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El matrimonio se volvió una opción para millonarios: el por qué

La estabilidad económica es un factor determinante para las parejas a la hora de pensar en contraer matrimonio

Las mujeres que pertenecen a 4 signos del zodiaco se visualiza una propuesta en su futuro.

La edad promedio para el matrimonio es a los 30 años. Crédito: Shutterstock

Durante siglos, el matrimonio fue visto como un punto de partida económico: una alianza para construir juntos patrimonio, vivienda y estabilidad. Hoy, esa visión ha cambiado. Para muchos jóvenes estadounidenses, casarse ya no es el comienzo de la vida adulta, sino el resultado de haber alcanzado previamente seguridad financiera y estabilidad personal.

Ryan y Amanda Dona, quienes se casaron en febrero, lo describen como un símbolo de haber llegado a una etapa más sólida. Antes de la boda, ya habían cumplido metas clave: ascensos laborales, compra de una casa en Long Island y la adopción de un perro. Para ellos, el matrimonio fue más un sello de consolidación que un primer paso.

Este cambio responde a lo que los expertos llaman el modelo de matrimonio de piedra angular: alcanzar estudios, carrera y estabilidad antes de comprometerse. La idea reemplaza al viejo modelo de casarse en los veintes para luego crecer en conjunto. Según el censo, la edad media para un primer matrimonio es de 30 años en hombres y 29 en mujeres, frente a 28 y 26 en 2008.

Investigadores advierten que esta visión también eleva las expectativas: si una casa propia o una boda soñada parecen inalcanzables, muchos concluyen que “el matrimonio no es para mí”. Sin embargo, quienes esperan más tiempo y eligen con más cuidado tienden a tener uniones más estables y duraderas, lo que ayuda a reducir la tasa de divorcios.

La desigualdad también afecta

El fenómeno se cruza con la desigualdad. Entre 2008 y 2023, las tasas de matrimonio descendieron más rápido entre quienes tienen menos estudios o menores ingresos. Para muchos jóvenes, la falta de seguridad económica es un obstáculo para pensar en casarse. Al mismo tiempo, los hijos de familias con mayores ingresos tienen más probabilidades de casarse y consolidar aún más esa ventaja.

“La gente ya no ve el matrimonio como el inicio de la vida adulta, sino como un símbolo de estatus”, explica Krista Westrick-Payne, del Centro Nacional de Investigación sobre el Matrimonio y la Familia.

Así, casarse hoy no solo implica amor o compromiso, sino también haber alcanzado un nivel de éxito económico y personal que lo convierta en el broche de oro de un largo camino.

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