‘Las familias son las olvidadas’ en Skid Row
Más de 100 familias y casi 200 niños viven y crecen en una zona llena de violeencia donde abundan las drogas, el alcohol, los vagabundos y los enfermos mentales
Es de madrugada en Skid Row, donde la opulencia de los rascacielos del centro de Los Ángeles contrasta con la miseria de la gente sin hogar, incluyendo un mundo infantil que crece en un ambiente sombrío y con un futuro poco prometedor y de alto riesgo.
Todavía no ha salido el sol en Los Ángeles, ciudad conocida como la capital del indigente por el gran neumero de personas que hay viviendo en la calle (más de 40 mil), pero ya se alcanzan a observar las siluetas de personas que salen de sus tiendas de campaña en las aceras, son hombres y mujeres, jóvenes y adultos que van de un lado a otro, sin un destino fijo. Unos se inyectan droga, otros orinan y defecan en cualquier rincón de la calle sin el menor reparo posible.
También hay personas que muestran señales de estar mentalmente enfermos, algunos van caminando cubiertos de trapos sucios, hablan solos y otros hacen movimientos inesperados en medio de un aroma nauseabundo.
En la zona de Skid Row parece que el mundo se olvidó de los más necesitados; mientras que para los burócratas y miles de angelinos estas personas representan daños colaterales, personas que no pudieron con el sistema capitalista, individuos flojos, enfermos, drogadictos o simplemente números y estadísticas.
En este panorama viven y conviven a diario cientos de familias con niños, incluyendo migrantes, que han hallado refugio en Union Rescue Mission, en el 545 sur de la calle San Pedro.
De ese refugio, diariamente decenas de madres envían a sus hijos a la escuela Para Los Niños Charter Middle School, ubicada en el 835 de la Avenida Stanford, en la misma zona de Skid Row.
A dicha escuela asisten uno 300 estudiantes de sexto a octavo grado, incluyendo un 20% de niños migrantes que viven en el área.
No se dan por vencidos
De hecho, Union Rescue Mission es el único albergue donde se reciben a núcleos familiares como los venezolanos Miguel Rodríguez, su esposa Natalie Arenas y sus tres hijos: Daynisniel y Delismar, de tres y dos años, respetivamente y el bebé, Yathdiel, de cinco meses, quien nació en los Estados Unidos, el 9 de enero.
“Allí somos como 90 familias”, dijo Miguel, a La Opinión. “Vivimos amontonados, pero es mejor que estar en la calle”.
En el refugio, además de que se le proporciona desayuno, comida y cena, a los aproximadamente 200 niños les dan ropa y juguetes.
Después de una travesía de cuatro meses y miles de kilómetros a pie, pasando por Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, Miguel y Natalie, -oriundos de Acarigua, Estado Portuguesa, en el noroeste de Venezuela- llegaron a Estados Unidos, el 28 de diciembre de 2023.
“Conforme avanzábamos de país en país, yo tomaba trabajos para tener algún dinero y poder alimentar a los niños”, contó Miguel, mientras sus pequeños comían huevo duro que les dieron en la misión.
La travesía fue desafiante. Grupos de maleantes quisieron abusar de ella y secuestrarla en Colombia.
“Fueron cuatro meses de terror”, expresó Miguel. La pareja venía solamente con Daynisniel y Delismar. “A mi esposa la quisieron agredir sexualmente y secuestrarla en Colombia.
Ahora, en la dura realidad que vive con sus tres hijos, y sin un hogar fijo ni un trabajo, Miguel dice que no se dará por vencido y que luchará todos los días para salir del refugio.
“Tengo que salir adelante; debo ayudar a mi madre en Venezuela que sufre de ataques de asma”, indicó.
“Yo también quiero ayudar a mi mamá”, expresó Natalie. “Ella tiene dos hijos y mi hermana se fue con un hombre y abandonó a sus dos niños, o sea que mi mamá se está haciendo cargo de cuatro niños”.
Familias olvidadas
Cristina Mariscal Pasten, directora general de Asuntos Externos en Para los Niños, aclaró que las autoridades municipales y del condado de Los Ángeles “han hecho esfuerzos para traer recursos”.
Sin embargo, expuso que el sistema que existe ahora para quienes no tienen en dónde vivir “es guiado para los adultos, no para las familias con niños”.
“Está bien la ayuda para los adultos, la salud mental que se les provee, la comida, y todo”, añadió. “Pero ¿qué están haciendo para las familias? Las familias son las olvidadas”.
Mariscal Pasten señaló que, siendo apenas una parte, en Para los Niños intentan proveer a los menores con los recursos necesarios para sobrevivir.
“Hay otras organizaciones que están tratando de ayudar, pero lo que no vemos son los recursos públicos que se necesitan en un lugar donde los niños puedan vivir, jugar con otros niños, donde una madre pueda prepararles una cena”, agregó.
“Los niños necesitan un lugar donde puedan crecer sanos y con protección… Y eso no está pasando. Lo que vemos en las escuelas con las familias de los niños migrantes es que tienen que vivir en refugios, en sus carros, dos o tres familias en un departamento o en casas de campaña en las calles”.
