Mexicanos que murieron asfixiados en el tráiler de Texas pagaron un supuesto viaje VIP
Familiares de dos inmigrantes que murieron al interior del tráiler de Texas revelaron que su viaje parecía digno de cinco estrellas porque incluía cerveza y una semana en un rancho
Cuando Pablo Ortega y Julio López decidieron emprender su viaje a Estados Unidos por la vía ilegal contrataron los servicios de unos “coyotes serios”, mismos que les prometieron un trato digno de cinco estrellas que incluía cerveza de cortesía, casas de seguridad con videojuegos y hasta una semana de estadía en un rancho de cacería, según informó el diario Milenio.
En entrevista con el diario mexicano la familia de los dos inmigrantes que murieron asfixiados al interior del tráiler reveló que cuando ambos emprendieron su viaje por separado a Estados Unidos, los traficantes de inmigrantes cumplieron con una parte de su promesa.
“No vas a pasar en el desierto. Tú no vas a pasar nada de peligro”, recordó Adriana González, esposa de López, de 32 años, quien pagó $12 mil dólares, una cifra muy por encima de los hasta $7 mil dólares que suelen pagar los inmigrantes mexicanos a sus coyotes, con el único fin de que su viaje fuera como bien se los prometieron “100 por ciento seguro”.
Ambos enviaron a sus familias imágenes de cómo estaban siendo tratados. Ortega atestiguó con fotografías a su madre, Rafaela Álvarez, quien vive en Miami, Florida, que el viaje estaba marchando como se lo habían prometido y desde una amplia habitación el inmigrante se fotografió comiendo pizza y bebiendo cerveza mientras jugaba videojuegos.
La madre hispana del joven de 19 años, a quien no veía desde el 2014, vendió una casa rodante para poder cubrir los 13 mil dólares que le pidieron para no exponer su vida y llegar bien hasta su destino. Incluso pagaron $ 2 mil dólares más para conducirlo por un área más segura, a lo que la progenitora accedió e inmediatamente empeñó sus joyas para cubrir el pago “extra” que le estaban solicitando.
Rafaela Álvarez, de 37 años, le pidió a su hijo que no se subiera a un camión porque “se acaba el aire”.
López por su parte envió a la madre de sus hijos, uno de ellos con autismo, un video corto desde un rancho de cacería de Laredo, México, en la que le aseguraba “Está súper chida”. El verdadero reto de llegar a EE.UU. llegó para el inmigrante quien con dificultad logró llegar a tierra americana; una vez Texas se “despidió” de su familia porque su teléfono celular sería confiscado.
Ortega por su parte indicó a su madre, desde la casa de seguridad de Texas, que estaba preocupado porque no dejaban de llegar inmigrantes “ya somos un chingo de gente”.
El 27 de junio el viaje “VIP” que pagaron para poder llegar sanos y salvos a su destino terminó cuando subieron al tráiler en el que murieron asfixiados junto a otros 51 inmigrantes.
González recordó que cuando en México se dio a conocer la noticia del infortunio los “polleros” de su esposo le indicaron que López estaba bien, hasta el 5 de junio que lo identificó a través de una fotografía.
Álvarez por su parte supo que algo no andaba bien, llamó a los “coyotes” de su hijo en reiteradas ocasiones, pero su número fue bloqueado, finalmente viajó hasta Texas para identificar el cuerpo de su hijo a quien no veía desde que él tenía 11 años.
Ambos testimonios dejan ver que los traficantes de personas suelen hacer promesas que no van a cumplir y mientras algunos terminan secuestrados una vez que pisan suelo americano, otros terminan muertos, como Pablo Ortega y Julio López.
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