Harina de insectos será considerada un alimento completo en un futuro cercano por su alto valor nutricional
Organismos internacionales y la evidencia científica vislumbran a los insectos comestibles como una fuente sostenible de alimentos en la nutrición moderna
La harina de insectos gana puntos como ingrediente alimentario sostenible y funcional. Crédito: nicemyphoto | Shutterstock
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se ha comprometido con el programa “insectos comestibles” para abordar la inseguridad alimentaria y la alta demanda de proteínas, destacando su potencial para mitigar el aumento de los costos de las proteínas animales.
En este sentido, la cría de insectos muestra un crecimiento acelerado, con una previsión de aumento en la producción de proteína de insectos de 120,000 a 500,000 toneladas para 2030. Esto podría implicar una inversión del sector que se triplique en los próximos años.
La aceptación y el consumo de insectos están más presentes en Asia, América del Sur y África subsahariana, donde su uso representa una fuente importante de ingresos, pero amenaza con extenderse a todo el orbe.
Beneficios nutricionales
La harina de insectos comestibles, en particular la del grillo doméstico (Acheta domesticus) y el gusano de la harina (Tenebrio molitor), está ganando atención como ingrediente alimentario sostenible y funcional debido a su alto valor nutricional y bajo impacto ambiental, refiere un grupo de autores de un estudio publicado en Frontiers in Industrial Microbiology.
Señalan que los insectos son una rica fuente de proteínas, micronutrientes y grasas saludables, lo que subraya su importancia en la dieta humana y animal.
Además, la harina de insectos también puede contribuir a la salud intestinal a través de posibles propiedades prebióticas. Incluso, varios estudios destacan que la harina de insectos puede interactuar con bacterias probióticas modulando su metabolismo.
En consecuencia, algunos insectos han sido reconocidos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como nuevos alimentos, autorizando su uso en diversas formas. Además, se ha evidenciado el potencial prebiótico de la quitina, un compuesto presente en muchos insectos.
Desafíos de aceptación social
A pesar de sus valores nutricionales y ambientales, el consumo de insectos enfrenta barreras culturales y psicológicas, como el asco y la neofobia alimentaria, especialmente en sociedades occidentales.
Se proponen intervenciones educativas y experiencias sensoriales para facilitar la aceptación de los insectos como una fuente de alimento viable y nutritiva.
Recetas populares que integran insectos
En culturas como Tailandia, México, Colombia, Ecuador, África del Sur y Japón, los insectos forman parte diaria de la dieta tradicional, preparados principalmente fritos, asados o en guisos para resaltar su sabor proteico y crujiente.
Tailandia: Los grillos, saltamontes y gusanos de seda se fríen en woks con sal, pimienta, chile y salsas como Golden Mountain, sirviéndose como snacks callejeros o con cerveza. Un plato popular es el hon mhai, gusanos de seda fritos y sazonados.
Sudamérica: En Ecuador y Perú, las larvas de gorgojo (chontacuro o suri) se preparan en pinchos asados con sal, limón y tomate, o en maito envueltas en hojas de bijao y cocidas en brasas. En Colombia, las hormigas culonas se tuestan con sal o manteca, muelen para mantequilla o risotto.
África: Los gusanos mopane (orugas de mariposa emperador) en Zimbabue, Zambia y Namibia se hierven, secan y fríen con sal, ajo y aceite, o en guisos con tomate, cebolla y chile.
Asia Oriental: En China, grillos y cigarras se saltean con arroz o noodles; en Japón, los saltamontes (inago) se cuecen a fuego lento en salsa de soja y mirin (inago no tsukudani), acompañados de arroz.
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