Además de las instalaciones en Skid Row de Union Rescue Mission, la organización tiene otros dos refugios en diferentes zonas de Los Ángeles. En total, la organización atiende a 208 familias y 487 niños, según datos proporcionados a La Opinion, por parte de Kitty Davis-Walker, vicepresidenta de relaciones públicas de la organización sin fines de lucro.
Sin oportunidad de ayudar
Entre tanto, Pete Brown, director de comunicaciones del concejal Kevin de León, del Distrito 14 y que representa la zona, manifestó que el problema de los niños que viven en Skid Row “no es nuevo” y que tiene años.
Aunque el problema se intensificó cuando llegaron los autobuses de inmigrantes a Los Ángeles, “la oficina de la alcaldía tomó esa iniciativa [de buscarles alojamiento y servicios] junto con CARECEN y CHIRLA. Nosotros no hemos tenido la oportunidad de hacerlo”.
Brown expuso que la oficina de la alcaldesa Karen Bass no ha compartido con ellos información sobre las familias ni dónde están, y ello representa un desafío.
“Si alguien viene a nuestra oficina con una solicitud de asistencia o ayuda, y si identificamos a las familias que están en la calle, miembros de nuestro personal trabajan directamente con LAHSA”, explicó Brown. “Podríamos ponerlos en contacto para que puedan alojarse en instalaciones adecuadas”.
Proteger a los niños
Estela López, directora ejecutiva del Distrito Industrial del Centro BID, declaró que se comunicó con la oficina de la alcaldesa Karen Bass sobre las familias migrantes con hijos que viven en Skid Row, “y están haciendo lo posible para traer servicios… algo que pueda rescatar a estas personas”.
Agregó que “estos niños están viviendo en la calle y sus padres también, pero a mí me preocupan los niños porque los dueños de negocio, a quienes nosotros servimos se han comunicado con nuestra oficina y ya van como dos o tres meses diciéndonos que esto es un sector industrial y no es un lugar seguro para los niños”.
Uno de los mayores peligros para los niños y sus familias, -dijo- son los camiones de semirremolque que a diario circulan por las calles de Skid Row para distribuir mercancías.
“Lo que me dijeron es que se iban a comunicar con el gobierno federal, que es el que tiene la responsabilidad sobre asuntos de inmigrantes”, subrayó. “Ahora que tenemos a estas familias que han llegado aquí, pues necesitan albergue y necesitan servicios, y nuestra preocupación como cámara de comercio es proporcionar seguridad para estas criaturas”.
Para el pastor Gabriel Wang, director ejecutivo de Harvest Rock Foundation, la clave del problema en Skid Row, a donde cada viernes lleva decenas de despensas de comida que se distribuyen en la Iglesia Comunitaria del Nazareno, en Central City, “hay una desconexión” entre las personas que llegaron a Estados Unidos por un futuro mejor y las organiaciones que proveen apoyo.
“Mucho de esto se debe a la barrera del idioma. Pero hay ayuda disponible”, dijo Wang. “Simplemente hay una desconexión entre aquellos que necesitan ayuda y aquellos que pueden brindarla. Pero, si hay una persona que puede guiarlos y ayudarlos a conectarse con los recursos, esa es la parte más importante que debe resolverse”.
Van por fondos de FEMA
La supervisora Hilda Solís indicó que se le parte el corazón al ver a cualquier ser humano, especialmente niños y familias obligados a vivir en la calle, sin importar cómo llegaron allí.
“Estoy comprometida a ayudar a todos los que se encuentran en Skid Row a conectarse a refugios y servicios que garanticen su seguridad y dignidad”.
Solís destacó que el condado debe ser la red de seguridad para todos los necesitados.
“Es por eso que establecí la Oficina de Asuntos de Inmigrantes (OIA), que ahora opera con más de $24 millones para apoyar a nuestras comunidades de inmigrantes”, explicó.
“Nuestra Oficina de Asuntos de Inmigrantes ha coordinado la prestación de servicios legales y sociales”, expresó e indicó que ya han organizado dos clínicas jurídicas en Union Rescue Mission.
Además, dio a conocer que, en asociación con la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, “estamos trabajando para solicitar fondos federales de FEMA para apoyar a las familias migrantes en el condado”.
“También sigo involucrando a todos nuestros socios, incluidos los departamentos del condado y otras organizaciones comunitarias y sin fines de lucro, para explorar todas las vías para brindar ayuda adicional para aliviar el sufrimiento de los necesitados”.
La ayuda viene en camino
“La alcaldesa Bass cree que es absolutamente intolerable e inhumano que alguien viva y duerma en las calles de skid row, especialmente los niños”, dijo una portavoz de la alcaldesa Karen Bass. ” Por esta razón, está trabajando regionalmente para controlar este problema y brindar la asistencia necesaria. Ya están en camino esfuerzos para ayudar a estas familias con los recursos necesarios.
La oficina de asuntos de inmigración de la alcaldesa está trabajando para asegurar el apoyo adicional en asociación con el condado y las organizaciones sin fines de lucro que permitirán brindar servicios críticos en la región a esta vulnerable población, de acuerdo a los requisitos específicos del subsidio.