Un estudio ha establecido la conexión entre el entorno de vida y los riesgos de depresión y al parecer, vivir en áreas densamente pobladas no aumenta el riesgo de problemas de salud mental.
El material publicado en la revista Science Advances, explica que usando tecnología de inteligencia artificial, investigadores de la Universidad de Gävle, la Universidad de Aarhus y la Universidad de Yale analizaron imágenes satelitales de todas las áreas construidas en Dinamarca durante un período de 30 años (1987-2017).
De esa forma, clasificaron los edificios en diferentes categorías según su altura y densidad. La forma urbana tridimensional derivada de las imágenes satelitales se vinculó luego con las direcciones residenciales, los registros de salud y los registros socioeconómicos de nivel individual en Dinamarca.
Los resultados muestran que no existe una asociación clara entre las áreas del centro de la ciudad y los riesgos de depresión. De hecho, las zonas rurales tampoco parecen aumentar el riesgo de trastornos mentales.
Sin embargo, los investigadores encontraron que el mayor riesgo de depresión implica vivir en áreas urbanas de densidad media.
Es decir, las áreas residenciales suburbanas con casas unifamiliares y casas adosadas se asocian con un mayor riesgo de depresión.
La falta de naturaleza donde vivimos también influye en el estado depresivo
Las áreas con mayor riesgo de depresión también incluyen a aquellas con escasez de naturaleza (áreas verdes como parques, bosques y cuerpos de agua).
La investigación explica que la densificación no es necesariamente negativa, ya que aumenta las oportunidades de interacción social, pero la proximidad a los espacios abiertos con la naturaleza y el agua es importante.
En el estudio, se hicieron ajustes por factores de riesgo conocidos para la depresión, como tener padres con antecedentes registrados de trastornos depresivos, ser soltero o estar desempleado.
Después de dicho análisis, los resultados mostraron que el riesgo de depresión era entre un 20 % y un 30 % mayor en las zonas con casas unifamiliares y viviendas adosadas que en las zonas escasamente pobladas, y entre un 10 % y un 15 % más alto en las zonas suburbanas que en las del centro de la ciudad.
Los investigadores esperan que el estudio pueda ser útil para la planificación urbana. Aunque no respalda una mayor expansión de las áreas suburbanas dependientes del automóvil con viviendas de baja densidad.
Pero son enfáticos en que la densificación debe hacerse de manera inteligente. “Preferiblemente, debemos crear un fácil acceso tanto a la vida social como a la vegetación natural, incluidos los mares o las vías fluviales”, aseguraron los investigadores.
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