El terrorista Anders Behring Breivik mató a más de 70 personas y gritó: “¡Tenéis que morir todos!”
El 24 de agosto de 2012, el hombre que mató a 77 personas en un atentado con bombas y disparos el 22 de julio de 2011 en Noruega fue condenado a 21 años de prisión, el máximo permitido por la ley noruega.
Anders Behring Breivik, un extremista de derecha de 33 años con opiniones antimusulmanas, llevó a cabo ataques en Oslo, la capital de la nación, y en un campamento juvenil en la cercana isla de Utoya porque quería llamar la atención sobre lo que denominada la “colonización islámica” de Europa e inspirar un levantamiento en su contra.
Los ataques fueron los más mortíferos que la nación de 5 millones de habitantes había experimentado desde la Segunda Guerra Mundial.
La masacre comenzó alrededor de las 3:25 p. m. cuando Breivik detonó una camioneta llena de explosivos frente a las oficinas gubernamentales en el centro de Oslo, dejando ocho muertos y más de 200 heridos.
Aproximadamente dos horas después, este terrorista, vestido como un oficial de policía, llegó a la isla de Utoya, a unas 25 millas al noroeste de Oslo, en un campamento de verano para cientos de adolescentes organizado por el Partido Laborista gobernante de Noruega (cuyas políticas liberales de inmigración se opusieron a Breivik), allí disparó y mató metódicamente a 69 personas, muchas de ellas adolescentes.
Algunas de las víctimas de Breivik estaban tratando de nadar para ponerse a salvo cuando él las disparó. Más de una hora después de que comenzara el tiroteo, llegaron los agentes del orden y Breivik se rindió.
Las autoridades descubrieron más tarde que poco antes de los mortales ataques gemelos, Breivik había publicado en línea un manifiesto de 1.500 páginas criticando el multiculturalismo y el islam, que consideraba peligrosos para Europa.
También se supo que Breivik, quien se crió en una familia noruega de clase media, pasó al menos varios años preparándose para los ataques, montando un negocio agrícola para poder comprar químicos para fabricar explosivos, entre otras actividades.
Durante el juicio de 10 semanas de Breivik en la primavera de 2012, admitió haber llevado a cabo los ataques, pero dijo que sus víctimas fueron cómplices de sus muertes porque apoyaban el multiculturalismo y la inmigración musulmana, lo que ponía en riesgo a Noruega, en su opinión.
El 24 de agosto de 2012, Breivik fue condenado a 21 años de prisión, la pena máxima permitida en Noruega, que no contempla la pena de muerte. Sin embargo, su sentencia puede extenderse mientras se le considere una amenaza para la sociedad.
Los fiscales habían argumentado que Breivik estaba loco y debería ser enviado a una institución psiquiátrica en lugar de prisión, pero el tribunal dictaminó que estaba cuerdo, una decisión que complació a Breivik, quien quería que sus ataques fueran vistos como una declaración política en lugar de ser descartados como acciones de una persona mentalmente enferma.
Una semana antes de que Breivik fuera sentenciado, el comisionado de la policía nacional de Noruega renunció después de que un informe dañino emitido por una comisión independiente concluyera que la policía debería haber respondido más rápido a los ataques y podría haber hecho más para prevenirlos.
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