“Soy migrante mexicana, transgénero y… ¡me cambiaré el nombre en el consulado!”
El pasado 19 de enero, el gobierno mexicano entregó las primeras actas de nacimiento por reconocimiento de identidad de género, mismas que se podrán expedir en embajadas y consulados de México en el mundo
MEXICO.- Tenía el perfil perfecto que buscaba el banco para ser la nueva cajera en Henderson, Carolina del Norte. La preparación, el idioma, la actitud y hasta la gracia que no se exige explícitamente. Susy Gerónimo, una mujer transexual, había pasado los exámenes y le habían dicho que era la candidata ideal para el puesto hasta que presentó su identificación.
Entonces notó que la cara del entrevistador cambió. Se puso tensa y le dijo: “Nosotros le llamamos”. Susy supo entonces que no tendría el trabajo. “Cuando vio que el nombre era de hombre, no le gustó”.
El desempleo es uno de los principales problemas que tienen los transgéneros en México pero puede ser peor en cuanto cruzan la frontera hacia Estados Unidos sin documentos laborales.
A excepción de California y Nueva York, donde se permite cambiar de nombre en algunos documentos oficiales independientemente de la condición migratoria, en el resto del país, es imposible: debe ser el mismo nombre que aparece en el acta de nacimiento.
Esto les genera sinsabores inimaginables: además de no encontrar trabajo, no pueden conseguir vivienda, ayuda humanitaria, asistencia médica o jurídica…
“Ser migrante indocumentado ya es un problema, imagínense ser además ¡mujer y transgénero!”, advirtió Susy Gerónimo, quien harta fundadora de la organización Fuerza y Unión Múltiple en Carolina del Norte, donde apoya a mujeres transgénero. “Por eso muchas terminan en la prostitución”
Por eso el anunció del gobierno mexicano del pasado19 de enero se recibió con satisfacción en la comunidad. A partir de esa fecha, los 67 consulados y 80 embajadas de México en el mundo podrán expedir actas de nacimiento por reconocimiento de identidad de género a personas mexicanas en el exterior.
En eventos simultáneos, en la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores de la Ciudad de México y en los consulados de Washington y Orlando, en Estados Unidos, las primeras cuatro personas transgénero recibieron su documento.
“No es un papel, es algo que te cambia la vida, que quiere decir que se reconoce tu libertad, tu dignidad”, afirmó el canciller Marcelo Ebrard. “Anulemos el sufrimiento derivado de la imposición de cosas”.
Susy Gerónimo nació en Cherán Michoacán y creció en Guadalajara. Desde la temprana infancia supo que quería ser mujer. Vestía pantalón y camiseta pero se sabía femenina y sus papás nunca la censuraron por ello, la dejaban ser.
Con esa feminidad enamoró a un hombre que la convenció de emigrar a Estados Unidos. Le prometió muchas cosas que incumplió. Así Susy Gerónimo terminó secuestrada para la satisfacción sexual de su raptor en Clayton. Durante varios meses estuvo sin salir de casa hasta que se escapó con ayuda de una familia. De ahí se fue a vivir a Herdenson, donde encontró su sitio como activista.
“Vi una marcha de transgéneros y supe entonces que yo podía aportar mucho porque en Carolina del Norte hay discriminación en contra de este grupo y más aún si eres latino. Te hacen menos en el banco, en las tiendas, en todas partes”, precisó en entrevista con este diario.
Como el objetivo de los transgéneros es que se les reconozca con el sexo que ellos se identifican, el reconocimiento oficial del gobierno de su país con el acta de nacimiento es muy importante. De ésta derivará los demás documentos que harán concordar la cara con el nombre.
De nada sirvió que en la licencia de conducir apareciera la cara femenina de Susy si el nombre era masculino, por ejemplo.
Antes de que se permitiera cambiar el nombre en el acta de nacimiento todo era muy complicado para los migrantes transgéneros: tenían que dar una carta poder a los familiares y solicitarlo en México, pero no en todos los estados se permite este cambio.
