El caso de los “Tres de West Memphis”: un crimen, injusticia y prejuicios
Tres hombres pasaron su vida siendo acusados del brutal asesinato de tres niños, pero el juicio de estos estuvo marcado por las irregularidades.
El 19 de agosto de 2011, tres hombres, Damien Echols, Jason Baldwin y Jessie Misskelley, quienes fueron condenados cuando eran adolescentes en 1994 por los asesinatos de tres niños en Arkansas, fueron liberados de prisión en un acuerdo legal especial que les permitió mantener su inocencia, reconociendo que los fiscales tenían pruebas suficientes para condenarlos.
Echols, de 36 años, había estado en el corredor de la muerte, mientras que Baldwin, de 34, y Misskelley, de 36, cumplían cadena perpetua.
Conocidos colectivamente como los “Tres de West Memphis”, los hombres siempre mantuvieron su inocencia, y las preguntas sobre las pruebas utilizadas para condenarlos persistieron durante años. Su caso atrajo la atención generalizada y el apoyo de varias celebridades.
En mayo de 1993, los cuerpos de tres niños de 8 años, Christopher Byers, Steve Branch y Michael Moore, fueron encontrados desnudos y atados en una zanja de drenaje en una sección boscosa de West Memphis, Arkansas.
Los investigadores inicialmente tenían pocas pistas sólidas; sin embargo, debido a que los cuerpos parecían haber sido mutilados, circularon rumores sobre una posible conexión con actividades de culto satánico.
Una pista finalmente llevó a los investigadores a centrarse en el adolescente Echols, un desertor de la escuela secundaria que creció en la pobreza, estaba interesado en la brujería y regularmente vestía ropa negra.
Luego, Misskelley, un conocido de Echols, confesó los asesinatos luego de un largo interrogatorio por parte de las autoridades e implicó a Echols y Baldwin.
Descrito por tener un coeficiente intelectual por debajo del promedio, Misskelley proporcionó información sobre el crimen que estaba en conflicto de manera clave con los detalles conocidos por la policía y pronto se retractó de su confesión. Sin embargo, en febrero de 1994, fue declarado culpable de asesinato en primer y segundo grado y condenado a cadena perpetua más 40 años.
En un juicio separado en marzo de 1994, Echols y Baldwin fueron condenados por asesinato capital. Durante el juicio, Misskelley se negó a testificar contra los dos, y los fiscales no tenían testigos presenciales ni pruebas físicas que vincularan a Echols y Baldwin con el crimen.
En cambio, la acusación presentó pruebas de que Echols, el presunto cabecilla, leyó libros sobre brujería, así como novelas de Stephen King y Anne Rice, y dijo que estaba motivado para asesinar a los niños como parte de un ritual oculto.
El caso ganó atención nacional con el lanzamiento del documental de 1996 “Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills”, que arrojó dudas sobre la culpabilidad de los hombres. Creció un movimiento para liberar a los Tres de West Memphis, y celebridades como el líder de Pearl Jam, Eddie Vedder, la cantante de Dixie Chicks, Natalie Maines, y el director de cine Peter Jackson (trilogía de “El Señor de los Anillos”) hablaron en apoyo de los tres hombres y ayudaron a financiar un equipo legal para luchar contra las condenas.
En 2007, los abogados de West Memphis Three dijeron que nuevas pruebas forenses mostraron que no había evidencia de ADN para vincular a los hombres con el crimen.
En el otoño de 2010, la Corte Suprema de Arkansas ordenó una audiencia para Echols, Baldwin y Misskelley para determinar si merecían nuevos juicios. Sin embargo, antes de que se llevara a cabo la audiencia, los abogados y fiscales del trío en Arkansas llegaron a un acuerdo que les permitió a los hombres presentar una declaración de culpabilidad de Alford y quedar libres. Con esta herramienta legal poco utilizada, al acusado se le permite mantener su inocencia, pero declararse culpable porque lo considera lo mejor para él.
En una declaración posterior a su liberación el 19 de agosto de 2011, Echols dijo, en parte, sobre el acuerdo de culpabilidad: “He pasado la mitad de mi vida en el corredor de la muerte. Es un ambiente tortuoso que ningún ser humano debería tener que soportar, y necesitaba terminar. Soy inocente, al igual que Jason y Jessie, pero tomé esta decisión porque no quería pasar otro día de mi vida tras esas rejas”.
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