El mexicano que construyó el metro de Los Ángeles, Dubai, El Cairo y… ¡Qatar!

Daniel Rodríguez, el mexicano que viajó a Japón para prepararse y convertirse en uno de los mejores diseñadores de trenes en el mundo

El mexicano que construyó el metro de Los Angeles, Dubai, El Cairo y… ¡Qatar!

Daniel Rodríguez. Crédito: Daniel Rodríguez. | Cortesía

MEXICO.- “Me dijeron que los mexicanos no sabemos diseñar transporte y… ¡yo diseñé el metro de Los Angeles, Dubai, El Cairo y Qatar”. Daniel Rodríguez (CDMX, 1968) estudió en la Universidad Iberoamericana y trabajó en las mejores empresas de ingeniería de México y, sin embargo, en todos los caminos la sentencia era la misma:

“Un mexicano no diseña trenes”. O afirmaciones peores: “Te apellidas Rodríguez… ¡eso no viste!”

Veinte años después, su historia responde con guante blanco:  no solo está más que orgulloso de su apellido, sino de aquellos que lo empujaron, de quienes le abrieron las puertas y de sí mismo porque no se comió ningún cuento sobre limitantes. Más bien, creyó en su origen, en su profesor  Daniel Mastreta, quien diseño el único coche deportivo mexicano que se ha fabricado  a pesar de cargar con la misma sentencia de que los mexicanos no hacen tal o cual cosa y, sobre todo, creyó en sí mismo:

En nuestro país estamos acostumbrados a creer que las cosas bien hechas vienen de afuera”, destaca. “Lo bueno es que se puede desaprender de a poco, un paso a la vez, demostrando que podemos, no podemos dejar que nadie te desanime, porue la mayoría de nuestros frenos están en la mente y debemos quitarlos”.

Así lo han hecho los arquitectos mexicanos que han destacado en el mundo, así lo han hecho los cineastas —actualmente nadie dudaría del talento de Alfonso Quarón, de Alejandro González Iñárritu, de Guillermo del Toro—. Tampoco de Daniel Rodríguez: durante el Mundial de Fútbol 2022 se supo que el vanguardista y fascinante Metro de Qatar lo diseñó aquel ingeniero a quien le dijeron que “no vestiría por su apellido”.

Por el contrario, en Japón la empresa Kinki Sharyo, le dio un puesto vitalicio de trabajo como gerente de diseño, después de construir los metros de Los Angeles, de Dubai y El Cairo. Mucho antes de ganar a punta de talento el metro de Qatar.

Larga historia

A Daniel Rodríguez siempre le había gustado diseñar. Después de que terminó la carrera de ingeniería industrial, entro a trabajar a una empresa en México donde le dijeron que crear “no era para mexicanos”. Por eso empezó a indagar dónde estaban los mejores diseñadores entre los mentados extranjeros y la respuesta fue unánime: Japón.

Por eso buscó una beca por allá y aprendió el idioma y para allá fue. En la Universidad de Arte de Kyoto conoció a uno de los más famosos diseñadores en Japón a quien le pidió que le ayudara a hacer su tesis. El profesor dijo que sí y solo si trabajaba para él. El mexicano aceptó y así se convirtió en uno de los pocos extranjeros en tener el empleo de por vida en la empresa Kinki Shayro.

Foto: cortesía Daniel Rodríguez.

De aquella historia pasaron 22 años. En el camino ha sido comisionado por Kinki Shayro para el diseño de diversas y dispares obras. El nuevo metro de Los Angeles, por ejemplo, “fue muy enriquecedor y fue muy interesante”. Daniel Rodríguez dice que no podía ser un metro tímido o triste, sino tenía que expresar el carácter de la ciudad.

“Antes era medio gris y yo pensaba que le faltaba ir más alto, en un concepto que reflejara toda su fuerza. Entonces pensé en que Los Ángeles era todo sol y la calidez de la gente, el optimismo de ver siempre en futuro. Por eso lo que hicimos fue un vehículo con unas líneas muy dinámicas y, al frente, una sonrisa, una cara optimista”, puntualiza.

Esa sonrisa es algo que cualquier niño podría hacerlo, entonces, cada vez que un niño lo hace en una hoja de papel puede remitir al metro de Los Angeles”.

Daniel Rodríguez sabe que cualquier diseño es el resultado de la empatía, de un diálogo entre su propia creatividad y la necesidad de los otros que suelen ser ciudades, países. Lo que quiere uno, no quiere el otro, los valores que quiere destacar un país los quiere minimizar otro. Dubai quería modernidad, Qatar, cultura y vanguardismo a la par. “Se trata de observar y escuchar”, detalla.

Tiene como ejemplo específico cómo evolucionaron los diálogos en Dubai. Cuando lo enviaron allá para entender lo que quería para su metro una de las ciudades más sofisticadas del mundo, los directivos de los Emiratos Arabes lo sentaron en una larga mesa al estilo de los comedores de reyes y las ideas se exponían a larga distancia.

Empezó a mostrar los diseños sobre la mesa y todos los participantes comenzaron a acercarse más y más hasta que unos estaban sobre otros, abriéndose camino para ver y opinar. “Cuando haces este diálogo surge algo inesperado y único”.

Doha a la mexicana

Daniel Rodríguez aterrizó por primera vez para trabajar en Qatar en 2013. Debía empaparse de las necesidades del cliente para hacer propuesta al emir Tamim bin Hamad Al Thani, quien quería que se reflejaran “los valores de la cultura de Qatar”.

¿Qué significaba eso? Si vas a hacer un metro para otras ciudades donde ya hay trenes más o menos te das una idea, pero en Qatar… ¡no había nada! Solo sabían que querían “dignidad”, “carácter”, “elegancia”. Querían todo auténtico: nada de imitación: piedras reales, mármol real, madera de verdad.

Además la empresa que representaba Daniel Rodríguez tenía que competir frente a Alemania y Francia, China e Italia, cuatro grandes de los tranvías.

Todos tenían que interpretar la cultura, la estética y la artesanía y eso fue lo que hizo el mexicano con toda la fuerza de su cultura. “La mayoría de los diseñadores del mundo son técnicos, pero los mexicanos nos formamos en universidades, nos enseñan de antropología y sociología y tenemos la cultura indígena, la árabe la africana que te ayudan a interpretar el mundo en elementos y explicarlos en colores y formas”.

Al final la empresa japonesa, con Rodríguez mezcló la modernidad de trenes que no necesitan conductor, que se arman y desarman según la demanda de usuarios, y un diseño interior con caballos árabes “muy veloces, inteligentes y valiosos”.

Me hubiera gustado en México, pero no era el momento, tampoco vale la pena quejarse. Solo espero que ahora se abran las puertas para los jóvenes que están en México y no se las dan oportunidad de demostrar quiénes somos”.

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