“La salud en México nunca más debe estar en manos de una sola persona”
Laurie Ann Ximénez-Fyvie documenta uno a uno los errores de la políticas de salud pública que llevaron a México a encumbrarse negativamente como uno de los países con peor gestión de la pandemia del mundo.
MEXICO.- Laurie Ann Ximénez-Fyvie tiene muchos títulos académicos. Pero esta doctora en Ciencias Médicas de la Universidad de Harvard y actual jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Universidad Nacional Autónoma de México, resume su currículum de microbióloga como una “cazamicrobios”.
Y como cazamicrobios actuó en la búsqueda de las razones por la que México se convirtió en uno de los países más mortales del planeta ante los embistes del coronavirus que provocó la muerte por COVID-19 de más de medio millón de personas en el país, según el Health Metrics and Evaluation (IHME) de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington; ofialmente se calcula la mitad.
“La lección que podemos sacar de esta desgracia es que nunca más la salud de un país debe estar en manos de una sola persona como ninguna otra área de impacto social, sea mortal o no”, advierte en entrevista con este diario.
“Nunca más un zar, como se la llamaba al subsecretario de Salud, Hugo López Gatell (bajo el mando del presidente Andrés Manuel López Obrador), debe tener en sus manos la vida de 130 millones de personas: por eso ya no hay zares, por eso desaparecieron… estas decisiones donde está en juego la vida de tantas personas deben tomarse en un comité que vea más allá de los juegos políticos”.
Laurie Ann Ximénez-Fyvie documentó uno a uno los errores de la políticas de salud pública que llevaron a México a encumbrarse negativamente como uno de los países con peor gestión de la pandemia del mundo, sólo por detrás de EEUU y recientemente de la India.
Así surgió la idea de editar el libro Un daño irreparable: La criminal gestión de la pandemia en México (de Editorial Planeta) que está a la venta en Estados Unidos desde el 15 de marzo pasado. En México ha rebasado expectativas de venta, agotando la primera edición antes de estar en librerías y con varias reimpresiones posteriores.
A través de la ciencia, experiencia y observación de la situación a nivel mundial y nacional, esta científica indica que “las acciones y los mensajes del subsecretario de Salud han tenido siempre una dosis de ambigüedad y contradicción”.
Reconoce que se han emprendido acciones, pero, desde su punto de vista, estas se han aplicado a destiempo, resultando inneficientes para la magnitud del problema. “Son evidentes las ambiciones políticas del funcionario supuestamente dedicado a cuidar la salud de los mexicanos”.
Las acciones que se ignoraron
En el origen de la pandemia, China no tomó acciones radicales cuando se enteró de que era la cuna de un nuevo virus que pasó de un murciélago un humano en un wet markets («mercado húmedos»), donde se amontonan en jaulas animales vivos domésticos, salvajes y especies exóticas con otros bichos muertos entre la gente, verdura fresca, huevos, frutas, lácteos…
Sin embargo, cuando le dio la dimensión justa al problema tomó al toro por los cuernos: bloqueó a ciudades completas. Para mantener confinado a sus ciudadanos, explica Ximénez-Fyvie, usó toda la tecnología a su alcance:
Software de reconocimiento facial, drones con cámaras térmicas, robots desinfectantes, sistemas de rastreo de teléfonos y cascos inteligentes.
“Entre enero y abril de 2020 todo el país se detuvo por completo y sus habitantes se guardaron en sus hogares siguiendo las órdenes del gobierno y actualmente apenas se sospecha de algún brote lanzan todos sus esfuerzos para bloquear esa localidad y realizan millones de pruebas”.
México hizo todo lo contrario, detalla la investigación: a través de Hugo López Gatell, se descalificaron algunas medidas preventivas “simples pero efectivas” como el uso de cubrebocas; sugirió que los portadores asintomáticos del virus no pueden contagiar a otros; rechazó las pruebas diagnósticas masivas y ordenó que los enfermos no fueran al hospital salvo en casos graves.
“Es obvio que estaban apostando a la inmunidad de rebaño (contagio natural), a que se contagiara todo mundo al precio de la muerte”, precisa.
Esto a pesar de que algunos países que habían echo tal apuesta al principio de la pandemia pronto dieron un cambio de timón como en el caso de Gran Bretaña. A principios de marzo de 2020 cuando toda Europa aprobaba las medidas de distanciamiento social mientras, los ingleses seguían agendando los partidos de futbol de la Premier League hasta se enfermó el primer ministro Boris Johnson.
Otros que cambiaron políticas fueron los suecos. Al comienzo, tampoco impusieron el cubrebocas ni cerraron bares, restaurantes y discotecas mientras seguían eventos deportivos y culturales, dejando todo cuidado a criterio de los ciudadanos. Cambiaron cuando todos los vecinos le dieron la espalda, detalla el libro:
“Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, por temor al contagio los países vecinos, Dinamarca, Noruega y Finlandia, sellaron sus fronteras para evitar el paso de los suecos”.
Para junio ratificó y su epidemiólogo estrella asumió un mea culpa y sólo quedaron muy pocos países con esa política: México, EEUU y los latinoamericanos que no tomaron lecciones radicales que habían tomado los países que dieron el ejemplo al mundo para el control.
Ximénez-Fyvie revela que Nueva Zelanda fue uno de los primeros en apostar por el cierre de fronteras para “eliminar el virus” en lugar de mitigarlo; Vietnam —un país sin infraestructura hospitalaria suficiente como México —también prohibió los vuelos desde y hacia China y puso cuarentena obligatoria para todo aquel que ingresara a ese territorio desde otros países. También implementó el aislamiento obligatorio de los casos positivos y llegó a hacer 40 000 pruebas por cada caso nuevo confirmado.
En África, donde se tienen amargas experiencias de múltiples epidemias y brotes devastadores, como los más recientes de Ébola, varios países se unieron y compraron a Alemania tests masivos, la mayoría prohibió los vuelos provenientes de China e impusieron cuarentenas.
México siguió el camino de Estados Unidos donde Donald Trump se deshizo del Comité de Protección de la Salud Global y Biodefensa, presidido por el almirante Timothy Ziemer, que le llevaba la contraria respecto a la política de minimizar la pandemia; para evitar una suerte similar, López Gatell, en cambio, siguió el juego al presidente y dijo que la “pandemia estaba bajo control”.
Algo grave, acota la investigadora: “Se buscaba cuidar la imagen de los gobernantes y no la salud de los mexicanos.
Seguir Leyendo: El día a día de padres, hijos y maestros mexicanos a más de un año lejos de las aulas