“La posibilidad de obtener un acta de este tipo era letra muerta ante distintos obstáculos que les imposibilitaba conseguirlas, como la distancia, los costos económicos, las leyes o el tiempo requerido para tramitarlas”, destacó Tania Morales, presidenta de la Asociación para las Infancias Transgénero.
Otro asunto son las cirugías de cambio de sexo y los tratamientos hormonales tan importantes. Susy Gerónimo dice que en Fuerza y Unión Múltiple el reto actual es encontrar los tratamientos en el menor costo posible porque son muy caros.
“Lo primero que las trans quieren es ayuda monetaria para las consultas y los tratamientos porque cuando la mayoría quieren cambiarse de sexo ya es muy tarde, ya se les maduraron las hormonsa masculinas y es muy complicado”, advirtió. “Es todo un reto porque en la mayoría de los estados es costosísimo”.
De México a California
En México, las políticas de tolerancia y apoyo a la diversidad sexual son muy recientes. El cambio de nombre en el acta de nacimiento para las personas transgénero se autorizó por primera vez en la Ciudad de México en 2014. Hasta la capital mexicana viajaban miles para realizar el trámite ante la imposibilidad de hacerlo en sus entidades pero poco a poco los congresos locales se abrieron.
Actualmente hay 13 estados que han aprobado la Ley de Identidad de Género: Ciudad de México, Coahuila, Colima, Chihuahua, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Quinana Roo, San Luis Potosí, Sonora y Tlaxcala.
Las reformas de Jalisco y Oaxaca son las únicas que incluyen a menores de 18 años para que puedan acceder a cambiar su identidad de género y nombre. En la CDMX las iniciativas presentadas en 2019 por separado por los diputados de Morena: Temístocles Villanueva y Paula Soto se enviaron a la congeladora y no han subido al pleno para su discusión.
Pese a estos avances, el país sigue a la cabeza de listas como uno de los más intolerantes para la diversidad de género.
En 2021 el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio, denunció que en total hubo 66 asesinatos por la identidad de género. Esto es casi uno por semana.
Las entidades en las que más crímenes de odio se suscitaron fueron: Baja California, con 12 asesinatos; Chihuahua y Veracruz con seis casos, respectivamente; y Estado de México con cinco. En Guanajuato y Jalisco se presentaron cuatro en cada uno; tres Colima, lo mismo que en Puebla y en Ciudad de México.
Guerrero registró dos y Zacatecas dos. En Chiapas, Coahuila, Michoacán, Nayarit, Quintana Roo y Yucatán hubo un asesinato por estado, en los cuales los motivos respondieron a la identidad de género u orientación sexual de las víctimas, indicó el Observatorio de la Fundación Arcoíris.
El pasado 16 de enero, la activista por los derechos de las personas transgénero, Natalia Cruz, (Natalia Lane), electa para el Parlamento de las Mujeres del Congreso de la Ciudad de México, fue acuchillada en la nuca, cara y mano cerca de la estación Portales, del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la capital mexicana.
La Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la CDMX calificó la agresión como un “transfeminicidio” y pidió tomar nota sobre el perfil de ataque.
En México, las mujeres transexuales son las que viven mayor nivel de desigualdad por la discriminación que las lleva a tener una ínfima calidad de según los resultados de la Encuesta Nacional que realiza el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
En el trabajo están confinadas a sectores como la peluquería, la estética, al show travesti, a la prostitución y trabajo sexual porque la discriminación las va excluyendo de a poco y su esperanza de vida disminuye a un promedio de 40 años frente a los 75 en promedio de la población.
Cuando se elaboró la nueva Constitución Política de la Ciudad de México, los legisladores se dieron cuenta y reconocieron a estas personas como grupo de atención prioritaria y establecieron la obligación de adoptar las medidas necesarias para promover, respetar, proteger y garantizar sus derechos, así como eliminar progresivamente las barreras.
Pero esto es muy reciente. De 2017. Tres años después, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos exhorto a los tres niveles de gobierno a impulsar políticas públicas de prevención de la violencia contra las personas Travestí, Transgénero, Transexuales, para hacer efectivo el reconocimiento de sus derechos fundamentales, entre ellos, su identidad de género.
