Descubre cómo se encuentra la casa que habitó hasta su muerte Lola Beltrán, ícono de la música ranchera

Han trascurrido 26 años desde la muerte de María Lucila Beltrán Ruiz, conocida como Lola Beltrán, cantante originaria de Rosario, Sinaloa, y quien fue una de las mujeres que además de triunfar le abrió las puertas a la industria musical a muchas otras intérpretes que irrumpieron en los escenarios varios años después.

Tratar de ganarse un espacio en un género donde predominaba la voz masculina, como es el ranchero, no fue una tarea nada fácil para una mujer de provincia. Sin embargo, su personalidad y el peculiar tono de su voz, le permitió a Lola ganarse un lugar entre los mejores cantantes rancheros de su tiempo, como José Alfredo Jiménez, Javier Solís, Jorge Negrete y hasta Pedro Infante, por citar sólo algunos.

Quizá de ahí deriva el éxito de una mujer que llegó grabar cerca de 200 canciones, trabajar en poco menos de 40 películas y fungir como presentadoras de algunos programas de televisión.

Durante su vida, además de fama, la cantante sonorense ganó una inmensa fortuna que al final de su vida se disputaron Maria Elena Leal su hija consanguínea y José Quintín, su hijo adoptivo.

Para darse una idea del patrimonio que Lola Beltrán llegó a tener, recientemente el propio José Quintín abrió las puertas de una residencia que adquirió como parte de su herencia, la cual se ubica en la ciudad de México, donde prácticamente vivió la interprete hasta antes de su muerte, el 24 de marzo de 1996.

Situado en la zona sur de la capital del país, el inmueble fue construido en la década de los 90s y tiene un estilo arquitectónico muy peculiar, pues se asemeja más a una residencia de montaña donde para edificarla se alternó piedra volcánica y cantera rosada e incluso por dentro está revestida con madera.

En el interior de la casa también destaca una gran chimenea, pues la zona anteriormente formaba parte de un bosque y durante las tardes la temperatura tiende a descender.

Otro aspecto importante de la propiedad es que bien pudiera convertirse en un museo, esto debido a la gran cantidad de objetos, reconocimientos y fotografías que hablan del legado artístico de una auténtica celebridad de una época dorada para la música mexicana.

Finalmente, el recorrido permitido por el hijo putativo de Lola Beltrán hizo posible descubrir la que llegó a ser la recámara de la cantante, una zona muy amplia plagada de ventanas por las cuales diariamente los rayos del sol la despertaban.

Después de un largo litigio esta residencia terminó en manos del hijo de la cantante, quien asegura la destinará para realizar algunos proyectos en memoria su madre.

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