Hospitales en peligro: ataques con teléfonos inteligentes podrían liberar microbios mortales
Científicos encontraron que un simple teléfono celular podría contaminar una sala de presión negativa y provocar una fuga de microbios mortales
Investigadores descubrieron que un atacante armado con poco más que un teléfono inteligente podría perturbar el funcionamiento seguro de una sala de presión negativa ubicada en un hospital o un laboratorio de investigación biológica.
Científicos de la Universidad de California en Irvine encontraron que un simple teléfono celular podría contaminar una sala de presión negativa, que es un espacio de un hospital o un laboratorio de investigación biológica diseñado para proteger las zonas exteriores de la exposición a patógenos mortales.
En la investigación los autores explican que los mecanismos que controlan el flujo de aire dentro y fuera de las instalaciones de biocontención pueden ser engañados para que funcionen de forma irregular mediante un sonido de una frecuencia determinada, posiblemente metido subrepticiamente en una canción popular.
“Alguien podría poner una pieza musical cargada en su smartphone o hacer que se transmitiera desde un televisor u otro dispositivo de audio en una sala de presión negativa o cerca de ella”, explica Mohammad Al Faruque, coautor principal y profesor de ingeniería eléctrica e informática de la UCI.
“Si esa música lleva incrustado un tono que coincide con la frecuencia de resonancia de los controles de presión de uno de estos espacios, podría provocar una avería y una fuga de microbios mortales”, agregó Al Faruque.
Los investigadores afirmaron que las salas de presión negativa utilizadas habitualmente son vulnerables a la manipulación a distancia, lo que supone una amenaza hasta ahora desconocida para las instalaciones de bioseguridad.
Para demostrar lo anterior, pusieron a prueba su hipótesis con ocho salas de presión negativa estándar de cinco fabricantes y demostraron que todos los dispositivos funcionan con frecuencias resonantes en el rango audible y, por tanto, son susceptibles de manipulación.
“Cuando las ondas sonoras chocan con los diafragmas del interior de una sala, éste empieza a vibrar con la misma frecuencia”, explica el autor principal, Anomadarshi Barua, candidato a doctor en ingeniería eléctrica e informática por la UCI. “Un atacante bien informado puede utilizar esta técnica para desplazar artificialmente el diafragma, cambiando la lectura de presión y haciendo que todo el sistema funcione mal”, agrega.
¿Cómo evitar el peligro?
Los investigadores sugirieron varias contramedidas para evitar un asalto musical a las instalaciones de bioseguridad. La amortiguación del sonido puede conseguirse alargando hasta 7 metros el tubo de muestreo del puerto de una sala de presión. El equipo también propuso encerrar el puerto de presión en una estructura similar a una caja. Ambas medidas reducirían la sensibilidad de la sala, dijo Barua.
Al Faruque afirmó que este proyecto de investigación demuestra la vulnerabilidad de los sistemas empotrados a los ataques aleatorios, pero subrayó que, con un poco de planificación y previsión, las instalaciones pueden reforzarse contra el sabotaje.
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