San Francisco
“Si a pesar de todo lo que hay ahora a favor de la comunidad, sigue habiendo discriminacion, cuando yo me fui de México era horrible”, recuerda Jessy Ruiz, transgénero radicada en San Francisco, donde espera por la respuesta a su solicitud de asilo. Actualmente tiene un permiso de trabajo.
Ella dejó la ciudad de Morelia en 1996 porque se había cansado del trato que le daban en la escuela, en los lugares públicos, en las calles y hasta la policía con más saña. Recuerda que en cierta ocasión iba para una feria con dos amigas cuando las detuvieron unos agentes y las llevaron presas.
“Cuando mis padres llegaron por mi, no les supieron decir por qué me habían detenido”, recuerda.
Otra noche, los patrulleros los llevaron a las afueras de la ciudad y los obligaron a tener sexo con ellos a cambio de su libertad. “Lo peor es que no los puedes denunciar porque hay miedo y no hay justicia y en las ciudades más conservadoras te atacan cuanto te ven amanerada”.
Harta de esa vida, Jessy Ruíz tomó un par de zapatos, dos camisas y dos pantalones y cruzó el Río Bravo. Sus hermanos querían que se fuera a Seattle, donde ellos vivían, pero quería liberarse, ser mujer. En ese tiempo todavía se llamaba Jesús Ruíz y vestía como hombre, con el pelo corto, distinto al pelo rubio que pretendía.
Se quedó en Raleigh con otro amigo. No sabía inglés ni conocía el lugar ni tenía coche y por eso lo engañaban dándole vueltas para cobrarle 50 dólares por semana por llevarlo al trabajo. Con el tiempo descubrió que vivía sólo a tres calles.
Consiguió empleo en la limpieza de un hotel. Luego en un restaurante y en una distribuidora de vidrios. Saltó de trabajo en trabajo durante años mientras conocía a la comunidad local transgénero que le enseñó a usar las hormonas para formar su cuerpo.
En esa comunidad, había una chica que se mudó a San Francisco por la calidad de vida que ahí podía tener como transgénero, según le contaba. Jessy Ruíz la siguió y ahí descubrió su sitio. Nunca más piensa volver a Raleigh.
“En Carolina del Norte nunca iba a tener un trabajo de oficina, allá tenía que ir centro comercial a escondidas y si te reportaban tenías que mostrar tu identificación y en una de esas hasta podrían deportarme, allá si quieres estudiar algo tienes que pagar mucho”.
En San Francisco le va mejor. Ha podido estudiar cursos gratuitos de computación y pudo colocarse para trabajar en actividades de ayuda a otros vulnerables como los homeless de la ciudad. Además, pudo hacer su cambio de nombre ante una corte porque el proceso muy sencillo.
Basta con llenar una aplicación y llevar un acta de nacimiento (no importa que sea mexicana o extranjera), el pasaporte y una hoja certificada de un doctor particular y de un terapeuta.
“Yo soy Jessy para las autoridades de California pero si quiero viajar a otro lado mi pasaporte dice Jesús Ruíz y eso puede ser molesto porque algunas veces te detienen y preguntan y una no quiere que se le relacione para nada con el género masculino ni que le digan nada”.
La emisión de actas de nacimiento con el cambio de nombre en los consulados mexicanos le viene como anillo al dedo. En cuanto tenga una oportunidad hará la solicitud cuando visite la sede diplomática por asuntos de la organización civil para la que trabaja. No está segura de la fecha exacta porque se someterá a una cirugía de “feminización” que es gratuita en San Francisco.
Durante nueve horas en el quirófano, los cirujanos buscarán a toda costa que ella sea más mujer. Retocarán su la nariz, los pómulos, la quijada y la frente. Después de esto irá por todas las de la ley por su acta de nacimiento y con ella tendrá un pasaporte mexicano con su verdadero nombre: Jessy Ruíz.
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