Max, un mediador mexicano en las cortes de EE.UU.
Max Arrechea, quien es un mediador en la corte de Atlanta, ayuda en su mayoría a mexicanos a resolver controversias que van desde divorcios y pleitos vecinales hasta crímenes
MEXICO.- De visitar a una tía en California, Max Arrechea saltó a ser mediador en una corte de Atlanta. El proceso, que resume en unos cuantos minutos, aunque fueron años, suena sencillo en comparación con lo que vino después.
Como promotor de una figura a la que los latinos no están acostumbrados, sube y baja, va y viene para convencer a los “latinos”, principalmente mexicanos, de que es mejor llegar a un arreglo que un buen pleito. Una batalla cuyo precio está dispuesto a pagar y que, de hecho, disfruta.
“Lo más importante que deben tomar en cuenta quienes recurren a la mediación es que es voluntaria”, precisa Echerrea.
La mediación en las cortes es una negociación asistida ordenada por un juez en asuntos civiles como divorcios, pleitos vecinales, choques y todos esos asuntos que no se relacionan con un crimen.
En la mediación, un tercero capacitado e imparcial ayuda a dos o más partes a negociar para resolver su controversia. Tienen habilidades de comunicación y resolución de problemas, que utilizan para ayudar a las partes a tomar las mejores decisiones posibles acerca de si deben resolver su controversia y cómo hacerlo.
Max estudió psicología industrial y luego una maestría en conflictos y reconciliación. Para graduarse, le pidieron horas de servicio comunitario y para hacerlas tocó puertas en varias partes. Se las abrió una corte de Atlanta.
Le ofreció trabajar con un juez por tres o cuatro meses. Con el paso de los días, se dieron cuenta de la importancia de un hispanoparlante para esa función y, mejor aún, si era mexicano. Según una encuesta de la oficina del Censo de EE.UU., en Georgia, la población de latinos creció un 30% y ya rebasa los 700,000.
En la mediación no se aplican las normas que regulan la admisión y presentación de pruebas en los procedimientos judiciales. No se toma un testimonio. La mediación permite que las partes controlen el proceso de resolución de controversias, en lugar de que un juez u otro funcionario lo controle por ellas.
“La mediación típicamente es más rápida y económica que una sentencia judicial que requiere abogado y es más caro”, precisa Arrechea.
“En el caso de la comunidad latina o mexicana lo que pasa es que no está acostumbrada. Tenemos empresas, negocios, problemas vecinales y conflictos con la pareja, igual que todo mundo, y yo los empujo a la comunidad a que aprendan y sacan ventajas como la comunidad anglosajona que ya nos lleva ventaja en ese terreno”.
En el año 2020, el Servicio Fedeeral de Mediació y Conciliación de Estados Unidos afirma que alrededor de 12,938 personas recibieron un servicio de mediación en todo el país y que de éstas alrededor del 85% terminaron en un acuerdo.
Esto significó un ahorro aproximado de 1,398 millones de dólares, detalló.
Mexicano beneficiado
En 2017, René Alonso creyó que era tiempo de volverse a casar después de cinco años de estar separado de su primera esposa con quien contrajo nupcias en México. La pareja habían terminado en buenos términos, pero ella regresó a su pueblo de origen.
Alonso fue a una corte del Colorado, donde él vive, y el juez determinó que el caso era ideal para un mediador. El aceptó. La mujer, aunque estaba en México, también estuvo de acuerdo. Así que la mediadora que les asignaron los guió paso a paso.
La mediación incluye tres fases generales. En la introducción, el mediador ayuda a las partes a crear un entorno seguro para discutir temas difíciles qué ocurrirán en diversas sesiones confidenciales con normas y un cronograma general.
En la etapa de resolución, las partes se enfocan principalmente en problemas, intereses, opciones de resolución y criterios para evaluar las opciones. Finalmente, en el cierre, las partes deciden si desean resolver la controversia y conforme a qué términos o irse a la corte.
“La disolución de mi matrimonio fue algo muy sencillo, quizás porque nos dimos cuenta de que debíamos provocarnos el menor dolor posible y por el bien de nuestra hija. Antes de que se fuera mi ex esposa firmamos un documento notariado de separación de bienes, yo pedí que se me fijara una cuota de pensión alimenticia y ya”, cuenta Alonso.
“Finalmente no me casé por segunda pero sí me divorcié de la primera y en Colorado”.
Pros y algunos contras
Por razones de confidencialidad, Max Arrechea dice que no puede hablar de casos concretos. En general, calcula que hay tres beneficios en la mediación. El primero es el tiempo: se puede resolver un conflicto hasta en menos de un mes si todo va bien; el segundo, es más barato, algunos casos pueden resolverse con 200 o 300 dólares. Y, finalmente, menos complicaciones.
Además, una vez que se llega a un acuerdo, el juez revisa que éste haya sido justo. Por ejemplo: si en un choque alguien recibe nada más cinco dólares quiere decir que algo raro ocurrió en la mediación.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. De ello da cuenta Elízabeth Javaz, una agente de bienes raíces en California. “Es muy difícil que queden a gusto, que se pongan de acuerdo en casos relacionados con los inmuebles”, afirma según su experiencia.
“Se suponeque sería la forma más corta y rápida de solucionar el problema, pero nuestros clientes no lo hacen”.
La inmobiliaria para la cual trabaja en California, obliga tanto a compradores como vendedores a firmar un contrato tanto para aceptar la mediación como el arbitraje y la mayoría han terminado frente al juez.
De manera personal, ella atendió un caso en el que el comprador puso las iniciales en todos los contratos, pero cuando fue a tomar posesión descubrió un fuga de gas en el ático que, según la inmobiliaria, había provocado el inspector de éste. El vendedor se lavó las manos.
Pero al no ponerse de acuerdo, volvieron al arbitraje y tardaron más tiempo en resolver el caso.
Max Acherrea cree que el secreto de una buena mediación es lograr que ambas partes acepten que algo se gana y algo se pierde. Y que hay que ceder.
Actualmente no hay una cifra oficial que dé cuenta de cuántos mexicanos o latinos usan servicios de mediación en EE.UU., pero la apuesta de Max es que sean más.
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