La pérdida de masa muscular se relaciona con la demencia: estudio
Un estudio sugiere que la reducción de músculos temporales podría aumentar riesgo de demencia. La prevención suma ejercicio, nutrición y aprendizaje constante
La demencia, una enfermedad que afecta al 10 % de los adultos mayores, sigue siendo una de las afecciones más devastadoras, tanto para quienes la padecen como para sus familias.
Aunque aún no tiene cura, un diagnóstico temprano puede marcar una diferencia crucial, permitiendo a los pacientes seguir planes de tratamiento y a las familias prepararse mejor.
En esta búsqueda por identificar factores de riesgo, un estudio reciente ha arrojado luz sobre un indicador poco convencional: el tamaño de los músculos temporales, que están vinculados con la mandíbula.
Presentado en la reunión de la Sociedad Radiológica de Norteamérica, el estudio analizó datos de 621 personas cognitivamente sanas provenientes de la Iniciativa de Neuroimágenes de la Enfermedad de Alzheimer.
Usando imágenes de resonancia magnética, los investigadores midieron los músculos temporales de los participantes y los clasificaron según su tamaño. Durante un seguimiento de casi seis años, rastrearon diagnósticos de demencia y cambios en el cerebro, la cognición y el funcionamiento general.
Los hallazgos fueron contundentes: quienes tenían músculos temporales más pequeños enfrentaron un 60 % más de riesgo de desarrollar Alzheimer o demencia. Además, la reducción en el tamaño de estos músculos se asoció con pérdida de memoria, menor volumen cerebral y disminución de habilidades funcionales. Estos resultados refuerzan la creciente evidencia de que la salud muscular es clave para el bienestar cognitivo.
La relación entre la pérdida muscular y el deterioro cognitivo no es nueva
En 2022, un estudio publicado en JAMA Network Open reveló que la baja masa muscular estaba vinculada con un declive acelerado de la función ejecutiva, un conjunto de habilidades cruciales para planificar y organizar. Otros trabajos han conectado la pérdida de masa muscular esquelética con mayores riesgos de demencia, destacando la importancia de preservar la salud física en la vejez.
Ryan Glatt, entrenador senior de salud cerebral y director del Programa FitBrain en el Instituto de Neurociencia del Pacífico en Santa Mónica, California, señaló que esta conexión entre la pérdida muscular y la demencia podría estar relacionada con una condición llamada sarcopenia, que implica la pérdida de masa y fuerza muscular con la edad.
Glatt explicó que la sarcopenia suele asociarse con fragilidad, movilidad limitada y disfunción metabólica, todos factores relacionados con el deterioro cognitivo.
Aunque los mecanismos exactos aún no se comprenden del todo, Glatt subrayó que la pérdida muscular probablemente refleja procesos más amplios que afectan la salud cerebral.
“La reducción muscular puede ser una señal de advertencia significativa, especialmente si se agrava con la edad”, afirmó. Además, mencionó que esto podría deberse a una combinación de factores como mala nutrición, sedentarismo e inflamación sistémica.
La prevención, según los expertos, es clave para mitigar estos riesgos. Incorporar entrenamiento de resistencia, mantener una dieta balanceada y realizar actividad física regular son estrategias fundamentales para conservar la masa muscular y, potencialmente, proteger la función cognitiva.
Además de la pérdida muscular, otros factores de riesgo para la demencia incluyen mala salud física, historial de accidentes cerebrovasculares, diabetes, obesidad a los 60 años y falta de actividad física. Asimismo, patrones de comportamiento como la ausencia de pasatiempos, el abuso de alcohol o incluso ciertos rasgos genéticos pueden influir en el riesgo.
Los investigadores también han identificado estrategias que podrían ayudar a reducir el riesgo de demencia. Estas incluyen cuidar la salud cardiovascular, realizar al menos 150 minutos de ejercicio semanal, mantener una vida social activa, aprender cosas nuevas a diario y evitar deficiencias vitamínicas. Incluso pequeños cambios, como estimular los sentidos, proteger la cabeza de lesiones y apagar las pantallas antes de dormir, podrían tener un impacto positivo.
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