Sobreviviente de violencia doméstica encarcelada suplica que no la entreguen al ICE
El gobernador Brown perdonó su sentencia y la Junta de Libertad Condicional ordenó su liberación, pero ahora corre el peligro de que migración la detenga y deporte
Marisela Andrade, una sobreviviente de violencia doméstica encarcelada, a quien el gobernador Jerry Brown le conmutó su sentencia y la Junta de Libertad Condicional ordenó su liberación, se encuentra en una lucha contra el tiempo para no ser transferida al Servicio de Migración y Aduanas (ICE), un día después de Acción de Gracias.
La organización California Coalition for Women Prisoners (CCWP) ha lanzado una campaña de recolección de firmas para presionar al gobernador Gavin Newsom para que no la transfieran de la prisión estatal al ICE. Ya suman más de 10,927 firmas de apoyo.
La liberación de Marisela de la Prisión Estatal de Chowchilla en el Valle Central de California está prevista para el 26 de noviembre; y es muy probable que al salir, los agentes del ICE la arresten y la lleven a un centro de detención mientras la preparan para su deportación.
“Me siento muy feliz y emocionada por esta segunda oportunidad, pero me preocupa ser deportada porque la familia de mi esposo y yo somos del mismo lugar”, dijo en entrevista con La Opinión.
Ella fue encarcelada en 2008 con una sentencia de cadena perpetua sin derecho a libertad condicional. Sin embargo, en 2018, el gobernador le redujo su condena a 15 años; y la Junta de Libertad Condicional aprobó su libertad el 5 de marzo de este año.
Marisela es una inmigrante de 44 años de edad, nacida en Santiago Ixcuintla en el estado de Nayarit, México. Ya era residente de Estados Unidos y tenía 19 años de edad y tres hijas, cuando fue sentenciada a cadena perpetua. Lleva en detención 14 años y 5 meses.
La tragedia de Marisela comenzó cuando a los 15 años se enamoró de un hombre que prometió amarla. Se casaron cuando ella cumplió 18 años.
“El día de mi boda la violencia doméstica comenzó. Le pregunté por qué las cosas habían cambiado, y él me dijo que porque ya era su esposa. Bebía mucho alcohol y lo único que yo hacía, era obedecerlo y complacerlo en todos los sentidos porque le tenía mucho miedo”.
Relata que perdió un bebé tras una golpiza terrible que le propinó su esposo, pero nunca lo denunció a la policía porque siempre la amenazaba con quitarle a sus hijas.
No mucho tiempo después de su boda, su esposo trajo a Marisela a Estados Unidos, donde continuaron los abusos.
“Era muy ignorante, así que me quedé en silencio sin compartir nada sobre lo que estaba pasando y soportando toda la violencia y el abuso hasta 2008 cuando ocurrió el crimen”.
Al verse sin salida ante tanto abuso físico y violaciones, relata que en un acto de defensa propia, le quitó al vida a su abusador.
Marisela dedicó sus años en prisión a rehabilitarse y a su sanación así como a ayudar a otros sobrevivientes de trauma. Dice que está profundamente arrepentida por haberle quitado la vida a otra persona y por el hecho de que sus hijos crecieron sin un padre.
“Me sentía atrapada, desesperada y que no valía nada. Sentía que no había salida. En ese entonces no sabía cómo lidiar con mis emociones o problemas con mi esposo. Lamento mucho todo el daño que causé. Ahora quiero ayudar a otras personas para que sepan que existe ayuda disponible y que no tienen que cometer un delito para obtenerla”.
Y agrega que hoy sabe que no debe tener miedo y si necesita algún tipo de ayuda, cuenta con números a los que llamar.
“Hoy tengo apoyo, valoro la vida humana y cada día trabajo para ser una mejor persona”.
Marisela dice que cuando salga libre planea continuar su trabajo para apoyar a otras víctimas de abuso.
Es madre de tres hijas: Alondra de 24 años, Anahi de 19 años y Nicole de 16 años. También tiene hermanos y amigas que la esperan.
Su sueño es estar al lado de sus hijas y tener una relación con ellas así como continuar estudiando.
“Me gustaría tomar un curso de computadoras o cosmetología. Quiero trabajar y a través de mi historia, apoyar a organizaciones y ayudar a otras mujeres, niños y hombres que pasan por violencia doméstica porque los hispanos tienen miedo de hablar. Yo quiero ayudar a romper ese ciclo y enseñarlos a pedir ayuda porque no están solos”.
Dice que le quiere pedir al gobernador Newsom una segunda oportunidad para demostrar que es una persona rehabilitada y no es una amenaza para la comunidad. “¡Por favor, deme la oportunidad de estar con mis 3 hijas! Le prometo que siempre voy a estar en mis grupos de autoayuda porque deseo ayudar a mi comunidad en todo lo que yo pueda”.
Pamela Fadem, activista por muchos años de la organización California Coalition for Women Prisoners, afirma que Marisela merece la oportunidad de regresar a casa con su familia, amigos y comunidad aquí en California.
“Ella cumplió su sentencia en una prisión estatal, trabajó muy duro en su sanación y rehabilitación, y el gobernador Brown reconoció su trabajo sincero al conmutarle su sentencia de vida sin derecho a libertad condicional”.
Agrega que gracias a su esfuerzo por rehabilitarse, Marisela logró que la Junta de Libertad Condicional le autorizara su libertad.
“Ahora ella enfrenta la deportación hacia un país en el que no ha estado por más de la mitad de su vida y donde no tiene una red de apoyo”.
Y señala que Marisela como otras inmigrantes sobrevivientes de violencia doméstica con las que la Coalición de Mujeres Prisioneras de California trabaja, enfrentan un doble castigo, primero por el estado, y luego por el ICE, únicamente por su lugar de nacimiento.
Este año fracasó un intento en la legislatura estatal de California por aprobar el proyecto de ley AB 937, VISION Act de la asambleísta Wendy Carrillo que buscaba evitar que los inmigrantes que terminan sus condenas en las prisiones estatales, no sean entregados al ICE para su detención y posterior deportación.
La medida se atoró en el Senado, pero los líderes proinmigrantes planean retomarla y volverla a presentar en el nuevo año legislativo que comienza en diciembre.
Este año fue deportada a México, Gabby Solano, quien fue transferida de la Prisión Estatal de Mujeres a un centro de detención de ICE en Aurora, Colorado. Los activistas proinmigrantes no lograron detener su traslado; y que ella cansada del maltrato que recibía en detención migratoria, se autodeportara.