque la estadística revela que se están contagiando, pero de forma silenciosa.

“Ahora es este llamado en congruencia con la realidad médica del país, no estamos en contra de las clases ni la apertura de las escuelas, tanto públicas como privadas, sino que hoy nuestro papel es cuidar a los infantes y no sumarlos a los números de cada día por la pandemia”, dijo.

El debate sobre los tiempos para el regreso se estanca entre dos fuegos: la calidad educativa y la salud. Mientras un grupo pide esperar a las mejores condiciones; otros hablan de las consecuencias incluso desde los niños de preescolar.

El domingo pasado, la empresa internacional japonesa Kumon advirtió tras un análisis en América Latina que el 55 % del alumnado de preescolar y básico está siendo afectado en la adquisición de nuevos y sólidos conocimientos en matemáticas porque apenas el 25 % aprovechan las clases a distancia principalmente por los compromisos de los padres.

Jimena Cándano, directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra, señaló que se debe poner el foco en que “hay una brecha” socioeconómica que se está ensañando aún más con los niños de bajos recursos: “Tenemos niñas y niños estudiando en grupos burbuja o con maestros particulares y al mismo tiempo otros no han podido ni seguir las clases en la televisión; tenemos infancias en ambientes amorosos, mientras otras viven hacinamiento y violencia”.

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