Colombiana secuestrada en México por el CJNG narró su terrible experiencia

Una joven colombiana identificada como "Sofía" reveló el infierno que vivió en México, al caer en manos de un cártel luego de acudir a una fiesta en Tabasco

Colombiana secuestrada en México

La víctima detalló cómo ocurrió todo en un podcast. Crédito: YouTube/Más Allá del Silencio | Cortesía

Una joven colombiana secuestrada en Cárdenas, Tabasco, logró escapar de un infierno y narró a detalle los hechos ocurridos a comienzos de enero de 2024.

La desaparición de varias jóvenes en Tabasco se hizo viral, cuando comenzó a circular un collage de fotografías con nueve mujeres desaparecidas, así como el angustiante audio de una de ellas.

Se trataba de jóvenes colombianas y mexicanas que fueron reclutadas con engaños por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Una de las sobrevivientes, “Sofía”, cuyo verdadero nombre no se ha revelado, narró para el podcast “Mas allá del Silencio”, de Rafael Poveda, la terrible experiencia que vivió al caer en manos de uno de los cárteles mexicanos más sanguinarios que existe.

Era un momento de angustia, me cambió mucho la vida. Nos preguntábamos qué iría a pasar contigo, si te van a matar, sí vas a poder salir”.

Pero, ¿Cómo terminó enredada en los lazos del CJNG?

Narró que dos amigas mexicanas la invitaron a México a trabajar a una fiesta en Tabasco, donde recibirían un pago de 1,900 pesos mexicanos por hora, y podrían traer a amigas que también necesitaran dinero también.

No sólo les proporcionarían sueldo, sino también su transporte. En realidad ellas recibirían 1,100 pesos y el resto se lo quedaría un hombre identificado como “Saulo”.

Llegada a México

“Sofía” narró que al arribar a México fueron recogidas en una camioneta; las llevaron a la ciudad de Cárdenas, Tabasco, y de ahí se dirigieron a una finca muy lejana.

Al llegar, los escoltas les quitaron sus teléfonos, pero como sus amigas ya habían convivido previamente con ellos no les generó demasiada desconfianza, hasta que, al bajar de los vehículos, les tomaron fotos “por rutina”.

Las jóvenes “estaban compartiendo y bailando junto con otras jóvenes que llegaron”, cuando de la nada las metieron a todas a una habitación, donde estaban hospedados los escoltas de los jefes.

Sofía narra que había muchas armas y chalecos antibalas en el lugar. Los escoltas les hicieron arrodillarse y agachar la cabeza mientras les apuntaban con sus metralletas.

Entonces llegó el jefe del cártel, a quien no podían ver a la cara, y les dijo que todas iban a trabajar para él.

¿La razón? Saulo tenía una deuda con ellos de alrededor de 6,000 dólares, y ellas iban a estar en garantía.

Al salir de la habitación, se vieron obligadas a hacer lo que les ordenaran, advertidas de que, si lloraban o desobedecían, las matarían. “Sofía” narra que ella misma tranquilizó a sus amigas.

Más tarde, cuando quiso descansar, pudo dormir en una de las habitaciones. Al amanecer fue a buscar a sus amigas y preguntó a los escoltas: “¿Qué va a pasar con nosotras?”

Ellos le dijeron: “las cosas van a estar bien”.

Poveda le preguntó si las obligaron “a algo”, a lo que respondió no saber directamente, pero ellas le contaron que sí, que tuvieron que estar con más de cinco escoltas cada una, pero ella no.

El jefe quiso quedarse con ella, pero no la obligó a nada, y nadie más podía acercarse a ella.

Pudieron comunicarse con su familia

En seguida les dijeron que las iban a llevar a sus casas. Las recogió un vehículo, que no las llevó a su casa sino a otro lado, a una propiedad donde las recibió una señora llamada “Susi”, una fugitiva de la justicia mexicana.

Ella les dio de comer y les dijo que no podrían salir ese día porque había una guerra de cárteles, que las dejarían ir cuando las cosas se calmaran.

“No entendíamos nada. Primero dijeron que era una deuda de Saulo y luego lo de la guerra de cárteles”.

Susi dejó comunicar a Sofía con su mamá, a quien pidió avisar a la familia de todas sus amigas que estaban bien.

Después todas sus amigas y ella fueron llevadas a otras fiestas. Ella se acercó a uno de los jefes para explicar que no tenían la culpa de las deudas de Saulo, que las dejaran libres, petición que fue ignorada.

Luego de la fiesta volvieron a la casa de Susi, donde lograron comunicarse con su familia a través del celular con la condición de que, si alguien mandaba la ubicación, lás mataban a todas.

Así pasaron los días hasta que un operativo militar irrumpió en la casa donde se quedaban y las jóvenes fueron liberadas, terminando así con el infierno que comenzó con la invitación a una fiesta.

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